La periodista y escritora catalana Selena Soro (Barcelona, 1991) vuelve a las librerías con
A pesar de que se trata de una novela fantástica, habla de sentimientos muy vivenciales y reales como el amor.
Por mí el amor es la fuerza que mueve el mundo, y siempre ha sido la fuerza que me ha movido a mí en todo momento, con cada cosa que he hecho en mi vida. Creo que el amor es como la gravedad, a pesar de que no la vemos, la vida no tal como la conocemos no se puede entender sin ella. De hecho, por ejemplo, en la película
Cuando hablamos del amor, pero, también hablamos del luto. ¿Es la otra cara de la moneda?
Sí, en cierto modo. Una de las cosas que dice alguno de los personajes durante el libro es que hay que estar abierto en la vida tanto a las cosas buenas como las malas. En los momentos más difíciles hay que ser valiente, pero también en los bonos, porque quiere decir abrirse al dolor y a la pérdida. En el caso de
¿Escribir la novela ha servido de ‘terapia’ para canalizarlo?
Sin duda. Para mí escribir es una manera de canalizar las emociones, es mi manera de coger el ovillo de lana e irlo desfilando despacio, y poderlo asear. Y escribir sobre todas las cosas que me ocupaban la cabeza durante el proceso de creación de la novela me ha servido para entender y vivir de forma diferente todos los sentimientos que me rondaban. He aprendido muchas cosas sobre el amor, pero también sobre el luto, sin ir más lejos. Después de dar vueltas, creo que no desaparece. Es como un tipo de bola pequeña que se te queda adentro mientras tú vas creciente y construyendo alrededor. De repente, quizás ves que este luto es más pequeño, pero nunca es del todo verdad: el luto es el mismo, pero tú has crecido mucho.
En ‘L’últim corb’, en un mundo donde está prohibido querer, juega con el amor para liberarse, pero también aparece el personaje del esclavo. ¿Somos esclavos del amor?
Somos esclavos de muchas cosas: del amor, del trabajo… En el mundo de ‘Misteris de la boira’ está prohibido querer, pero los sentimientos no están prohibidos. Eres libre de sentir, pero no de compartirlo. Y el que hacen para prohibirlos estimar es llenarlos de trabajo: hay los burócratas que están todo el día trabajando, pero también hay los esclavos que, a pesar de las diferencias, se encuentran en una situación muy similar. Un concepto muy similar a nuestra sociedad, desde mi punto de vista. La gente está tan ocupada trabajando que no tiene tiempo para querer, ni a los otros ni a sí mismo.

Por lo tanto, somos más esclavos del trabajo que del amor.
Creo que se puede ser esclavo del amor, pero no del mismo modo que del trabajo. Y creo que no son dos cosas excluyentes. Creo que, a veces, más que ser esclavos del amor lo usamos como un excusa para esclavizar. El amor en si no es esclavo, pero sí que se puede usar como una herramienta de esclavitud si la manera de querer es posesiva, con discursos como, por ejemplo
Este concepto de posesión que describe va muy vinculado a la monogamia, ¿es por eso que decidió romper con ella?
Durante el proceso de luto, y a medida que iba escribiendo
Este cambio también se ha visto en la escritura.
De hecho, la primera parte de la historia la escribí mientras vivía de manera monògama, y me centré a hablar sobre el derecho a estimar. En cambio, ya la he escrito viviendo de manera poliamorosa y hablo sobre el derecho a estimar como quieras, sin un formato tradicional o marcado. Con el cambio vi que el amor tiene muchas formas de esclavizar, y por eso quería que fuera libre. También, en la historia, hay una especie de triángulo amoroso, pero no me gusta ponerle etiquetas.
¿La sociedad está preparada para empezar a ver más situaciones poliamoroses, o nuevas maneras de relacionarse, dentro de la literatura juvenil, o escandaliza?
Yo creo que cada vez habrá más, porque las novelas muchas veces son un reflejo de la sociedad. Y yo, por ejemplo, en mi caso, los personajes que salen son un poquito un reflejo de mi entorno. A mí me han educado dos madres, y una cosa que echaba de menos a las novelas juveniles cuando leía, cuando era adolescente, era que hubiera más diversidad de orientaciones sexuales, es decir, que no todo el mundo fuera heterosexual. Creo que con los años han empezado a aparecer más referentes y, teniendo en cuenta que cada vez hay más diversidad relacional dentro de la sociedad, las personas echarán de menos dentro de las novelas juveniles ver ejemplos de personajes que se enamoran de dos personas sin la necesidad de tener que prescindir de uno de ellos. Considero que cada vez habrá más ejemplos, más referentes, pero necesitamos más.
¿La sociedad, pero, está preparada por el cambio?
Supongo que la sociedad nunca está preparada por los cambios cuando llegan, pero a veces hay que forzarlos un poco. Creo que, realmente, nunca estamos preparados por nada del que nos llega cuando nos llega. Como sociedad no gustan los cambios, porque estes descolocan, pero tenemos que prepararla. Es fundamental para la convivencia y para que la manera con la cual tú elijas estimar no sea motivo de conflicto. De hecho, sin ir más lejos, la orientación sexual era motivo de conflicto, y se presentaba de este modo a las novelas. En cambio, en estos momentos, en la literatura ya no se presenta tanto como un conflicto, sino como un elemento más de la obra. Espero que llegue un punto en que se pueda escoger con libertad como quieres estimar, independientemente de si quieres hacerlo de manera monògama o no.

Comenta que los cambios no gustan porque descolocan, ¿como se vivió su cambio?
Mi entorno, a excepción de mi familia, siempre ha sido bastante normativo, y me encontré, en el principio con comentarios como
Recuerdo, pero, que hice una entrevista hace poco en Catalunya Ràdio donde dije que tenía
A veces, pero, es necesario poner nombres a las cosas.
Sí, esto es cierto. Yo defiendo que practico la anarquía relacional, más que el poliamor, pero a veces hay que ponerle nombres a las cosas porque si no se nos escapan. A mí lo que realmente me interesa, más que el nombre, es como me relaciono con cada persona, con los límites que se consensúen. Construir vínculos, relaciones, a medida. Yo no me relaciono jerárquicamente, a pesar de que sí que vivo con uno de mis vínculos, que es la persona con quien hace diez años que mantenemos una relación [tres de los cuales de forma poliamorosa], pero los otros vínculos no son jerárquicos. A banda, tenemos un tipo de relación en que nos encontramos todos juntos y nos llevamos muy bien. Es cómo si tuviéramos un grupo de amigos, pero además hay sentimientos románticos y sexo.
Hay que dejar claro, pero, que el poliamor no es solo sexo, por mucho que la gente crea que sí. Ser una persona promiscua, que no es nada negativo, no tiene que estar obligatoriamente ligado al ser una persona poliamorosa.
¿Por lo tanto, la amistad y el poliamor pueden llegar a tener algún punto en común?
Para mí la amistad es el formato ideal de relación, porque es un amor muy libre. En general, a los amigos, o al menos cuando yo era monògama, no los exigía el mismo que a una pareja. Es un tipo de relación en la cual te ves cuando quieres, das lo que quieres y recibes lo que quieres. Es un formato que te hace sentir muy acompañada en la vida. De hecho, ahora muchos de mis amigos se han acabado convirtiendo en mis vínculos, entonces, por mí la amistad es el formato ideal de relación.