Las últimas nevadas han vuelto a emblanquecer el Pirineo y el Prepirineo catalán. Coincidiendo con Semana Santa, este año en plena primavera, los pueblos montañosos del norte del país han vuelto a ofrecer paisajes que recuerdan a los meses más fríos del año. Estas últimas nevadas, pues, permiten a los visitantes disfrutar de una naturaleza emblanquecida, pero con las temperaturas de la primavera. Un buen destino para descubrir durante esta Semana Santa es Bagà, un pequeño pueblo situado en la comarca del Berguedà con mucha historia escondida entre sus paredes y reconocido por su gastronomía tradicional. Esta villa, que tiene casi 2.200 habitantes, según los últimos datos censales del Instituto de Estudios Catalanes (Idescat), había sido históricamente la capital del Alt Berguedà.

Bagà está situado en el valle del río Bastareny, a unos veinte kilómetros de Berga y casi treinta de Puigcerdà, por lo que es un destino ideal para realizar una ruta por los mejores parajes del Pirineo catalán. Paseando por el entramado de callejuelas que conforman la villa hay diferentes espacios que se deben descubrir. Según la página web de turismo del municipio, el primer elemento que se debe visitar es la plaza y la puerta de l’Especier: «Esta plaza debe su nombre al olor que desprendían las especias utilizadas para hacer potingues de la farmacia que había en una de las casas», recuerdan desde la web de turismo, en la que aseguran que esta plaza es «uno de los rincones más típicos» de Bagà. Otro de los puntos que se debe descubrir es la plaza Rescat de les cent donzelles, en honor a la leyenda que se extendió por la comarca durante toda la edad media.

Imagen de la plaza Porxada de Bagà entre los años 1880 y 1923 / Credit Commons

Un pueblo con siglos de historia

La histórica capital del Alt Berguedà tiene siglos de historia. Su localización actual, según los documentos encontrados, data del siglo XIII, momento en que los Barones de Pinós comenzaron a construirla. En aquel momento, los dueños del pueblo edificaron el actual casco antiguo alrededor de una gran plaza, la iglesia de Sant Esteve -otro de los principales puntos de interés turístico del municipio por su combinación de estilos arquitectónicos- y el palacio de los Barones. El palacio, sin embargo, no se puede visitar en estos momentos, ya que está en proceso de restauración para rehabilitarlo de todos los usos que ha tenido a lo largo de la historia.

Aunque buena parte de la vida de los vecinos del pueblo había estado dedicada al campo, ahora este municipio se ha convertido en una población enfocada al sector de los servicios, especialmente en el ámbito del turismo, debido a su situación dentro del Parc Natural del Cadí-Moixeró y la proximidad a las estaciones de esquí de la Molina y la Masella. Además, también es un pueblo conocido por su gastronomía tradicional.

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