El cáncer es la enfermedad más temida porque, de hecho, es la primera causa de muerte en todo el mundo. El 2020 se produjeron 10 millones de muertes por esta enfermedad y se espera que en el 2030, solo diez años después, se superen los 11 millones. Esto supone que casi una de cada dos personas tiene riesgo de sufrir cáncer y según la Sociedad Española de Oncología Médica el 35% de las muertes por cáncer se pueden relacionar con la dieta y el estilo de vida. En este sentido, la experta Alejandra Menassa de Lucia, médica internista, apunta a que se podría reducir el riesgo con la práctica del ayuno prolongado bajo supervisión médica dado que los tumores están formados por «células rebeldes» que «consumen mucha más glucosa que las sanas». Por eso la experta apunta a «matar de hambre» a estas células con una pauta de ayuno controlado.
La transformación de una célula normal a una tumoral tiene que ver con los factores genéticos y con los agentes externos. Por ejemplo, con los carcinógenos físicos -las radiaciones ultravioletes o ionizantes-, los químicos -amianto, tabaco, arsénico, aflatoxinas- o los biológicos -virus-. También influyen el envejecimiento y la dieta, por ejemplo por los nitratos, nitritos, nitrosaminas, alimentos bajos en fibra, la alta ingesta de grasa y el déficit de vitamina A, C y E. El alcohol, especialmente cuando se combina con el tabaco, se relaciona mucho con el cáncer de esófago y de boca.
La obesidad, muy relacionada con el cáncer
La obesidad, de hecho, está relacionada con el cáncer de una forma directa, mientras que hay evidencias que el consumo de vegetales, fruta y fibra tienen un efecto protector. Aproximadamente un 5% de los cánceres en Europa son atribuidos a la obesidad, especialmente el cáncer de mama en mujeres post-menopáusicas, el colon-rectal, el de riñón, el de endometrio y el adenocarcinoma de esófago. La alimentación tiene especial importancia para mantener la salud. Actualmente se utilizan 2.500 componentes diferentes en el procesamiento industrial de los alimentos, como por ejemplo colorantes, emulsionantes, estabilizadores o antioxidantes. Esto hace que haya dietas con especial riesgo, como por ejemplo, el exceso de consumo de carnes rojas procesadas, que se asocia al cáncer de colon cuando se come demasiada o los alimentos salados, que se relacionan con el cáncer gástrico. El consumo de grasa animal también está directamente relacionado con el cáncer de mama, de colon, de recto, de endometrio, de ovario y de próstata.

Los beneficios del ayuno durante el cáncer y su tratamiento
Según el bioquímico Valter Longo hay evidencias de que el ayuno hace que la quimioterapia sea más efectiva y que protege las células sanas durante el tratamiento de la enfermedad. El experto apunta que el sistema inmune se fortalece a partir del ayuno tanto en ratones como en otros animales superiores, lo que permite afirmar que también se produce este mecanismo en humanos. El ayuno se tiene que hacer uno o dos días antes de la quimioterapia y durante el día del tratamiento. El ayuno hace que se maximice el trabajo sobre las células cancerosas, que consumen 18 veces más glucosa que las sanas, y minimizar el que se hace sobre las sanas. Para maximizar este trabajo en las células enfermas hace falta un entorno con abundante glucosa y IGF-1.
«Con el ayuno conseguimos que el organismo descanse y se libere de los esfuerzos digestivos, mecánicos, secretores y nerviosos con que habitualmente gestiona la ingesta de alimentos», apunta la nutricionista Cristina Bellido. La experta insiste que con el ayuno el cuerpo «reutiliza los excedentes de energía en favor de la salud» y ahorra energía para «dedicarla a procesos de limpieza, eliminación y excreción» como por ejemplo la reparación de tejidos y reajuste metabólico.
Las fases del cuerpo con el ayuno
Si el cuerpo no tiene suficiente glucosa para las células empieza el siguiente proceso. Primeramente se produce un aumento de formación de reservas y después empieza la post-absorción. Entre las 6 y las 24 horas baja la insulina y aumenta el glucagón. Posteriormente, entre las 24 y las 48 horas se gesta la gluconeogénesis de aminoácidos y glicerol. Después, entre 1 y 3 días después del comienzo del ayuno, se entra en cetosis y una vez pasan cinco días empieza la fase de conservación proteica.