Ser político profesional durante años, y más con responsabilidades como la Hacienda Pública, es un posgrado de supervivencia que levanta más escamas que un renacuajo. Como ejemplo de manual, la comparecencia de esta tarde del exministro de Hacienda del PP, Cristóbal Montoro, en la comisión de investigación de la operación Cataluña en el Congreso. Montoro ha pronunciado una primera intervención donde ha asegurado que «la única operación Cataluña que conoce es la operación de rescate con el Fondo de Liquidez Autonómica». Lo que se conoce como la intervención económica de la Generalitat.

Aún así, ha añadido que el Gobierno de Carles Puigdemont cumplió los compromisos adquiridos con este sistema de rescate de las finanzas públicas catalanas hasta la declaración de independencia de 2017. Un momento en el cual ha asegurado que el vicepresidente del Gobierno y responsable del departamento de Economía, Oriol Junqueras, le envió una carta informándole que la Generalitat «ya no estaba sujeta a las leyes del Estado».

Por eso ha defendido la intervención de las finanzas y la posterior aplicación del artículo 155 de la Constitución. Por otro lado, ha ironizado sobre si la operación contra la BPA forma parte de la estrategia política contra el Proceso. Así ha reprochado que los políticos catalanes tuvieran dinero en el extranjero, en un país como el Principado de Andorra, y lo ha desvinculado de cualquier operación política. Una jornada de alta tensión, con abucheos y amenazas de abandonar la comisión que ha hecho sudar la gota gorda al presidente de la comisión, Arnau Ramírez del PSC.

El exministro Montoro, en un momento de su comparecencia/Ricardo Rubio / Europa Press
El exministro Montoro, en un momento de su comparecencia/Ricardo Rubio / Europa Press

Tensión, abucheos y gritos

Tras un primer discurso, llegó la hora de las preguntas parlamentarias. Martina Velarde, de Podemos, reclamó explicaciones sobre por qué se priorizó investigar independentistas y se miró hacia otro lado con el rey emérito. Pero la temperatura en la sala comenzó a elevarse cuando el diputado de EH Bildu, Jon Iñarritu, inició su interrogatorio. En este punto comenzó un tira y afloja, e Iñarritu no dejó su sonrisa sarcástica, para sacar la peor versión de Montoro que jugaba al gato y al ratón con las preguntas sobre las filtraciones de Hacienda interesadas a los medios contra independentistas catalanes.

Calentada la sesión, y murmurando de fondo los portavoces del PP, el veterano Rafael Hernando y el de Vox, el expopular Ignacio Gil, que en esta comisión se ha erigido en el Santiago y Cierra España del gobierno de Mariano Rajoy. De hecho, Montoro le ha abierto las puertas del PP y viceversa. Expresión que ha aprovechado el socialista Manuel Arribas para incitarlos a «fusionarse».

Andorra hace estallar al exministro

Sin embargo, la olla comenzó a hervir con el portavoz de Junts, Josep Pagès, que llevaba los deberes muy bien hechos. Pagès lo presionó aprovechando sus palabras cuando aseguró que «no se había gastado un euro público» en el referéndum del Primero de Octubre. El exministro quiso matizar la expresión, pero se atrancó con el tono y los argumentos con cierto aire de perdonavidas, y quedó en evidencia que no pudo acreditar que ninguno de los fondos controlados por la Moncloa del Gobierno de Puigdemont.

El exministro se mostró iracundo en el momento en que Pagès y posteriormente, la portavoz de ERC, Pilar Valluguera, le preguntaron sobre sus maniobras y del SEPLAC, para perseguir independentistas. En concreto, también sobre la presión y posterior cierre de la BPA, la entidad donde tenían dinero la familia Pujol Ferrusola. Pagès sacó de quicio al exministro y Valluguera remató la jugada. Montoro no solo negó cualquier implicación sino que se puso gallito y amenazó con abandonar la comisión. Ramírez le detuvo las intenciones.

Una imagen de la comisión de investigación esta tarde sobre la Operación Cataluña/Congreso
Una imagen de la comisión de investigación esta tarde sobre la Operación Cataluña/Congreso

Con el ambiente sobrecalentado solo rebajado con la concordia y los gestos que hicieron PP y Vox, fue el turno del portavoz del PSOE, Manuel Arribas, que en cada sesión profundiza más en los interrogatorios. De hecho, Arribas parece que tenga documentación de la que no disponen el resto de parlamentarios. El socialista lo definió como «arquitecto fiscal de una operación ilegal» y lo acusó de «utilizar recursos del estado para construir culpables», además le criticó que utilizara un tono «de chulo y fanfarrón». Montoro se indignó y reclamó al presidente de la comisión que le obligara a retirar las expresiones, si no también advirtió con abandonar.

El portavoz socialista le recordó notas informativas desclasificadas por parte de la Dirección Adjunta Operativa, como la del 29 de diciembre de 2012, sobre información de los Pujol en Andorra. Así como de las sucesivas inspecciones fiscales a las que sometían a los líderes independentistas. De hecho, Arribas sin gritar frente a un Montoro absolutamente fuera de sí, le recordó los encuentros entre su jefe de gabinete con el número dos del ministerio del Interior, el exsecretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez. Montoro negó todas las acusaciones, y además, intentó, según el socialista, «reírse» de los diputados que vislumbró que se encontrarán en los juzgados. Montoro le respondió al diputado que lo llevaría a los juzgados por «cometer un delito», sin concretar ninguno. Arribas cerró la polémica con un «¿verdad que no van a Andorra?». Todo un signo de la imputación que la justicia andorrana mantiene por la trama andorrana de la operación Cataluña.

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