La emergencia que vive Cataluña por la falta de lluvias, a pesar de que los últimos chubascos han mejorado muy ligeramente la situación de los embalses, ha puesto sobre la mesa el uso de los recursos hídricos. De hecho, una de las restricciones acordadas por el Gobierno para reducir el consumo de agua afecta el uso de las duchas en las equipaciones deportivas. El debate por esta medida ha reavivado otro que hace años que dura: ¿nos duchamos demasiado? ¿Qué efectos tiene para la piel ducharse cada día o incluso más de una vez en el día? Según un estudio de la Universidad Harvard, ducharse cada día con jabón es perjudicial para la piel porque “se elimina una capa fina que la protege de agentes externos y bacterias”.

Ducharse solo con agua también limpia

Una tesis que también sustenta Ramon Grimalt, doctor en Medicina y Cirugía especialista en dermatología y profesor coordinador de la Universidad Internacional de Cataluña (UIC): “No tenemos que confundir lavarse con desengrasarse [refiriéndose a las grasas cutáneas]. Cuando nos duchamos, la suciedad ya marcha con agua, el jabón nos saca las grasas de la piel, que son beneficiosos para nuestro organismo”, argumenta en conversación con El Món.

Unas diferencias que, según Grimalt, la sociedad ha entendido “muy bien” aplicado a otros ámbitos: “Cuando cortamos pan pasamos agua al cuchillo para sacar los muelles, porque ya vemos claro que no hay que poner jabón, pero cuando cortamos longaniza, tenemos claro que tenemos que poner jabón para limpiarlo”, apunta. Así pues, de este símil, se extrapola una conclusión: no es negativo ducharse con agua las veces que cada cual considere cada día, pero sí desengrasarse. Es decir, usar un jabón con producto «detergente».

En este sentido, pero, la dermatóloga del Hospital Clínico y la Clínica Dermik en Barcelona y autora del libro Piel sana in corpore sano, Andrea Combalia, asegura que “tener una correcta higiene corporal es fundamental para eliminar la suciedad y la contaminación que impregna la piel día detrás día”, especialmente con la llegada de las “altas temperaturas”. Ahora bien, para la dermatóloga, es «muy importante» diferenciar entre un «jabón tradicional», es decir, los productos con un pH -la medida cuantitativa de la acidez de una disolución- alcalino que retira la capa de grasa superficial -conocida técnicamente como barrera lipídica-, y los «jabones sin jabón», que son los que ayudan a retirar las «impurezas» que aparecen a la superficie de la piel: «Estos jabones [recomendados por los dermatólogos] eliminan el exceso de grasa, pero respetan la barrera lipídica de la piel. Sacan el que no volamos, pero mantienen la barrera cutánea», asevera.

Imagen de un bote de jabón / EP

Encontrar un “equilibrio” para la piel

Ramon Grimalt considera que no se puede dar una respuesta “categórica” a la pregunta de cada cuánto hay que ducharse, puesto que la piel de cada individuo tiene sus propias características. Ahora bien, insiste que “encontrar un equilibrio” entre desinfectarse mucho y no hacerlo es la mejor manera para cuidar la piel. El dermatólogo pone especial énfasis en la necesidad de no ducharse con jabones con detergente constantemente, puesto que esto puede eliminar el “microbioma” cutáneo que protege el organismo de bacterias: «Tenemos que tener una piel correctamente contaminada», apunta Grimalt, refiriéndose a los “bacterias beneficiosas” que fabrica el mismo organismo. Andrea Combalia coincide que hay que mantener un «equilibrio» a la piel, y considera que la mejor manera para conseguirlo es sustituir el jabón tradicional, con un pH alcalino, que «echan a perder la piel», por productos con un pH 5, puesto que igualan el grado de acidez de la superficie de la piel: «Mantener el pH estable ayuda a hacer una higiene correcta sin alterar la barrera lipídica de la piel».

¿Qué pasa con el pelo?

Una situación que no es extrapolable en los cabellos, puesto que las diferencias cutáneas de la zona hace que el jabón interfiera de una manera diferente: “Enjabonarse los cabellos dos veces en el día no es negativo para la piel capilar, es simplemente una cuestión de estética”, asevera con firmeza Grimalt, que asegura que la grasa que se genera en el pelo tiene una relación directa con el número a veces que cada cual se lava el pelo. “Si te lavas tres veces en el día el pelo, genera grasa más deprisa. No cambia la salud, solo el aspecto”, puntualiza.

En este sentido, pero, la dermatóloga Combalia discrepa de Grimalt: «El cuero cabelludo es una parte de la piel que requiere una higiene adecuada porque, si no se cuida como toca, el exceso de grasa en los cabellos puede hacer aparecer dermatitis o, incluso, la proliferación de ciertos hongos». Es decir, que mientras Ramon Grimalt afirma que lavarse el pelo para sacar la grasa es más una cuestión «estética» que de «salud», Andrea Combalia considera que es «fundamental» para la cura del cuero cabelludo.

Imagen de archivo de una ducha | Pixabay
Imagen de archivo de una ducha | Pixabay

El uso de cremas para rehidratar la piel

El dermatólogo sospecha que detrás las dudas sobre sí es contraproducente ducharse cada día una vez o más o no hacerlo se esconde un fuerte “tejido empresarial” dedicado a la higiene personal. Para Ramon Grimalt, el máximo exponente de “la absurdidad” del negocio de la salud de la piel son las cremas hidratantes: “La mayoría de las cremas no tienen un verdadero impacto cutáneo. ¿Qué sentido tiene sacar las grasas naturales de la piel con jabón y volver a aplicar después con productos hidratantes?”, se pregunta el dermatólogo, que asegura, pero, que el principal problema para la piel «es el jabón».

En cambio, Andrea Combalia sí que defiende el uso de cremas para rehidratar la piel: «Las cremas sirven para mantener un balance estable de la piel, puesto que, más allá de los jabones tradicionales, la fricción constante con la ropa también lo acaba malogrando«, apunta la dermatóloga. A banda, también argumenta que estos productos son útiles para combatir los «cambios de temperatura» -cada vez más acentuados por la emergencia climática- que «resecan la piel» y la exposición al agua salada o al cloro de las piscinas: «Una hidratación externa es de gran ayuda para mantener la piel en equilibrio», argumenta. Así pues, a pesar de las diferencias en algunos puntos de vista, ambos dermatólogos coinciden que el uso excesivo de jabones tradicionales, es decir, los que llevan componentes detergentes, pueden ocasionar consecuencias nocivas para la piel.

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