Leer, en el mundo del yo tardocapitalista, es un acto tenso. En la mente de algún romántico aún quedan trazas de una práctica introspectiva, aislada en el mejor sentido de los términos. Un momento de conversación con uno mismo a través de la voz de otro. O bien colectiva, conectada. Con el discurso público convertido en commodity y el individuo transformado en marca personal, sin embargo, cualquier libro es un libro de autoayuda. La diferencia entre atender durante unas horas a Hábitos atómicos o al Coses Vistes de Pla se hace imperceptible cuando ambos son ejercicios de proyección -incluso si es interna, el peor tipo de proyección-. El adultismo dirá que es una cuestión generacional, que los jóvenes de hoy… Pero cuando la quinta de mi padre tenía mi edad, todos veían Crónicas Marcianas; y temo que no me creo que la de sus hermanos mayores dedicaran las tardes a consumir debates entre Henri-Levy y Garaudy en la 2. Quizás leer siempre ha tenido un punto de tensión. Quizás, también, en la fase decadente del modo de producción que nos hemos dado entre todos solo los rentistas ociosos tienen tiempo para leer bien, tal como siglos atrás solo los rentistas ociosos tenían tiempo para leer bien. Con la ambición de que las vacaciones de Navidad nos permitan a todos un sabor del dolce far niente que el propietario del piso que alquilo ha convertido en modelo de negocio, me aventuro a compartir una decena de lecturas, razonablemente recientes, para pasar el rato que haya. Es la segunda entrega de la serie ‘Libros para regalar elegidos por 4 generaciones’. Tomamos el testigo de la extraviada generación Z, y nos seguirán la indolente generación X y los boomers malhumorados.
‘La Terra Prohibida’, de Manuel de Pedrolo
Los mismos que nos robaron a Manuel de Pedrolo durante las largas décadas del franquismo -no me consta si en los 80 y 90 el dictador estaba vivo, tendré que consultar- también quisieron desmembrar la celebración de su memoria, el centenario del nacimiento del segarrense, con el 155. No pudieron, porque somos más y somos mejores; y la tetralogía La Terra Prohibida es prueba clara de ello. Los cuatro volúmenes, Les portes del passat y La paraula dels botxins, Les fronteres interiors y La nit horitzontal, sirven de recuerdo visceral de que siempre ha habido un país para quien lo quería mirar. Un bar de la Vall d’Hebron es el epicentro de la actividad de cuatro historias que deben servir al lector para recuperar el hilo que ha unido cabezas y corazones a la pulsión de libertad de Cataluña. La editorial Comanegra, ahora en plena -larga- promoción de la antología pedroliana Prosa de combat, recuperó la obra en 2017 cuatro décadas después de su primera edición pública y pasadas seis desde su concepción. Vendrán más.

‘Fum de fàbrica’, de Joan Salvat-Papasseit
La primera trampa de la lista llega pronto, pero es pequeña. Fum de fàbrica es una traducción, pero una traducción que no debería serlo. Se trata de una recopilación de artículos del poeta barcelonés en la prensa anarquista de principios del siglo XX, que en primera instancia se publicó en castellano, pero que la editorial Manifest trasladó a finales de 2024 a la lengua materna del autor. La producción de Papasseit en los textos compilados es juvenil, ardiente. «Pueblo sin juventud, juventud sin cerebro para forjarse un pueblo, para hacerlo ascender. ¿Quién ama, quién estudia, quién ofrece su vida por la libertad?», cuestionaba. Especialmente relevante es el prólogo, escrito desde la prisión por un todavía joven Àngel Samblancat, donde se encuentra aquella máxima que dice que «España es un presidio en libertad».

‘La roca i l’aire’, de Raül Garrigasait
En un momento en el que tantas fuerzas reaccionarias amenazan el espíritu, el ejercicio de Garrigasait con La roca i l’aire es, además de interesantísimo, conmovedor. En un volumen no especialmente exigente, el solsonés explora la relación -negada, como nota en el prólogo- entre el arte del país y Dios. Recorre, para recuperar sus palabras, una «cripta donde late una vida extraña». Desde el arte medieval hasta la modernidad más esterilizada, el autor encuentra espacios de conversación entre la estética y la fe que revelan mil cosas de Cataluña y sus creadores -y también, supongo, por qué uno no puede dejar de mirar la Magdalena penitente de Tintoretto en los Museos Capitolinos de Roma-.

‘Càntic ritual’, de P. Djéli Clark
Preguntarse qué pasaría si un mal primigenio apareciera en el estado de Georgia en los años 20 es un ejercicio cínico, alienado y solipsista. Por eso precisamente, Càntic Ritual solo es una fantasía gótica si el lector es blanco. El subtítulo de la edición original aclara suficientemente la trama cuando dice algo como Cazando miembros del Ku Klux en el fin del mundo. Después de las múltiples interpretaciones con carga racial que se han hecho de, como mínimo, los conceptos detrás de la obra de H.P. Lovecraft, P. Djéli Clark -el seudónimo de Dexter Gabriel, referido a los cuentacuentos itinerantes de los países de África occidental- realiza la primera que consigue encontrar el giro antifascista que quería el horror cósmico: el odio terrenal hace el mismo trabajo que una deidad galáctica a la hora de empequeñecer la condición humana, de hacernos abandonar aquello que nos hace significar algo. A estos, sin embargo, se les puede ganar.

