El líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), Friedrich Merz, ha sufrido un revés inesperado al perder la primera votación para ser investido canciller de Alemania. Contra todo pronóstico, el líder democristiano no ha conseguido la mayoría absoluta que supuestamente tenía asegurada tras el pacto alcanzado por la CDU con la Unión Social Cristiana (CSU) y el Partido Socialdemócrata. Las tres formaciones suman 328 de los 630 escaños del Bundestag, el Parlamento alemán, pero la candidatura de Merz solo ha conseguido 310 votos, seis menos de los que necesitaba. El Bundestag dispone de 14 días para elegir canciller con mayoría absoluta y, agotado el plazo, bastaría con mayoría simple.
La derrota de Merz es un fracaso sin precedentes en la historia parlamentaria alemana. Cabe recordar que la suma de la coalición conservadora y los socialdemócratas firmaron un pacto definitivo el pasado lunes que debería haber servido para confirmar el nombramiento del ganador de las elecciones federales. Ahora bien, 18 diputados habrían contradicho los mandatos de sus formaciones y habrían votado contra el candidato. Cabe recordar que la votación en el Bundestag para la investidura del jefe de gobierno, a diferencia de los casos catalán y español, es secreta: los representantes emiten su posicionamiento en una urna cerrada, sin debate previo. Es por eso que, cuando la presidenta del Bundestag, la democristiana Julia Kölckner, ha comunicado el resultado, ha saltado la sorpresa en la cámara: nadie sabe qué vota el de al lado.

Dudas sobre las mayorías
Con la votación fallida, Merz queda sujeto al estricto calendario alemán para la investidura. Según han informado varios medios alemanes, la CDU estaría buscando celebrar la segunda ronda el próximo viernes. El grupo parlamentario de la CDU/CSU, sin embargo, asegura que, para activar el proceso otra vez en solo cuatro días, sería necesario un acuerdo con el conjunto de fuerzas presentes en el Bundestag.
Según han confirmado desde el Bundestag, la candidatura de Merz ha recibido 310 votos a favor —18 menos de los que esperaba— y 307 votos en contra, además de tres abstenciones y un voto nulo. Un primer cálculo, entonces, muestra que cinco diputados de la coalición sobre la cual se fundamentaba la candidatura del conservador habrían votado no, tres más se habrían abstenido y uno habría emitido un voto nulo. A este grupo se suman nueve diputados más, que no habrían emitido su papeleta. Los primeros análisis de los expertos locales apuntan que los 18 diputados disidentes serían socialdemócratas descontentos con el acuerdo de investidura que habría firmado su partido.
La extrema derecha celebra
Las primeras reacciones a la derrota de Merz han venido desde la trinchera de la ultraderecha. La líder de Alternativa para Alemania, Alice Weidel, ha acusado al candidato a canciller de haber alcanzado los acuerdos que debían fundamentar su investidura con “maquinaciones” que ignoran el mandato de las urnas. La votación, asegura Weidel, “demuestra la extrema debilidad de la pequeña coalición CDU/CSU y SPD, que fue rechazada por los ciudadanos”. En la misma línea se ha expresado el primer secretario del grupo parlamentario ultra, Bernd Baumann, que ha acusado a Merz de “fraude electoral”. “Es bueno que esto haya pasado, porque nadie debería llegar a ser canciller como lo ha hecho él”, declaraba el diputado en un tuit en su cuenta de X.
También los Verdes han aprovechado el fracaso conservador para criticar la candidatura de Merz. Una de las colíderes de los ecologistas, Franziska Brantner, ha reprochado a la CDU su incapacidad para llegar a pactos sólidos. “Queremos un gobierno capaz”, se ha quejado Brantner, quien ha trasladado a la coalición centrista la responsabilidad de rearmarse. “Ahora deben demostrar que pueden ser estables no solo hoy, sino en los próximos cuatro años”, ha añadido. Cabe recordar que los ajustados resultados de las elecciones federales permitieron a la CDU optar a un gobierno sin el apoyo del partido Verde; y que la parte más conservadora de la derecha tradicional, los bávaros de la CSU, hizo una campaña especialmente agresiva contra el programa de transición ecológica, hecho que ha alejado aún más cualquier posible entendimiento.