Hace tiempo existían crónicas de sucesos y no se llamaban true crime. Y los asesinatos espeluznantes no se comentaban en las redes sino en los bares, jugando a la botifarra o al dominó o viendo pasar el tiempo –y la gente– sin mirar el móvil. Este es el origen de un género periodístico más viejo que Gutenberg. De toda la vida se ha hecho. Un oficio que deriva del instinto que tiene cualquier persona, que sabe que si llega a casa y dice «¿sabes quién ha muerto?» tendrá una atención inmediata de la familia que no suele obtener con otros métodos.

En Cataluña, donde el programa de Catalunya Ràdio y TV3 Crims representa el auge audiovisual del género que se ha producido mundialmente en los últimos años, hay muchos periodistas, sobre todo de la prensa local, que han escrito páginas memorables de sucesos durante décadas. Y dos de los más brillantes son Tura Soler –muy conocida por su investigación sobre el asesinato de una pareja en el pantano de Susqueda, al que dedicó un libro monográfico– y Jordi Grau, dos viejos gatos que han visto llegar al nuevo público y se hinchan a vender libros en los que recuperan y actualizan casos enterrados de los que pueden hablar en primera persona. Acaban de perpetrar otro, Sin piedad. Ocho crímenes terribles y crueles, editado por La Campana (Penguin Llibres), como el Sin castigo de hace dos años, y presentado esta semana en un acto conducido por Helena Garcia Melero en la Casa del Libro.

La presentación del libro 'Sin piedad. Ocho crímenes terribles y crueles' (La Campana), con Helena Garcia Melero y los autores, los periodistas Tura Soler y Jordi Grau, de 'El Punt Avui' / S.B.
La presentación del libro ‘Sin piedad. Ocho crímenes terribles y crueles’ (La Campana), con Helena Garcia Melero y los autores, los periodistas Tura Soler y Jordi Grau, de ‘El Punt Avui’ / S.B.

Desde un niño violado y asesinado hasta un drogadicto justiciero

Los casos de Sin piedad son crímenes cometidos en las comarcas gerundenses, que siempre ha sido su principal campo de acción porque su currículum –en el caso de Jordi Grau, después de unos años en el Diari de Girona– está ligado indefectiblemente al diario que empezó llamándose Punt Diari, que después fue El Punt durante años y que ahora es El Punt Avui, desde que se fusionó con la cabecera catalana que pronto cumplirá 50 años.

Lo que se relata en este nuevo volumen son crímenes especialmente crueles, por la víctima –como el del niño de 9 años Fermí Villegas, que fue violado y asesinado en 1980 en Blanes, cerca de su casa, y cuyo asesino nunca se ha encontrado–, por el método –el cadáver que nunca se ha encontrado de Esperança Comas– o por las circunstancias sociales que los rodeaban como el de Carles Riera, un drogadicto de manual de los años 80 que atracaba bancos, robaba a la familia y terminó matando al traficante que lo atraía una y otra vez hacia la heroína, sin que las terapias de desintoxicación pudieran hacer nada. Un asesino que tuvo un destino tan cruel como el crimen que había cometido cuando hizo salir al camello del velatorio de su padre para llevarlo a un descampado, dispararle dos tiros y dejarlo en el maletero de un coche, donde al día siguiente lo encontró su esposa, que lo buscaba desesperadamente para ir al entierro del padre. Riera, después de once años de prisión, murió de un ataque al corazón en Can Brians cuando le quedaban meses para poder solicitar el tercer grado penitenciario.

En algunos de los casos, como el del niño Fermí, se pone de manifiesto la incapacidad del sistema penal para esclarecerlos y hacer lo que se llama justicia. «La justicia humana no ha sido capaz de averiguar quién mató a aquel niño», subrayó Grau en la presentación. Este es un expediente que golpea a los dos autores, que han tomado como lema «los casos prescriben, la verdad no». «No hemos podido llegar a toda la verdad, pero al menos hemos intentado indagar en el autor y en quien enmascaró la investigación», advirtió Tura Soler. De hecho, el padre del niño murió convencido de que alguien poderoso estaba de alguna manera detrás del crimen y lo escribió en cartas que se recogen en el libro.

¿Qué es un crimen perfecto?

A pesar de que vuelven a recoger, como hicieron en Sin castigo, algunos casos sin resolver, no significa que sean crímenes perfectos. Al menos eso es lo que piensan los autores de Sin piedad. «El crimen perfecto es aquel que parece otra cosa, un suicidio o un accidente, por ejemplo en los casos en que alguien cae montaña abajo, es imposible aclarar si alguien lo ha empujado», argumentó Tura Soler. Se pueden añadir los que son casuales, no buscados. Para entender qué significa esto se necesita un ejemplo. Y uno de los mejores es el caso de Porqueres –que no forma parte del libro que acaba de publicarse pero explica el concepto–, en el que un profesor de instituto que vivía en una masía cerca del estanque de Banyoles murió en 1998 de un disparo que recibió al abrir la ventana de la casa, probablemente atraído por algún ruido que había escuchado. Los Mossos d’Esquadra investigaron el caso con insistencia, pero nunca encontraron a nadie con un móvil para matar a la víctima. «Si no hay un móvil, el crimen puede acabar siendo perfecto. Cuando ocurrió el caso de Porqueres estaban de moda los juegos de rol, quizás fue un crimen fortuito. Sin contacto físico y sin móvil, es muy difícil resolver un crimen», reconoció.

Los periodistas Tura Soler y Jordi Grau, de 'El Punt Avui', autores del libro 'Sin piedad. Ocho crímenes terribles y crueles' (La Campana), en la presentación. / Cedida
Tura Soler y Jordi Grau durante la presentación de ‘Sin piedad’, en la Casa del Libro de la rambla Catalunya de Barcelona / Cedida

La otra gran pregunta es si, dejando de lado casos extraños como el de Porqueres, algunos de los crímenes de Sin piedad se habrían resuelto con la tecnología actual. Muchos de los casos relatados se produjeron cuando aún no se realizaban análisis de ADN en las investigaciones criminales. Pero Tura Soler es escéptica: «No lo podemos saber. Muchas veces hay una parte de azar que es insuperable».

Nostalgia de cuando los periodistas tenían tiempo

Sin piedad es un libro sobre crímenes pero también un libro sobre periodismo. De cómo se debe hacer la crónica de sucesos, a menudo asociada a la morbosidad. Para Grau, la clave es «la honestidad». «Hace falta rigor y honestidad, porque la neutralidad no existe». Y el método es «preguntar mucho, repreguntar aún un poco más y no creérselo todo». Inevitablemente, como siempre que le ponen un micrófono delante, Jordi Grau se deja caer con cierto placer por la pendiente de la nostalgia. Ya lo hacía hace treinta años y no dejará de hacerlo ahora, mientras vive el estrés de una jubilación activa pegado al móvil que no tenía cuando iba de aquí para allá persiguiendo fuentes para obtener primicias. «Antes policías y periodistas se conocían más directamente, no había tantas oficinas de comunicación, tantas barreras, pero sobre todo no había las prisas de ahora y los editores te daban tiempo para ir a los lugares y hablar con la gente», sentencia. Aun así, como que lo quiera o no vive en el siglo XXI, esperamos su tuit sobre esta crónica.

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