Leonor de Borbón puso el punto final a su larga travesía a bordo del Elcano después de más de cinco meses formándose como guardiamarina. La hija de Felipe VI y Letizia, que ahora inicia una nueva aventura militar con ejercicios que incorporan fuego real, continúa su formación dentro de los ejércitos españoles, como preparación para ser el futuro relevo de su padre. Esta larga estancia en alta mar dentro de la embarcación y la presión mediática habrían afectado directamente a los escoltas de Leonor.
La seguridad de Leonor pasa factura entre los escoltas
Según ha podido consultar Monarquía Confidencial, el portal especializado en actualidad monárquica, los escoltas de Leonor «están hartos» después de meses «al límite bajo presión y exposición pública». La heredera al trono español hará una pequeña formación hasta principios de julio dentro de la fragata Blas de Lezo, antes de iniciar su nueva etapa en la Academia General del Aire en Murcia. Según las fuentes de la Casa Real y el Ministerio del Interior que ha consultado el citado medio, los agentes que se encargan de proteger a Leonor viven una situación «límite» por culpa del «agotamiento físico y mental, las largas estancias fuera de casa, y una presión mediática constante que ha elevado las tensiones internas», indican.

Las posibles soluciones
Si las informaciones de las que se ha hecho eco el citado medio son ciertas, estas voces que declaran «estar hartas» podrían encontrar algunas soluciones para paliar su malestar. Entre ellas, no se descarta «una rotación inminente» del equipo que deberá acompañar a la joven a San Javier, la nueva academia militar donde se instalará el mes de septiembre. «Lo que no se puede permitir es que haya un error por fatiga o saturación que comprometa la seguridad de la princesa», indican las fuentes consultadas.

El equipo que acompaña a la nieta de Juan Carlos de Borbón está integrado por miembros «altamente calificados» de varios servicios de seguridad tanto de la Casa Real como agentes de la Policía y la Guardia Civil. Por ahora, las opciones sobre la mesa contemplan una «reorganización del operativo» y ajustar los «protocolos de visibilidad pública» de Leonor para poder poner remedio a este dilema.