El arzobispado de Barcelona conocía los abusos del cura de Caldes d’Estrac Josep Vendrell al menos desde 1975. Aquel año un “fiel católico” envió una carta para pedir el traslado del entonces rector de Caldes a un destino donde no hubiera “ningún niño”. El arzobispado ha encontrado la denuncia en sus archivos a raíz de las denuncias contra Vendrell. «Creo que por caridad se tiene que poner en manos de un médico”, decía el padre. Las víctimas sospechan que debe haber más afectados en Moncada y Reixach, donde hizo de rector entre el 1975 y el 1990.

Vendrell, muerto en 2004, ha sido acusado de abusos sexuales por una veintena de personas durante las décadas de los 60 y los 70. Las víctimas eran niños de entre 8 y 15 años y algunos sufrieron violaciones semanales. El arzobispado ha hecho pública toda la documentación sobre el padre que hay en sus archivos, entre la cual hay la carta del padre y un informe del rector de una parroquia próxima que recoge la “manifestación de algún joven” a quién Vendrell había pedido «una práctica sexual inmoral”.

El vicario judicial del arzobispado de Barcelona, Santi Bueno, ha asegurado en Catalunya Ràdio que las acusaciones de abusos “se tendrían que haber investigado” y que es una “vergüenza” que en aquel momento no se hiciera nada. Bueno ha defendido que el archivo del arzobispado tiene “miles de documentos” y que sin una denuncia concreta era difícil de encontrar documentación vinculada a presuntos casos de abusos sexuales.

Controversia en Caldes d’Estrac por las prácticas del cura

La información publicada por el arzobispado describe una “cierta controversia” en Caldes d’Estrac desde la Semana Santa del 1975 hasta agosto del mismo. Por un lado, dos escuelas parroquiales del municipio tenían que pasar a manos públicas, cosa que Vendrell no quería. En paralelo, el rector de una parroquia próxima hace dos informes que constata el enfrentamiento “insostenible” del cura con el Ayuntamiento por «la atención y la actitud pastoral del rector” y la manifestación de algún joven sobre las prácticas sexuales inmorales que solicitaba.

Entre la documentación también hay dos cartas. La del padre que pide el traslado del cura y otra de las religiosas que llevaban la escuela parroquial, que defienden al sacerdote y consideran que las acusaciones son infundadas. El arzobispado asegura que no tiene «ninguna denuncia directa de las víctimas o de sus familias” y no hace ninguna mención a las decisiones que se tomaron respecto al cura.

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