La estocada de las pruebas PISA, y posteriormente los resultados de las pruebas de acceso a la universidad (PAU) -dos baremos diferentes que indican una misma tendencia-, ha puesto sobre la mesa los agujeros negros de los estudiantes catalanes: las matemáticas y la comprensión lectora. Para paliar estas carencias, y después del extenso informe elaborado por el grupo de expertos, la ex consejera de Educación Anna Simó articuló un programa para reforzar las matemáticas, denominado plan Florence -aprobado en los acuerdos de Gobierno de 24 de abril-, que se ha empezado a implementar este curso. La nueva responsable de la cartera, pero, ha topado con la primera traba, y es que más de la mitad de las doscientas plazas de refuerzo que la consejería ofreció en los centros educativos han quedado vacías. Varios agentes de la comunidad educativa consultados por El Món apuntan que detrás este primer fracaso se esconde un problema de «falta de planificación» por parte de la administración catalana: «Las escuelas recibieron con muy poca antelación la convocatoria para adherirse en este programa», argumenta Raül Fernández, miembro de la junta de la Federación de Entidades para la Enseñanza de las Matemáticas en Cataluña (Feemcat) y presidente de una de las asociaciones que la forman, ADEMGI.

Concretamente, la consejería de Educación abrió la convocatoria para inscribirse en este plan el pasado 14 de junio, diez días antes del último día de actividad de los centros educativos. El problema de este calendario prieto es la complejidad burocrática con que los centros tienen que decidir si solicitar el plan de refuerzo o no: «Se trata de un programa que tiene que avalar todo el equipo docente, por lo tanto, primero hay que aprobarlo por claustro y después convocar un consejo escolar [es decir, el órgano colegiado de participación de la comunidad escolar en el gobierno del centro] para ratificarlo», explica Fernández. En este sentido, el portavoz de la Intersindical, Marc Martorell, y coincidiendo con la opinión del miembro de la junta de Feemcat, apunta que la «falta de información» de la cual disponían los centros hacia este programa puede haber sido uno de los factores que ha influido en el mal recibimiento del plan de refuerzo: «Normalmente, estos programas que pone en marcha el departamento requieren tareas muy concretas y laboriosas. Con la poca información que se ha dado hacia este nuevo plan, muchos centros pueden haber preferido no adherirse de entrada y ver como funciona», argumenta el sindicalista, que enfatiza que «desconoce» los motivos concretos sobre las casuísticas de cada centro.

Imagen de un alumno intentando resolver una operación matemática / Pexels

La «sobrecarga» de los docentes

Tal como señala el portavoz de la Intersindical, la portavoz nacional de USTEC -el sindicato mayoritario de la comunidad educativa-, Iolanda Segura, considera que uno de los motivos por los cuales el programa no ha acabado de llenarse tal como estaba previsto es la «sobrecarga» a la cual está sometida «el personal docente» y la carencia de efectivos para cubrir esta materia: «Si ya no damos el alcance con todos nuestros trabajos y nos lo tenemos que llevar en casa, añadir más carga no es positivo», remacha Segura, que ya mostró su «escepticismo» hacia este programa en el momento de su anuncio. En este sentido, la portavoz del sindicato mayoritario del sector también apunta que «el exceso de carga burocrática», uno de los aspectos que golpea en la comunidad educativa desde hace años y que la nueva responsable de la cartera se ha propuesto paliar con un plan de desburocratización -el cual ya se empezó a preparar durante la gobernanza de la anterior consejera, pero que Esther Niubó presentó como una de las novedades por este curso-, es otro de los factores que ha influido en el elevado número de plazas del programa que han quedado vacías.

En esta línea, Raül Fernández argumenta que el «desconocimiento» de los claustros hacia este programa los ha llevado a optar por no adherirse, puesto que, normalmente, en los planes que desarrolla la administración catalana hay «mucha letra pequeña» que hay que cumplir. En este caso, pero, el presidente del ADEMGI y miembro de la junta de Feemcat, asegura que participar en este programa no requiere muchas exigencias burocráticas. Es decir, en otras palabras, que la «falta de información» sobre el plan que ha facilitado la consejería ha empujado algunos centros a mantenerse al margen: «No se han dado muchos detalles y los claustros no tenían todos los datos para tomar la decisión, pero no hay centros tan sobrados en matemáticas como para rechazar el refuerzo», espeta.

De izquierda a derecha, la consejera de Educación y Formación Profesional, Esther Niubó; el consejero de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, Òscar Ordeig, y la consejera de Territorio, Transición Ecológica, Vivienda y portavoz del Gobierno, Sílvia Paneque, a su llegada en el primer Consejo Ejecutivo del Gobierno / Europa Press

Un nuevo intento para culminar el programa

El elevado número de plazas que han quedado vacías del programa, pero, no ha impedido a la nueva consejería de Educación y Formación Profesional poner en marcha el programa. Concretamente, según detallaron fuentes del departamento en este diario, el plan se ha puesto en marcha este inicio de curso en 87 centros -a pesar de que estaba previsto ponerlo en marcha en 200 escuelas, de las cuales 120 de primaria y 80 de secundaria obligatoria. El objetivo es ponerlo en marcha como «modelo piloto» para empezar a detectar los errores que se puedan ocasionar y resolverlos de cara a una segunda fase, en que desde el departamento confían poder llevar a cabo este programa en los doscientos centros. A banda, durante este mes de septiembre -o principios de octubre, en función del calendario interno- la consejería también abrirá una nueva convocatoria porque todas las escuelas e institutos que quieran incorporarse puedan hacerlo. Para adaptarse a la logística interna de cada centro, y a guisa de no interferir en el funcionamiento escolar con el curso ya en marcha, desde Educación aseguran que los institutos que se inscriban en el plan en esta segunda convocatoria podrán decidir si empezar a implementarlo a partir del mes de enero o si hacerlo a partir de septiembre, coincidiendo con el inicio académico.

El objetivo de este programa de dotar los docentes con nuevas herramientas para mejorar los resultados en matemáticas. Para hacerlo, la consejería ha articulado un plan con tres principales líneas de acción: la creación de la figura de referente de centro que hará funciones de asesoramiento, una «maleta» de recursos y materiales didácticos, y el apoyo del departamento en aspectos organizativos, metodológicos y de evaluación. «El objetivo del plan es asesorar los centros y darles un golpe de mano. La idea es muy buena», argumenta Raül Fernández. En este sentido, pero, Iolanda Segura considera que la responsabilidad de los malos resultados en matemáticas no recae en los docentes, puesto que el problema no es que estos «no sepan enseñar» sino las «malas condiciones laborales» que golpean al sector educativo. A pesar de la primera traba en el pistoletazo de salida del programa Florence, la nueva consejería continúa remando para consolidarlo al sistema educativo catalán y convertirlo en una herramienta más para combatir la tendencia negativa del nivel en matemáticas del alumnado catalán.

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