Conchita Gimeno, la directora de la Escuela Montessori de Rubí, empuja un carro lleno de comida frente a la entrada del centro público y se detiene cuando se encuentra con Meritxell Canals, técnica territorial de Òmnium y que forma parte de la Asociación de Familias de Alumnos (AFA) del centro, y una de las principales responsables de introducir Vincles, uno de los programas de Òmnium Cultural, que realiza en colaboración con otras entidades, para difundir y activar el catalán en la escuela. Se nota por el tono de la conversación que, entre ellas, hay una total confianza, que se conocen desde hace tiempo. Justo detrás de ellas, sentadas en un banco, hay dos madres que esperan pacientemente la llegada de Marc Castelló, la persona que forma parte de los voluntarios de Òmnium y el encargado de las sesiones de los martes, porque este grupo hace dos sesiones a la semana. Mientras esperamos la llegada del resto de madres, porque todas las participantes son mujeres; Núria Batlle, jefa de proyecto de Vincles, explica en conversación con El Món que el proyecto no ha dejado de crecer desde el año 2022, cuando se puso en marcha, y que en la actualidad ya hay 197 grupos repartidos por toda Cataluña, con 400 acompañantes y 1.800 aprendices, y dispone de material para el aula que facilitan a los acompañantes.
Los acompañantes, según detalla Batlle, son los encargados de proporcionar la conversación en catalán dentro del grupo, que como máximo puede estar formado por diez personas. El acompañante adapta los temas de conversación a las necesidades del grupo. Por ejemplo, si son madres se adaptan más a cuestiones relacionadas con la escuela como el comedor, pero también hay grupos en centros cívicos, que son personas atomizadas que se juntan en este grupo, en sedes territoriales de la entidad. «El proyecto está muy enredado», explica la jefa de proyecto, que subraya que el objetivo del programa es «fomentar el uso social del catalán, pero generar el sentimiento de pertenencia». Es decir, que las personas que están aprendiendo la lengua se sientan parte de la sociedad. «Fomentamos estos grupos desde el respeto, desde la igualdad, desde la confianza, saliendo de la jerarquía de profesor-alumno, porque el objetivo es fomentar un lugar de igualdad donde la conversación fluya más».
Durante la conversación, llega Marc y también el resto de madres que forman parte del grupo. Algunas llegan un poco tarde, pero con ganas de no perderse la sesión de conversación y participar de forma activa. Son siete mujeres de diferentes orígenes que aprovechan la última hora de escuela de sus hijos para asistir a estas clases de conversación. Entran al aula, una sala luminosa que da directamente a la calle, y que cuenta con unas mesas dispuestas de forma que faciliten la conversación entre las ocho personas que participan en la sesión: Khadija, Mariana, Patricia, Fatima, Nataliya, Joujloubia, Nachouma y Marc. De hecho, en la pizarra del aula hay otras anotaciones en lengua catalana que delatan que no es la primera sesión de conversación en catalán que se hace ese día. «Martes, diez de diciembre de dos mil veinticuatro», está escrito en la parte superior. Es el segundo martes de adviento, y Marc Castelló recuerda lo que trabajaron en la última sesión de conversación: las direcciones. Y lo hicieron con un mapa de la ciudad de Rubí. Después de este pequeño inciso para romper el hielo, comienza la sesión.

Temas de conversación: meses, estaciones del año y frutas y hortalizas
La clase se inicia con una ficha de los meses y las estaciones del año. Todas participan, y Marc trabaja la sonoridad de las palabras a través del juego, porque una de las claves de Vincles es salir del formato oficial de las clases de catalán para ir más allá de donde llegan las aulas. Las participantes se pasan una bola de papel para aprender los meses. La persona que tiene la bola en las manos debe decir el mes consecutivo pronunciado por Marc, y luego debe decir otro mes y pasarle la patata caliente a una de sus compañeras para seguir el juego en cadena. “No necesitáis el papel”, destaca Marc en un intento de transmitir seguridad a las participantes. A alguna de las participantes se le escapa alguna palabra en español, pero todas se esfuerzan por hablar en catalán. «En catalán», recuerda Marc en un momento de la sesión cuando aprovechan las estaciones del año para también repasar los colores.
De los meses y las estaciones pasan a las frutas y las verduras. Marc reparte una ficha con el dibujo de la pieza de comida y la palabra escrita debajo. Repasan nombres como melocotón, sandía, higos… “Si hay alguna que no sabéis me lo decís”, apunta Marc, quien hace una pausa para explicar por qué se utiliza la diéresis en raïm. Las madres muestran mucho interés por aprender y hacen preguntas sobre la pronunciación de algunas frutas y hortalizas. Una de las muestras de que en el grupo hay muy buen ambiente es que algunas de las pronunciaciones provocan sonrisas. Aprenden y se lo pasan bien. Con las frutas aprovechan para construir frases junto con los meses o la estación del año. “Los nísperos son de la primavera”, dice Marc como ejemplo y animando a las madres para que cada una construya su frase. «Podemos comprar higos de junio hasta noviembre», y aquí Fatima añade “podemos encontrar higos secos todo el año”. Y Marc les da un truco para abaratar la cesta de la compra: «podemos aprovechar la temporalidad para encontrar mejor precio».
Conectar con sus hijos: la principal razón para aprender la lengua
Marc no presiona, da tiempo a las alumnas para construir frases, y recomienda que sean cortas para que se entiendan. «A mí me gusta comprar tomates y pepinos en el mes de mayo”, dice Nachouma. En medio de la sesión, Mariana explica en conversación con El Món que su hija es catalana y que quiere aprender la lengua para «conectar más con ella, por la cultura que tendrá y contarle cuentos y cantar canciones». «Quiero ayudarla con los deberes, y acompañarla en su proceso de crecimiento y educativo», sentencia. Patricia, por su parte, comenta que lleva veinte años viviendo en Cataluña, pero no había tenido la necesidad de aprender el catalán porque su trabajo «no requiere hablarlo». En este sentido, detalla que el cambio de chip ha sido provocado por una causa similar a la de Mariana: por la necesidad de ayudar a sus hijos a «hacer los deberes».

