Kamala Harris y Donald Trump saben en qué enclaves se juegan las elecciones de EE.UU. 2024, con la votación del próximo 5 de noviembre. El último fin de semana, la vicepresidenta y el expresidente de Estados Unidos han dedicado todas las horas posibles a los votantes de los conocidos como swing states: aquellos estados donde, sin garantías para uno ni otro partido, se deciden los votos electorales clave para asegurar la mayoría que abre la puerta al Despacho Oval. El sistema estadounidense, donde el ganador de la circunscripción se lleva todos los representantes correspondientes -haya ganado por un voto o por un millón- hace especialmente relevante asegurar cada palmo de tierra, más aún allí donde el mapa no está pintado previamente de rojo ni de azul. Texas será republicana; California, demócrata. No obstante, los contendientes dedican las últimas semanas a pasearse por siete regiones que aún no prometen nada a ningún lado del pasillo congresual. Harris, en Georgia, donde las comunidades afrodescendientes votaron en masa a Joe Biden en las últimas elecciones, otorgando puntos clave para ponerse por delante. Trump, en Pensilvania, en busca de aquella clase trabajadora blanca que, según sus asesores, lo llevó al 1600 de la avenida homónima sobre la promesa de proteccionismo y reindustrialización.
Dar pasos en estas trincheras en disputa es esencial para estabilizar un panorama electoral que se hace más volátil día a día. La última encuesta de Emerson College de Boston sitúa a la líder demócrata un punto porcentual por encima de su rival, con un 49%-48% que no garantiza el nombramiento a ninguno de los dos. Fox News continúa empujando la narrativa de la victoria trumpista, con un sondeo que pone al expresidente dos puntos por encima, con un 50% del voto popular; mientras que el tracking de YouGov y The Economist pone las cifras patas arriba, y sitúa a la vicepresidenta a cuatro puntos de los conservadores. A escasas dos semanas de la jornada decisiva, pues, cada condado en los lugares donde aún nadie domina las preferencias del electorado se vuelve una lucha encarnizada.
Georgia: la clave del 2020 en las elecciones de EE.UU.
Kamala Harris ha visitado durante el fin de semana dos congregaciones eclesiásticas de mayoría afroamericana, en busca de recuperar el impulso que Biden logró en 2020 entre las comunidades negras. Con 16 votos electorales en juego, Georgia fue un histórico bastión Demócrata hasta las elecciones de 1964, cuando se tiñó de rojo como respuesta a la ley de derechos civiles promovida por el entonces presidente y candidato Lyndon Johnson -un caso que se repite en la mayoría de estados del sur profundo-. Las últimas, de hecho, fueron unas elecciones especialmente complicadas en este territorio: los 11,000 votos que terminaron dando la victoria al actual presidente fueron objeto de la llamada de Donald Trump con el secretario de estado Brad Raffensperger que le ha valido una imputación federal por intentar revertir el resultado. La última encuesta local, elaborada por la universidad de Quinnipiac, sitúa al líder ultra siete décimas por encima de Harris.

Pensilvania: los demócratas ya no juegan en casa
Nativo de Scranton, Joe Biden era en sí mismo un activo especialmente valioso en Pensilvania. En 2020, el atractivo entre los votantes tradicionales del aún presidente evitó que Trump convirtiera la victoria de 2016 en una racha conservadora en uno de los entornos clave de la conocida como blue wall: el grupo de estados históricamente azules que han garantizado todas las victorias de los candidatos del partido del burro desde la primera administración Clinton. Ambos comandantes en jefe, sin embargo, se embolsaron los 19 votos electorales del territorio por márgenes extremadamente limitados, y se espera que el 5 de noviembre se resuelva en un cara o cruz. Según el último tracking del sitio web especializado en estadística FiveThirtyEight, elaborado el pasado domingo día 20, los conservadores sostienen una ventaja prácticamente inexistente, de tres décimas. Eso sí, han roto la tendencia sostenida desde el cambio de candidato en el ticket demócrata, desde el mes de julio, de cuatro meses de ligeros márgenes a favor de Harris. Cabe recordar que Pensilvania fue el escenario del intento de asesinato contra Trump del pasado 13 de julio, en un mitin en la ciudad de Butler.
