La asociación Metges-Salut pel Català ha puesto en marcha este año un programa de acogida lingüística y cultural para los 110 residentes de primer año del Hospital Clínic de Barcelona, entre los cuales hay médicos, enfermeros y farmacéuticos, entre otros profesionales. De hecho, según datos del Colegio Oficial de Médicos de Barcelona, el 50% de los nuevos colegiados son médicos provenientes de áreas geográficas sin contacto con el catalán, lo cual les hace incorporarse al trabajo con grandes dificultades con el idioma o incluso desconocimiento absoluto. El objetivo de la iniciativa es facilitar la integración lingüística y cultural de los médicos que acaban de llegar a Barcelona y dejar claro que la lengua es importante para trabajar en Cataluña. El doctor Lluís Mont, presidente de Metges-Salut pel Català, destaca en conversación con El Món que este año se han apuntado al programa 65 de 110 residentes y subraya que «la ventaja que tiene es que sabes que estará cuatro o cinco años aquí, y sentirse acompañado por la institución es importante, porque es mucho más amable ofrecer un camino y ayudarle a entender por qué debe aprender catalán».

El programa, según explica Mont, no solo está dirigido a residentes que llegan de fuera, porque «hay que concienciar a todo el mundo». «Es un programa dirigido a todos, sean de aquí o de fuera», y añade que los médicos catalanes pueden colaborar «haciendo parejas lingüísticas, acompañando en las excursiones y hablando en catalán para crear conciencia». «Si tú eres de aquí y a tus compañeros de fuera les hablas siempre en castellano, estás enviando el mensaje de que el catalán no hace falta», subraya el cardiólogo, que nos recibe en su despacho del Hospital Clínic, donde también hablamos con tres médicos residentes provenientes de Sudamérica que se han apuntado al programa. La conversación con ellos es toda en catalán, y todos remarcan la necesidad de que los médicos que vienen a trabajar a Cataluña, sean de donde sean, aprendan catalán.

Francisco: «Los médicos que vienen a Cataluña deberían hacer el esfuerzo de aprender catalán»

«Puedes hablarme en catalán, pero despacio», indica el Francisco Seguí, proveniente de Colombia, antes de comenzar la conversación. Él vive en Barcelona desde hace dos años, pero lleva un año trabajando en el Clínic y tiene lazos familiares con el país. El contacto de Francisco con el catalán viene de lejos porque su padre es un catalán que se fue a Colombia hace unos treinta años y allí conoció a su madre. «Él no me hablaba en catalán, pero una vez a la semana se reunía con otros catalanes y compartían tradiciones catalanas. Comían pan con tomate y bebían con porrón, y yo estaba involucrado en eso y escuchaba el catalán, por eso lo entiendo perfectamente».

Francisco Seguí, de perfil, con José Javier Vega en el Hospital Clínic / JMB

Francisco destaca la importancia de que los médicos hablen catalán con los pacientes que se expresan en lengua catalana porque «la relación con los pacientes es estrecha y se pueden comunicar mejor», y, en este sentido, explica que él no tiene ningún problema con los pacientes que le hablan en catalán, aunque de momento él les habla en castellano porque se expresa mejor. Aun así, deja claro que su objetivo en un par de años es poder dirigirse en catalán a sus pacientes porque tiene la idea de quedarse a trabajar aquí. «La gente se siente agradecida cuando hablas en catalán», resume.

Actualmente, hace el curso de básico 3 en el Consorci per a la Normalització Lingüística (CPNL) y subraya que los médicos que vienen a trabajar a Cataluña «deberían hacer el esfuerzo de hablar en catalán porque es una profesión que demanda mucho contacto comunicativo». «Creo que se debería incentivar su uso como estamos haciendo en este grupo», añade. Francisco lamenta que no todos los profesionales que vienen al país quieran aprender el idioma a pesar de que «la mayoría de profesionales que vienen tienen capacidad de hacerlo». Y asegura que a él le cuadran los horarios para hacer cursos «sean presenciales o en línea». «No hay excusa», sentencia, porque «como yo estoy haciendo el esfuerzo, todos pueden hacerlo».

José: «El catalán es una herramienta a mi favor»

En José Javier Vega, que llegó a Cataluña procedente de Perú hace un año y un mes –aunque él ya había visitado el país anteriormente porque tiene familia aquí– es otro de los médicos que están apuntados al programa impulsado por la asociación Metges-Salut pel Català. Su punto de partida con el idioma comenzó el año pasado, cuando el Clínic les ofreció clases de catalán en línea y se apuntó, pero luego quiso «aprender más» y buscó las herramientas para hacerlo de forma presencial en el CPNL, donde, como Francisco, hace el básico 3. Admite que le gusta hablar en catalán, pero le da «vergüenza» porque se siente «inseguro»: «Tengo que pensar mucho las palabras, porque me demoro un poco». «Estoy intentando hablar más con mis pacientes porque la finalidad de todo esto es integrarme más en la cultura catalana», asegura, pero también dice que en la calle también le gustaría poder comunicarse en lengua catalana.

