Las elecciones en el Congreso español del pasado 23 de julio han acontecido un tranquilizante para las relaciones de los miembros de la biosfera independentista. Después de los reproches y críticas constantes entre los partidos y entidades en los últimos años, los resultados electorales de las dos últimas convocatorias han abierto una nueva etapa, o como mínimo ha puesto sordina. Una nueva fase que se ha constatado en uno de los termómetros políticos catalanes más importantes e influyentes, la Universidad Catalana de Verano que ha celebrado la suya 55.ª edición en Prada, en el Conflent, del 17 al 23 de agosto. En el trasfondo de todo, la prioridad de la amnistía.
Las declaraciones políticas, los debates y los comentarios donde han participado los líderes institucionales y civiles del independentismo han evitado el choque habitual. Posiblemente, la imagen más patente de esta situación es como el presidente Pere Aragonès y el presidente al exilio, Carles Puigdemont, hicieron manos y mangas para alejarse de los focos y celebrar una discretísima cumbre en un pequeño hotel de Prada, horas después de que cinco presidentes recordaran la figura de Pau Casals, en un acto icónico en Sant Miquel de Cuixà. O bien, la asimilación desacomplejada de cada rol para Òmnium y el ANC que esbozó un debate sobre el Catalangate que se aprovechó para arreciar la unidad de cara la manifestación del 11 de septiembre. Ningún silbido a ningún representante político y sí una defensa cerrada de todos los operadores independentistas en defensa de la lengua.

De Junqueras a los alcaldes
La nueva dimensión independentista ya se podía husmear el primer día de la UCE. Justo antes de la inauguración oficial, el abogado y diputado de Junts por Cataluña, Jaume Alonso-Cuevillas, del sector duro juntaire, valoraba el acuerdo para la Mesa del Congreso que tanto su partido como ERC habían firmado con PSOE y Sumar. De hecho, la noticia del pacto llegaba en medio de una clase de Cuevillas en el prolífico curso de Derecho que dirige el catedrático Josep Maria Vilajosana. Veinte minutos después, el presidente de ERC, Oriol Junqueras, inauguraba la UCE con un discurso académico y pasional que despertó una cerrada ovación. Unos aplausos que aliviaron los miembros del rectorado que no las tenían todas con la reacción de un auditorio lleno a rebosar y muy crítico con la estrategia republicana de los últimos años.
En declaraciones a los medios, Junqueras evitó cualquier tipo de crítica a sus adversarios electorales independentistas. En esta línea, pidió continuar el trabajo con «unidad estratégica» de las dos formaciones en el Congreso. Pero Junqueras fue más allá y centró la pelota en un nuevo concepto, la «desjudicialització». Un concepto mencionado como sinónimo de amnistía y recogido por el resto de intervenciones de los líderes de ERC que desfilaron por la Universidad Catalana de Verano. Especialmente cómodos se vieron la consejera de Exteriores, Meritxell Serret, y la consejera de Justicia, Gemma Ubasart, que parecía aliviada por el posicionamiento de su exformación, Podemos, a favor de una ley de amnistía al estilo de Portugal.
Otro de los detalles de esta tregua fue el debate de alcaldes sobre la Construcción nacional a través de los municipios. Participaron alcaldes de todo los Países Catalanes que demostraron una defensa desacomplejada de la lengua catalana. Pero especialmente destacable fueron las intervenciones de los alcaldes del Principado, con Ivan Sánchez de Berga (CUP), Marc Buch, el alcalde de Calella (Junts), y Jordi Estiarte, alcalde de Bellpuig, que no mostraron ninguna acritud y sí, en cambio, admitieron que no hay mecanismos efectivos para hacer sentir la voz municipal en la construcción política de la nación. Tres formaciones independentistas que compartieron sin ninguna crítica cruzada un debate políticamente intenso. Un hecho impensable en los últimos dos años. La presidenta del Parlamento, Anna Erra, fue bastante cuidadosa en sus declaraciones en su participación a la UCE por, sobre todo, distinguirse del contenido más partidista alejado de la institución que habría practicado su predecesora, Laura Borràs.

La cumbre
El punto fuerte del menú de la UCE fue el acto de homenaje a Pau Casals en el escenario simbólico de Sant Miquel de Cuixà. Cinco presidentes –Jordi Pujol, José Montilla, Carles Puigdemont, Quim Torra y Pere Aragonès– participaron en un homenaje conjunto a Pau Casals como referente del catalanismo plural pero comprometido con el país. Un encuentro y comer que también sirvió para participar en el proceso de
En este contexto, del tono y contenido de las declaraciones se deduce que tanto ERC como Junts ya trabajan para uno de los objetivos principales, la amnistía o «desjudicialización». Todo indica que ya hay borradores de textos de trabajo sobre cómo se tendría que articular esta amnistía al conjunto de represaliados. Tanto es así que solo el anuncio de incluir el caso de Laura Borràs en el paquete ha despertado perplejidad a ERC como sectores de Junts, pero no un estropicio. Nada más allá de comentarios irónicos sobre la inverosimilitud de la propuesta. «Nadie quiere desaprovechar esta palanca de fuerza y nadie quiere ser el responsable de ninguna rotura», recuerdan fuentes de las formaciones.

Las entidades, también
Pero la clave de vuelta de todo, fueron las declaraciones finales del presidente de Òmnium, Xavier Antich, y de la presidenta de la ANC, Dolors Feliu, que parecen haber pactado la discrepancia entre las dos entidades. Un reconocimiento explícito de Antich aseverando que querían aprovechar la oportunidad del resultado electoral para hacer valer a sus partidos sus objetivos políticos y sociales. Feliu advirtió que el ANC tiene otra función en base al “Pacto Nacional por el Movimiento Civil por la independencia”, es decir, sin formaciones políticas.
Ahora bien, los dos cerraron filas para defender y gritar a la participación de la manifestación de la Fiesta. Òmnium insistía en la amnistía y la autodeterminación y Feliu evitaba que la reivindicación principal fuera solo «la amnistía». Un reparto de papeles aceptado y normalizado. La consejera de Presidencia remató toda esta nueva situación centrando la pelota en la amnistía y dejando la autodeterminación como «una segunda carpeta». Del tono de sus palabras se desprenden ya conversaciones con el ejecutivo español y con los líderes de Junts. De momento, pues, tregua en las hostilidades, pero con todo el mundo, apretando los dientes.