Aun así, lamenta que sus hijos no le hablan en catalán. «Yo se lo pido, pero no lo consigo», y explica que en casa ha comenzado a ver películas en lengua catalana. «Usamos el catalán en algún comercio como la panadería, pero en general la sociedad no te presiona. Son muy amables. Si te hablan en catalán y respondes en español te siguen hablando en español. Ambas tienen pensado seguir formando parte del grupo de Vincles» y se deshacen en elogios hacia Marc: «Es maravilloso, es un genio. Hace las clases muy amenas, y venimos contentas y con ganas». «Con Marc tenemos ganas de venir», resumen. La hora ha pasado volando y Marc da la sesión por finalizada, pero antes anuncia parte del contenido del próximo encuentro en dos días. «El próximo día, el jueves, iremos a comprar y pasaremos precios y apuntaremos», recuerda.
Un vínculo «muy fuerte» que se traslada a un grupo de WhatsApp «totalmente en catalán»
Marc Castellò, que es educador social de carrera, explica que se animó a formar parte del proyecto impulsado por Òmnium porque pensó que sería una buena manera de estar en contacto con gente y “acoger y recibir personas recién llegadas”. El voluntario está con este grupo desde el curso pasado y detalla que «principalmente llevo el grupo de los martes», aunque el grupo hace dos sesiones a la semana. «Las que vienen del curso pasado han mejorado«, subraya, pero admite que hay algunas de las participantes que «tienen carencias por el nivel de escolarización de los países de origen». Sin embargo, remarca que intenta no hacer niveles entre las participantes e intenta que las más avanzadas ayuden a sus compañeras de grupo. «Entre ellas hay muy buen ambiente y se ayudan, porque, como todas son madres de la escuela, hay un vínculo muy fuerte».
Durante la sesión Marc ha hecho referencia a un grupo de WhatsApp que tiene con las madres que forman parte de este grupo de Vincles. «Es totalmente en catalán», explica, y revela un secreto: «seguro que ponen el traductor antes, pero todas escriben en catalán». También detalla que lo usan para coordinar las sesiones, para recordar el material que se debe llevar o por si se ha cambiado el aula de la sesión. También para ocasiones especiales como una celebración antes de las fiestas de Navidad, donde cada uno deberá llevar algo de comer o beber para compartir con sus compañeras. «Aquí hay gente que no lo celebra, pero también explicamos las tradiciones que tenemos» y cantamos alguna canción navideña.

Una valoración muy positiva de la iniciativa, que también busca combatir los discursos de odio
Conchita Gimeno y Meritxell Canals hacen una valoración muy positiva de la introducción del programa Vincles en la escuela, que está en funcionamiento desde el curso pasado. La directora del centro admite que el grupo ha tenido «fluctuaciones, porque también han marchado alumnos de la escuela», pero se sorprendió de que las participantes «quisieran hacer dos días a la semana» y, en líneas generales, «se ha mantenido bastante bien». «Tienen interés por aprender la lengua vehicular de la escuela, un aspecto que facilita mucho la comunicación, y también pueden entender las tareas que los hijos llevan a casa. En resumen, que pueden convivir en catalán dentro de la escuela», destaca.
La técnica territorial de Òmnium y miembro de la AFA de la escuela se muestra satisfecha del funcionamiento del grupo porque «es una escuela con mucha diversidad cultural» y el Vincles ayuda a cohesionar, y, además, ve avances relevantes como el caso de Patricia. «Nos conocemos desde el año pasado y ella no lo hablaba, y ahora ya te contesta en catalán». «Ves el cambio de chip, pero también lo tenemos que hacer nosotros y hablarles en catalán», concluye. Finalmente, Núria Batlle destaca que, además de crear espacios informales de conversación y aprendizaje del catalán, Òmnium también quiere combatir los discursos de odio hacia las personas recién llegadas para confrontar la «normalización del racismo, la xenofobia, y los discursos de odio que también se han reflejado en los resultados electorales».