Wisconsin: la otra medalla de Trump
Wisconsin, uno de los estados centrales del medio oeste -y cola final de la blue wall en la región- hizo evidente, con la confirmación de Harris, que los demócratas no quieren repetir los errores de 2016. Entonces, la virtual ausencia de Hillary Clinton en un entorno históricamente industrial, votante azul por excelencia, entregó a Trump los 10 votos electorales y las llaves de la Casa Blanca. Como en el caso de Pensilvania, Biden cambió el relato en 2020 por pocas décimas; y Harris ha querido asegurarse la gracia de los votantes badgers. De hecho, la vicepresidenta rompió su agenda durante la Convención Nacional Demócrata que la coronó al frente del partido para celebrar el primer mitin del brazo de Tim Walz, su -entonces- nuevo vicepresidenciable, en Milwaukee, la principal ciudad del estado. En unas ciudades de amplia mayoría blanca, la apelación a las clases trabajadoras se vuelve clave, y en sus visitas a la región tanto Trump como su rival han dedicado sus discursos más materiales: proteccionismo, por un lado, expansión del estado social por el otro. Allí, tal como apuntan los últimos trackings, Harris tambalea a dos décimas de Trump.
Carolina del Norte: el sur republicano
Si Georgia fue el símbolo de la penetración de Biden en los estados del sur en 2020, Carolina del Norte se quedó en el saco republicano por unos escasos 74,000 votos. A diferencia de otros swing states, el estado de los Tar Heels no registra una continuidad histórica clara -se trata, en términos locales, de un «estado lila»-; si bien solo dos presidenciables demócratas han logrado imponerse: Jimmy Carter y Barack Obama. Como en el caso de Georgia, la tradición demócrata de la primera mitad del siglo XX se truncó en los 60 en medio de la batalla por los derechos civiles. Harris y Walz, dada esta disparidad, han hecho del estado el escenario del despliegue de su programa económico, con un mitin central en la ciudad de Raleigh para presentarlo; mientras que Trump, especialmente alabado por un cuerpo policial marcadamente conservador, ha dirigido sus proclamas desde las Carolinas a la crisis migratoria y el alza del costo de la vida. Por ahora, los trackings sitúan al conservador medio punto por encima de la demócrata, con un 48% del voto estimado.

Michigan: el valor del voto obrero
El estado del motor será clave para decidir el recuento del 5 de noviembre. Con 15 votos electorales, comparte con vecinos como Pensilvania o Wisconsin una tradición progresista, arraigada al poderoso mundo sindical que se articula alrededor de las fábricas del sector del automóvil concentradas en torno a Detroit. Los votantes del estado comparten con la mayoría de estados campo de batalla la relevancia del programa económico en sus preferencias. En este caso -y a pesar de la dificultad que ha encontrado en otras organizaciones obreras- Harris sí que ha asegurado el apoyo de la UAW, la gran marca bajo la cual se agrupan los empleados fabriles, lo que garantiza, al menos, un relevante grueso de voto popular. Aun así, los trackings de FiveThirtyEight la sitúan solo dos décimas por encima de Trump.
Arizona: inmigración y aborto
Con cerca de un tercio de población de origen o ascendencia hispánica, la atracción de los votantes latinx es esencial para optar a los 11 votos electorales de Arizona. En 2020, los demócratas aseguraron la carrera por solo 10,000 votos. Por un lado, la agenda republicana es especialmente viva en el sur: la campaña de Trump ha hecho especial énfasis en el conflicto migratorio en la frontera, prometiendo la «deportación más masiva» de la historia de la federación; y los conservadores locales han intentado aplicar la prohibición total del aborto. Por su parte, Harris -según el análisis del medio US News– parece estar mejor situada entre los votantes hispánicos que su predecesor. Aun así, el estado fronterizo registra la ventaja más significativa de los siete a favor del Great Old Party: el expresidente toma la delantera en los recopilatorios de encuestas por 1.8 puntos porcentuales.
Nevada: el más pequeño de los ‘battlegrounds’
Conocido como El estado de plata, solo agrupa seis votos electorales -que pueden ser clave en la suma final-. A diferencia de otros considerados swing states, los demócratas acumulan seis victorias consecutivas, si bien sus márgenes han caído de manera sostenida elección tras elección. El mismo Joe Biden, de hecho, ganó por solo 34,000 votos. También cerca de la frontera, comparte las preocupaciones por la inmigración de Arizona. Aun así, la economía la ha superado en las últimas consultas a la ciudadanía, dada su tasa de desempleo del 5.1%, la tercera más elevada de toda la federación. Por ahora, Harris supera a su rival conservador en las encuestas por medio punto, a pesar de que Trump sale de una importante movilización de bases republicanas tanto en las primarias como en las últimas mid-term.

