Las prisiones catalanas confiscan droga a los internos una media de entre tres y cuatro veces al día, según el histórico de datos facilitado por el Departamento de Justicia a la Agencia Catalana de Noticias (ACN) a través de una solicitud de información pública. Desde 2014, se han realizado casi 13.500 incautaciones, principalmente de cannabis y sus derivados. El año pasado se alcanzó un récord con 1.516, mientras que en el primer semestre de este 2025 solo se han notificado 526. El número de casos que llegan al juzgado también se disparó en 2024 con 469, mientras que este año han recibido 88. En la última década, exceptuando la caída de los años de la pandemia de covid-19, el número de intervenciones anuales se ha movido entre las 1.200 y las 1.500.
En este contexto, el programa libre de drogas que impulsa Justicia para tratar las adicciones atendió a 2.746 reclusos en 2024 y durante la primera mitad de este 2025 ya ha ayudado a 1.555. Se trata de un programa voluntario, personalizado e integral que fomenta la abstinencia de las drogas como una ayuda más para favorecer la reinserción y la reducción de la reincidencia. Además, en el último año también se ha detectado una ligera tendencia al alza en el número de inicios de tratamiento ambulatorio por adicción a la droga. El Departamento de Salud, que es quien gestiona el programa, registró 699 inicios de tratamiento en los Centros de Atención y Seguimiento a las Drogodependencias (CAS) que están en Brians 1 y Brians 2. Es la cifra más alta desde 2018 (720) y supera el resto del año de la última década.

Las drogas más confiscadas en las prisiones catalanas
De las 13.447 incautaciones de la última década, 5.545 han sido de hachís, 3.009 de resina de cannabis, 1.187 de tetrahidrocannabinol —el principal compuesto psicoactivo de la planta de marihuana—, 859 de restos de cannabis y un millar etiquetadas como marihuana o cannabis sin especificar más. En total, el cannabis y sus derivados dominan las incautaciones, tanto en número como en peso, ya que suman 11.510 del total (85%). Por detrás está la heroína (864), la cocaína (523), varias benzodiacepinas y fármacos utilizados para tratar la ansiedad (200) y drogas sintéticas como el MDMA (40) y la ketamina (29).
Por cantidad, el cannabis y derivados también lideran la lista de sustancias incautadas con 127 kilos intervenidos en la última década, cifra que supone el 94% de los 132 kilos comisados. La heroína (1,7 kg), la cocaína (1,6 kg), las benzodiacepinas (cerca de medio kilo) o el MDMA (310 gramos) completan la lista.
Tratamientos con enfoque prolongado
Los tratamientos que se ofrecen en los Centros de Atención y Seguimiento a las Drogodependencias tienen un enfoque personalizado e integral y en ningún caso están condicionados al tiempo de la condena. “A la persona que entra en prisión con una conducta adictiva grave de inmediato se le debe ofrecer el abordaje terapéutico por un tema de derechos y de calidad de vida”, explica Jordi, responsable de la unidad de programas de promoción de la salud y calidad de vida del Departamento de Justicia. Cualquier interno puede beneficiarse del programa libre de drogas, que es totalmente voluntario. El recorrido terapéutico incluye 21 sesiones, el apoyo de un equipo multidisciplinario formado por juristas, psicólogos, educadores, personal sanitario y otros profesionales y actividades deportivas, artísticas y culturales complementarias para ayudar al cambio de hábitos.
Durante todo el proceso se realizan controles periódicos de orina para hacer un seguimiento del consumo y la evolución hacia la abstinencia. En caso de una recaída, se trata como una fase más del proceso terapéutico. “No puede haber un castigo ni contingencias”, dice el especialista. La abstinencia es muy compleja durante el primer año y las recaídas se aprovechan para mostrar al interno que los profesionales que lo acompañan lo hacen con la mirada puesta en la recuperación y la reinserción, que se consolida con los primeros permisos penitenciarios. “En ese momento los internos deben poner en práctica los aprendizajes y ponerse a prueba para saber si la conducta adictiva sigue siendo un problema y puede traducirse en una reincidencia delictiva”.