Las elecciones alemanas de este domingo, que han batido récords de participación electoral desde la reunificación del país en 1990, dejan un mensaje claro para Europa: la derecha se encuentra más fuerte que nunca, pero la extrema derecha sube por todas partes y experimenta un ascenso preocupante en la Unión Europea. Tanto, que después de las elecciones alemanas, la extrema derecha ya suma el 25,5% de los votos en los parlamentos de los estados miembros gracias a los más de 60 millones de europeos que han votado partidos de ultraderecha en el último ciclo electoral en el continente. Los democristianos de Friedrich Merz se han alzado con la victoria en las urnas obteniendo un 28,5% de los votos, mientras que AfD ha subido 10 puntos y se ha posicionado como segunda fuerza política del país (20,8% de los votos) a costa de los socialdemócratas de Olaf Scholz, que han quedado relegados al tercer lugar (16,4%), obteniendo los peores resultados de su historia.
El ascenso de AfD acelera la deriva ultraderechista en Europa
El éxito de AfD evidencia el auge de la ultraderecha en Europa. Los 10,3 millones de votos conseguidos por el partido de Alice Weidel —todo un hito para la formación, que ha duplicado su apoyo electoral— han consolidado el peso de las formaciones extremistas en las cámaras legislativas, haciendo que los partidos situados a la derecha del Partido Popular Europeo superen el 25% del total de votos emitidos en los parlamentos nacionales de los estados miembros de la Unión Europea. Tras los resultados de ayer, Alemania se coloca como el segundo país de la UE con mayor apoyo popular a la ultraderecha, con un total de 10,3 millones de votos. A la cabeza de la lista está Francia, donde el fenómeno ultra ya suma 10,8 millones de seguidores, con el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen como principal referente —en la primera vuelta de las últimas elecciones a la Asamblea Nacional, 9,3 millones de personas le dieron su apoyo. No obstante, el auge de AfD ha situado a esta formación como el partido de extrema derecha más votado en números absolutos en la UE.
A pesar del crecimiento de AfD, ninguna formación de extrema derecha europea ha alcanzado el nivel de apoyo que tiene el Fidesz de Viktor Orbán en Hungría. En las últimas elecciones legislativas húngaras, el partido de Orbán obtuvo el 54,1% de los votos, situándose como el referente de la ultraderecha comunitaria. Además, sumando los votos del Movimiento Nuestra Patria (MHM), la extrema derecha acumula el 60% del apoyo electoral en Hungría, posicionando al país como un referente de esta tendencia en Europa.
El auge de las formaciones situadas a la derecha del PP también se ha hecho notar en otros países. La República Checa es el segundo país de la UE con una mayor presencia de ultraderecha en su parlamento, gracias a más del 40% de los votos obtenidos por diversas formaciones, lideradas por ANO, partido miembro del grupo Patriotas por Europa. En Polonia, el partido Ley y Justicia (PiS), fundado por los hermanos Kaczyński, y otros partidos afines, suman el 35,6% de los sufragios. En Italia, la extrema derecha ha experimentado un ascenso meteórico con Hermanos de Italia, de Giorgia Meloni, que logró una cuarta parte de los votos en las elecciones de septiembre de 2022. Si a este apoyo se suma el de la Liga Norte de Matteo Salvini, el porcentaje se eleva hasta el 34,8%, superando por poco el 34% de la extrema derecha en Francia, donde el Reagrupamiento Nacional de Le Pen y el partido Reconquista de Éric Zemmour suman fuerzas.
Una presencia desigual en Europa
A pesar de este crecimiento, la extrema derecha aún no ha conseguido representación parlamentaria en países como Eslovenia, Irlanda y Malta. En otros estados, su peso electoral se mantiene por debajo del 10%, como es el caso de Eslovaquia (4,8%), Chipre (6,8%), Grecia (8,6%), Luxemburgo (9,3%) y Croacia (9,6%). En España, Vox se mantiene en una franja «baja» dentro del panorama europeo, con un 12,4% de los votos en las elecciones generales de julio de 2023.

Los resultados de AfD en Alemania confirman la tendencia creciente de la ultraderecha en Europa. Esta dinámica política será clave para el futuro de los 27, especialmente a la hora de configurar mayorías parlamentarias. La ola radical avanza, y cada vez menos países del Viejo Continente parecen estar preparados para enfrentar esta tendencia.

