La gestión del Departamento de Educación de los últimos años ha limado todavía más los ánimos de la comunidad educativa, que desde la huelga general contra el entonces consejero Josep González Cambray ha ido encadenando protestas y reclamaciones -algunas escuchadas, otras que han quedado en papel mojado. En un contexto de fragilidad, el cambio de manos de la presidencia de la Generalitat con Salvador Illa como el escogido para encabezar el nuevo gobierno catalán, ha hecho reavivar cuestiones y debates que parecían enterrados. El pacto entre los comunes y la formación socialista para la investidura marca, entre grandes cuestiones como el Hard Rock, «recuperar la sexta hora en la escuela pública», una de las decisiones más criticadas por la comunidad educativa. Es decir, volver a implementar la hora lectiva extraordinaria que se acordó el mes de marzo de 2006 con el Pacto Nacional para la Educación y que se eliminó definitivamente en 2015. Para los expertos consultados por El Món, se trata de una medida que, del mismo modo que hace más de una década, responde a un criterio «político» y «populista», puesto que consideran que ha quedado comprobado con los años que la implementación de la sexta hora no tiene una «correlación» directa con la «mejora de los resultados académicos».
Para el escritor e historiador diplomado en magisterio Xavier Diez, recuperar la sexta hora lectiva es una clara «prevaricación moral» porque, lejos de tener los efectos positivos para el sistema educativo -tal como aseguró en varias ocasiones Cambray durante su mandato-, supone volver a repetir una fórmula que no funcionó en el pasado: «Poner una hora más de clase como solución es un insulto en la comunidad educativa», remacha Diez. Una idea bastante similar a la que expresa la profesora asociada de la Facultad de Educación de la Universitat de Barcelona (UB) Nora Sánchez, que considera que es una medida que «sobrecarga» el alumnado y que no resuelve las carencias del alumnado: «La sexta hora no soluciona los verdaderos problemas», apunta la profesora de la UB. De hecho, según datos de la OCDE, los estudiantes de primaria en Cataluña hacen unas 792 horas lectivas el año, mientras que la media europea es de 738 horas el año.

La doble red educativa
Según Xavier Diez, recuperar la sexta hora en la escuela pública no tiene «ningún cimiento pedagógico» -ni lo tenía en su momento-, sino que responde a la voluntad de equilibrar los horarios con la escuela concertada, donde sí que los alumnos cursan seis horas en el día -y las familias pagan esta hora extra a través de las cuotas. De hecho, el experto ya apuntaba en un estudio de balance de la implementación de la sexta hora elaborado entre el año 2006 -cuando se puso en marcha la medida- y en 2011 que el motivo «real» detrás esta hora extra en la pública era «justificar la hora de más que se hace a las concertadas». Para Nora Sánchez, esta hora más en las concertadas supone un agravio comparativo para la pública: «La sexta hora de la concertada supone una diferencia para el alumnado. No en términos de resultados académicos, sino en cuanto a las facilidades de la conciliación familiar», argumenta la profesora asociada de la UB.
Es por este motivo, pues, que considera que en lugar de instaurar de nuevo la hora extra a la pública, hay que eliminarla de la concertada. «En las concertadas hay más flexibilidad horaria, una franja de acogida más amplia… pero solo pueden acceder las familias que pueden pagar la cuota, y esto acaba generando segregación de base», argumenta. Para los expertos, pero, más allá de la sexta hora, uno de los problemas de fondo del sistema educativo es que continúe existiendo el concierto económico para algunas escuelas. «Es una manera de tirar el dinero a la alcantarilla», apunta Xavier Diez, que considera que, en lugar de incrementar las horas lectivas, sería más efectivo para paliar las carencias del sistema educativo «reducir las ratios» en el aula.

Del tripartito a Salvador IIla
Los problemas con la sexta hora en la escuela pública se remontan en el año 2006, cuando el entonces consejero de Educación Ernest Maragall -que recientemente ha roto en carné de ERC por los carteles sobre el alzhéimer, a pesar de que en aquel momento todavía formaba parte de las filas del PSC- cerró el Pacto Nacional para la Educación. Dentro de este documento se preveía la creación «del servicio público educativo», el cual era el resultado de la «integración de los centros públicos y de los centros privados concertados con el fin de satisfacer el derecho de la educación de los ciudadanos y ciudadanas y atender todas las necesidades educativas que tiene planteadas la sociedad catalana en un marco de igualdad de oportunidades y de libertad de enseñanza». Es decir, en otras palabras, que unificaba progresivamente los horarios y las jornadas de las públicas y las concertadas.
Durante el curso 2006-2007, con el gobierno del tripartito entre PSC, ERC e iCV-EUIA encabezado por José Montilla, se empezó a implementar la sexta hora en todos los centros educativos públicos de manera progresiva, puesto que no se acabó de instaurar en todo Cataluña hasta el curso 2010-2011. El año que se acabó de implementar en todos los centros, ya con la consejera Irene Rigau al frente del Departamento de Educación, también fue el momento de empezar a aplicar recortes a enseñanza -las cuales no se han acabado de revertir hoy en día: «Mientras se completaba la polémica sexta hora se habían comenzado recortes a bachilleratos nocturnos, servicios educativos y aulas de acogida», recuerda el historiador. Casi una década más tarde de la llegada de la sexta hora, en 2015, la consejería optó para abolir definitivamente esta medida.
Ahora, con una aritmética política que recuerda al viejo tripartito -a pesar de que los republicanos han asegurado en varias ocasiones que no tienen ninguna intención de incorporarse en el nuevo Gobierno-, los comunes vuelven a poner la sexta hora en la escuela pública sobre la mesa porque, tal como defendió Jèssica Albiach en una visita en el Instituto Escuela Pere Viver de Terrassa el pasado 9 de abril, «no puede ser que un alumno de Cataluña haga más o menos horas académicas en función si van a un centro público, privado o concertado». Para los expertos, pero, lejos de ser una medida efectiva para el sistema educativo, es un pensamiento político que «desacredita las izquierdas» porque no responde a las reclamaciones reales de la comunidad educativa: «Actúan con indiferencia del que están viviendo los docentes. Es por eso que el profesorado cada vez es más conservador», apunta Xavier Diez. Ante el retorno de la polémica sexta hora, la comunidad educativa aprieta los dientes y se prepara para un inicio de curso que, más allá de unos nuevos responsables de la consejería, también arrancará con muchos cambios.