La adicción al tabaco es una de las principales causas de enfermedades y muerte prematura en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por esta razón, hace ya más de una década que esta organización impulsó un plan para luchar contra el tabaquismo e intentar paliar los efectos del consumo de esta sustancia nociva. Se trata de las medidas de control ‘MPower’, que empezaron a implementarse en 2011. Trece años después, la OMS ha publicado un informe en el cual demuestra que el plan de acción ya ha empezado a dar sus frutos. El documento detalla que el número de personas adultas fumadoras ha bajado de un 33% de la población mundial en 2000 a un 20% en 2022, es decir, unos 1.250 millones de personas que consumen tabaco regularmente, aproximadamente. Desde la OMS destacan el trabajo hecho por países como Brasil, que han conseguido reducir un 35% el porcentaje de la población fumadora, y Turquía, puesto que son los dos países donde las medidas implementadas han obtenido «resultados óptimos».

Ahora bien, la realidad catalana no es la misma. Según datos facilitados por el Departamento de Salud de la Generalitat, el consumo de tabaco no disminuye bastante en Cataluña, donde todavía fuman regularmente cerca de 1,5 millones de personas, bien sea cada día u ocasionalmente. «En la región europea de la OMS hay una tendencia de reducción, pero en Cataluña la bajada continúa estancada», asegura el jefe del Servicio de Prevención y Control del Tabaquismo y de las Lesiones de la Agencia de Salud Pública catalana, Josep Maria Suelves, en conversación con El Món. Las cifras catalanas indican que el porcentaje de población adulta que consume tabaco ha pasado de un 29,4% en 2002 a un 24,1% el 2022, es decir, que a pesar de que hay una tendencia a la baja, la reducción avanza lentamente. Unas cifras, también, que revelan que la dinámica mediana del mundo es más favorable que la de Cataluña.

Un hombre preparando un pitillo con tabaco de líar. / EP

Altibajos y brecha de género: las mujeres dejan más de fumar

A pesar de que la reducción del tabaco es sostenida, en los últimos veinte años se han producido varios altibajos. Según los datos de la OMS, entre 2000 y 2010 la tendencia de consumo vivió un ligero repunte, que superó el 33% de principio de siglo, pero enseguida hizo un giro de 180 grados y empezó a revertirse rápidamente hasta llegar a la cifra actual. Los datos de Cataluña muestran que el tabaquismo se ha reducido de manera más sostenida, pero también con algunos repuntes en 2012, 2019 y el mismo 2022. De hecho, en 2021 el porcentaje de población catalana fumadora era del 22,6%, mientras que el año siguiente escaló hasta el 24%. «Hemos notado una diferenciación de género en el descenso sostenido del consumo de tabaco. Las mujeres dejan más de fumar que los hombres», asevera Suelves. Actualmente, los datos de Salud revelan que un 19,6% de las mujeres consumen tabaco diariamente o de manera ocasional, mientras que el porcentaje de hombres aumenta hasta el 28,8%.

Para el experto, la reducción del consumo de tabaco responde a las actuaciones de las administraciones para hacer frente a esta adicción, a pesar de que admite que todavía queda «mucho trabajo para hacer». «Cuando se prohibió fumar en el interior de espacios públicos, de bares y de los aviones, entre otros muchos lugares, se inició un cambio de cultura entorno esta sustancia», argumenta. Desde entonces, los gobiernos del mundo han continuado tomando medidas para intentar frenar el tabaquismo. La última, y muy sonada, es la prohibición de fumar en las terrazas de los bares que, según aseguró el consejero de Salud, Manel Balcells, en una entrevista en Catalunya Ràdio el pasado 17 de diciembre, tienen la intención de que se haga efectiva este 2024: «No queremos hablar de prohibir, sino de proteger el fumador pasivo, todas las personas que no fuman», argumentaba el responsable del Departamento.

Para Suelves, estos pequeños pasos que se han ido haciendo a lo largo de los años han conseguido cambiar la concepción cultural del tabaco y han hecho que cada vez «se empiece más tarde a fumar»: «Gracias a la concienciación hay más gente que tiene la voluntad de dejar de consumir tabaco y cada vez se empieza a probar de más mayor, una cosa positiva para la salud de la población más joven», asevera.

Imagen de pitillos electrónicos de diferentes sabores y olores en un estanco / EP

Los cigarrillos electrónicos, un nuevo reto

El informe de la OMS y los datos de la Agencia de Salud Pública de Cataluña constatan que la aparición de los cigarrillos electrónicos -los aparatos que evaporizan una mezcla de nicotina, propilenglicol y otros compuestos químicos, y que se utilizan inhalando el vapor producido-, popularmente conocidas como ‘vapeadores’, han supuesto un nuevo reto en la lucha contra el tabaquismo: «Estos ‘trastos’ son un problema potencial, puesto que consiguen introducirse con facilidad entre la gente más joven», asegura Suelves. Uno de los principales alicientes de este producto son los «aromatizantes» -prohibidos en el tabaco tradicional- que se le añaden al tabaco para darle un sabor y olor más agradable, cosa que lo hace susceptible de extenderse entre los adolescentes y hacer de «puerta de entrada» al consumo de tabaco convencional.

Para hacer frente a esta problemática, el gobierno español ha aprobado esta misma semana un decreto que equipara la regulación del tabaco calentado a la de los cigarrillos tradicionales y prohíbe los productos con aromatizantes. Además, como ya se hace con el tabaco tradicional, también obliga los cigarrillos electrónicos a advertir en el etiquetado que es un producto perjudicial para la salud. A pesar de las nuevas medidas, Suelves considera que los ‘vapeadores’ todavía suponen un «problema» para la batalla contra el consumo de tabaco: «Con el descrédito que tiene el tabaco convencional, estos aparatos suponen una amenaza», concluye. A persar del reto que supone hacer frente a esta nueva realidad, la lucha contra la adicción continúa dando pasos hacia adelante.

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