Las últimas horas antes de unas elecciones a la presidencia de los Estados Unidos -y las de este 5 de noviembre son de especial hostilidad- generan una multitud de giros en las previsiones de voto. En las últimas horas, uno de los más contundentes de los últimos años ha supuesto un golpe importante para la campaña republicana y su líder, el expresidente Donald Trump: un pequeño estado del medio oeste, el tradicional bastión conservador de Iowa, parece estar girando a la izquierda. Así lo indica la última encuesta del periódico local Des Moines Register, dirigida por la pollster estrella J. Ann Selzer, una de las mejor consideradas por los estrategas de Washington por su contacto con los movimientos de las bases electorales de su demarcación. Los resultados de la Iowa Poll apuntan a una victoria -estrecha, pero con cierto margen- de Kamala Harris en un territorio donde los demócratas no se imponían desde la era Obama. Incluso en 2020, cuando el electorado llevó a Joe Biden a la Casa Blanca, Trump se impuso en uno de los estados rurales por excelencia de la federación. Ahora, sin embargo, las cifras están claras en un sentido opuesto: 47% para Harris, 44% para Trump.
Selzer, cabe decir, se ha ganado su reputación como experta en datos electorales. Sus previsiones han acertado, con un margen de error de entre uno y dos puntos porcentuales, todos los resultados electorales de Iowa en carreras nacionales -presidenciales, Congreso o Senado- de la última década y media; e incluso el gurú del análisis político Nate Silver la considera la número 1 en su campo. Su predicción para el 5 de noviembre, así, toma especial relevancia: por el respeto a la figura, pero también por el giro de 180 grados que supone respecto de los últimos estudios demoscópicos. En julio, cuando Joe Biden aún era la cara visible de los demócratas para optar a la Casa Blanca, Trump lideraba los trackings por más de 18 puntos porcentuales, y los seis votos electorales que le corresponden parecían inalcanzables para el partido demócrata. «Selzer tiene una sólida historia de cambiar el sentido común electoral y terminar teniendo razón», escribía Silver en una publicación de su substack personal. En caso de que esta fama se haga valer, la encuesta indica un cambio de tendencia que, a juicio de los expertos locales, puede superar con creces las fronteras del estado del río Sioux.

Una composición llamativa
Si el resultado previsto por la encuesta ya es, de por sí, llamativo, la composición del voto que daría los seis votos electorales a Harris lo es aún más. Lejos de activar los sufragios que se consideran patrimonio de la vicepresidenta -jóvenes, profesionales liberales, personas no blancas, trabajadores sindicalizados…-, el partido del burro habría movilizado perfiles tradicionalmente conservadores. Ganaría, sorprendentemente, entre los votantes mayores de 65 años; una victoria que se hace abrumadora si se diferencia por género: el fundamento de la mayoría serían las mujeres mayores y políticamente independientes -es decir, aquellas que no están preinscritas en ninguno de los dos partidos mayoritarios-. De hecho, Harris duplicaría el apoyo de Trump entre las mujeres de más de 65, con un 63% de los apoyos frente al 28% de su rival.
La lectura de Selzer es clara: el voto femenino se está movilizando contra la dura prohibición absoluta del aborto a partir de las seis semanas de gestación impuesta por la gobernadora Kim Reynolds. Una votante consultada por el Des Moines Register -una independiente cercana a los 80 años- aseguraba que «las políticas en salud reproductiva y en la capacidad de las mujeres para elegir el cuidado de su propia salud» fueron el factor decisivo. Y, como ella, una multitud de ejemplos. Es este dibujo, de hecho, el que hace dudar a los analistas de Washington. No es tan relevante que Harris gane los seis votos; pero sí cómo lo hace. Las mayorías que construye en Iowa serían, para Silver, reproducibles en otros estados mucho más influyentes. Cabe recordar que ninguno de los dos candidatos ha hecho campaña en las ciudades y pueblos del estado. Sí lo han hecho, sin embargo, en sus vecinos fabriles: Michigan, Wisconsin y, un poco más lejos, Pensilvania.
El deslizamiento de Harris
Así, la encuesta de Selzer se convierte en una piedra de toque para el patrón que dibuja de cara a otros estados con composiciones poblacionales comparables a Iowa: una base de voto mayoritariamente blanca, sin una amplia clase media y tendente al envejecimiento. «La edad y el género -escribía Silver en reacción a los resultados- son los dos factores que más explican las cifras»; con unas condiciones replicables a toda la región. En caso de que se cumplan las previsiones del Register, pues, Harris sería «muy favorita» para llevarse los tres estados clave de la blue wall -la continuidad tradicionalmente demócrata entre los grandes lagos y la costa este, que en 2016 votó mayoritariamente a Trump como castigo a Hillary Clinton-. Llevarse Michigan, Wisconsin y Pensilvania significaría, pues, una victoria virtual -y amplia- del partido Demócrata. A la espera de los resultados en directo, que no se conocerán hasta la madrugada del 5 al 6, las tendencias que muestran los votos adelantados fundamentan esta tesis. Según los datos de la CNN, en una encuesta realizada a ciudadanos que ya han emitido su voto por correo, Harris ganaría los tres estados con lo que los estadounidenses llaman un landslide -un deslizamiento-: un 61% de votos en Michigan, frente al 35% de Trump; un 60% en Wisconsin, donde los conservadores se quedarían en el 38%; y un 57% en Pensilvania, respecto al 40% del referente ultra.