Juan José Zapata, con bata azul, con José Javier Vega en el Hospital Clínic / JMB

Aun así, admite que al principio no entendía por qué los pacientes no le podían hablar en castellano, pero que al cabo de un tiempo se dio cuenta de que para algunos de sus pacientes, la mayoría gente mayor, «era mejor hablar en su lengua materna». «Es una cuestión de sensibilidad con el paciente», subraya. «Estando aquí me he dado cuenta de que hay gente que se siente mucho más cómoda hablando en catalán y a mí no me cuesta nada», admite. José no sabe qué será de su futuro, pero tiene la intención de quedarse a vivir y trabajar en Cataluña. «Por eso estoy aprendiendo catalán». «Es una herramienta a mi favor, y que me suma como persona y como profesional», añade.

Él explica que antes de vivir en Barcelona vivió una temporada en Madrid, pero que le gusta más el ambiente mediterráneo porque él proviene de una zona con mar. Sobre las relaciones con otros médicos o en la calle, José reconoce que la mayoría de la gente se le dirige en castellano, una dinámica que está intentando revertir con amigas del hospital que son de Vic y Olot. «He pedido que me hablen más en catalán porque normalmente me hablan en castellano, y para mí es otra forma de aprender».

Juan José: «No podemos pretender que la gente que vive aquí se adapte a nosotros»

Juan José Zapata, que llegó a Cataluña hace dos años y medio procedente de Venezuela, es otro médico residente que forma parte del programa de acogida lingüística y cultural. Él, que lleva casi un año trabajando en el Clínic, se apuntó a cursos básicos de catalán, pero admite que no continuó con la formación porque debía preparar el MIR y porque comenzó a trabajar. Ahora retomará el aprendizaje del idioma con un curso de nivel intermedio, y destaca que el idioma es muy importante «porque desde un punto de vista práctico hay estudios que muestran que cuando las personas se comunican en su lengua materna lo hacen mejor», y desde un punto de vista no tan práctico, pero también muy importante, destaca que «cada día hablamos con personas muy vulnerables o con sus familiares y lo mínimo que podemos hacer es hablar en su propio idioma para ser más cercanos a ellos».

Este médico residente lo tiene claro: «Si debemos estar aquí, como mínimo debemos integrarnos y aprender el idioma es una buena forma de hacerlo y entender la cultura y las costumbres de la gente». Sin embargo, expone que a pesar de que algunos pacientes le hablan en catalán, otros automáticamente, solo de verlo, le hablan en castellano. «Yo siempre les digo que me pueden hablar en catalán», alerta. En este sentido, remarca que él entiende el idioma y lo puede hablar, pero que todavía no se siente con suficiente confianza para hacer una atención médica en catalán «porque el lenguaje debe ser muy preciso». Trabaja en la sala de UCI de cardiología y allí «debes transmitir información muy delicada, que debe ser precisa y sin que haya malas interpretaciones».

«Mi intención es quedarme en Cataluña», asegura. Y deja claro que incluso un médico que viene aquí a hacer la residencia, aunque tenga claro que no se quiere quedar, es «un error» que no aprenda el idioma porque estará cuatro años aquí y «también valdría la pena que aprendiera el idioma». Y concluye: «Es una cuestión muy sencilla, porque estamos en Cataluña y aquí se habla catalán. No podemos pretender que la gente que vive aquí se adapte a nosotros. No hay más».

Salidas para conocer la cultura y la gastronomía catalana

El cardiólogo Lluís Mont recuerda que la ley establece que el médico debe atender al paciente en catalán, pero, más allá de eso, el objetivo de la iniciativa es «ayudar a los profesionales en este proceso». Por eso consideraron oportuno ofrecer actividades a los residentes para aproximarles la realidad del país y «visitar lugares emblemáticos». La primera salida consistió en una visita al Monestir de Poblet y una calçotada, unas actividades que, según destaca, permiten «conocer costumbres gastronómicas y lugares emblemáticos». Ahora tienen prevista una visita guiada al Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) y, para el día de Sant Jordi, sortearán diez entradas para el Palau de la Música.

Salida de los médicos residentes al Monestir de Poblet / Cedida

Y, por otra parte, están estudiando cómo pueden poner en marcha «parejas lingüísticas». En este sentido, Mont plantea que una pareja fija es un método «muy rígido» y apuesta por que las personas que están apuntadas al programa puedan compartir algún café con algún profesional o científico que sea de su interés. Esta iniciativa es una prueba piloto que se implementa en el Hospital Clínic, donde cada año cerca de 50 residentes provienen de fuera de Cataluña, pero el objetivo, según destaca, «es replicarla en otros hospitales catalanes» porque, según defiende, «cada centro deberá tener una política lingüística y esta parte de acogida es muy importante». «Nosotros damos este pequeño impulso y explicamos al Departamento de Salud que es posible, con una inversión pequeña, hacer unos programas que hagan que la gente se sienta acogida».

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