‘Els Confins i la Tenebra’, de Ricard Efa
El hecho de que exista una ópera del espacio en catalán podría ser suficiente para incluirla en una lista de recomendaciones. Con el permiso de Pedrolo y su Mecanoscrit, no es un género que el país haya querido -podido- explorar con mucha solvencia. El escritor y dibujante sabadellense Ricard Efa hace eso y mucho más con una saga ambiciosa, como es esta Stella Signata que comienza con Els Confins i la Tenebra. La serie es grande, es expansiva; lectora clara de los referentes populares del género, pero también de Asimov o Frank Herbert -en su afán por describir el mundo, imprescindible si se quieren entender los sistemas-. Desarrollada en un sistema solar donde la humanidad ha alcanzado una paz milenaria, pero sombría, que se encuentra al borde del colapso, Els Confins i la Tenebra entienden algo esencial: que la intriga política y social, y también la rebeldía, funcionan mejor en la galaxia.

‘Els Crits’, de Victor Recort
Se debe celebrar y mucho que una voz como la de Víctor Recort se haya decidido a saltar a la novela en catalán a pesar de venir de un entorno castellanohablante. Els Crits es la segunda instancia de esta buena nueva, tras la genial Pont Aeri, publicada ahora hará tres años; y le ha ganado ex aequo el premio Documenta. Recort planta al lector frente a tres protagonistas -antiguas estrellas de la tele-basura venidas a menos- masculinos y de cierta edad y poder, tres senyorus en toda regla, que deben esconder el cuerpo de la nena tomàquet, 40 años menor, que uno de ellos ha matado -«en la puta cuarta ola del puto feminismo»-. Con ellos, explora un mundo que quisiéramos que no existiera, que fuera un recuerdo; pero que nunca llegó a morir, y que en pleno 2025 se atreve a agarrarnos del cuello y volver a gritarnos como se gritaban los protagonistas en las tertulias de los 90.

‘El desig postcapitalista’, de Mark Fisher
El último Mark Fisher ya está en catalán. Manifest ha editado el fantástico Post-capitalist desire, la recopilación del curso sobre el deseo que el papa del comunismo ácido impartió en los últimos meses de su vida en Goldsmiths, en la Universidad de Londres. De la mano de su colaborador Matt Colquhoun, El desig postcapitalista invita a razonar sobre la parte del hecho político que pasa en las entrañas y en la epidermis, y cómo esta sirve para articular a aquellos que sufren -no necesariamente, eso sí, en el sentido de la razón-. Las sesiones del último grado de Fisher se celebraron en el primer año de la era Trump, sin las certezas sobre la extrema derecha que nos hacen temblar en 2025 -con Teresa Jordà ocupando cómodamente la alcaldía de Ripoll, sin ir más lejos-; pero las reflexiones que las ocupan son, por desgracia y por suerte, de plena actualidad.

‘Faraons de Silicon Valley’, de Irene Cordón
El proceso libidinal que describía Fisher ha llevado a una acumulación de poder para unas élites cada vez más refractarias al ser social que son el objeto de análisis de Cordón en este corto, pero contundente Faraons de Silicon Valley. Si parte del Desig postcapitalista explora los conceptos de la deriva reaccionaria, Faraons narra los procedimientos: las palancas del poder, la proyección política y personal de los megamagnates de Palantir, Tesla o Oracle y su relación con el poder. Los pone frente al espejo de su especialidad histórica, Egipto, para mostrar que, en pleno 2025, estamos a merced de unos hombres que solo funcionan si nos convencen de que son dioses, porque aspiran, en palabras del añorado Toni Negri, a ser «infinitos en el espacio y eternos en el tiempo».

‘Tan bonica i tirana’, de Blanca Llum Vidal
A pesar de que este año Blanca Llum Vidal ha irrumpido en la narrativa con Maripasoula -también merecedora de formar parte de un listado de favoritos- Tan bonica i tirana, Premio Carles Riba de poesía 2024, sacude tanto que aún no ha dejado de temblar. «Sanguinaria, revolucionaria y erótica», la poetisa de la Barceloneta es imprescindible, porque sus versos se sienten en el cuerpo, cada uno en la arteria donde toca. Salí de la bestia con rechazo y de repente, mirándola de cara, perdí el vacío, la sumisión y el colapso y entré en la otra bestia, la que estaba cerca, la que era yo, la que era mía.

‘Lisa Cohen’, d’Ada Klein Fortuny
La primera novela de Ada Klein Fortuny, cinco años después del peculiar La pesta blanca, es jovial de la mejor manera posible. La protagonista, que da nombre a la historia, recupera en forma de carta memorias de su vida a través de las relaciones amorosas que la han ordenado, la mayoría de las cuales aún conserva. Klein Fortuny ofrece una lectura del amor y el desamor y las pocas cosas que hay entre medio desde la madurez, desde la alegría de ya haber vivido las peores turbulencias. Y todo desde una intimidad que la matiza: incluso las experiencias duras y oscuras que le narra a quien debe recibir su epístola son al turno carnales y ligeras, como todo aquello que nos pasa cuando ya nos ha pasado en otra vida. Lisa Cohen, a escala personal, cierra bien una lista para recordarnos que el futuro, aunque tambalee, está ahí -incluso, y es muy probable que así sea, si no tiene razón-.


