La supuesta trama rusa del Procés que investiga el titular del juzgado de instrucción número 1 de Barcelona, Joaquín Aguirre, no para de ofrecer sorpresas. La última, la aparición de un documento anónimo que habría servido de guía al magistrado y a los investigadores de la Guardia Civil para vincular al Procés una virtual injerencia rusa. El documento, al cual ha tenido acceso El Món, tiene huella digital, y permite seguir el rastro de su supuesto autor, ajeno -oficialmente- a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.

El documento tiene conexiones con otros documentos también anónimos que el magistrado del Volhov ha ido recibiendo a lo largo de la instrucción: se encuentran los mismos hechos, nombres o acciones con diferentes niveles de detalle o profundidad. Elementos que se han incorporado a la causa y que han servido para construir la pieza separada número dos que ahora pretende abrir el juez con el argumento que podrían ser hechos que constituirían un delito de traición. El documento podría tener el origen, según fuentes del caso consultadas, en un empresario relacionado con la ciberseguridad y las nuevas tecnologías muy próximo al primer círculo de la seguridad del Estado.

La guía ha cogido todavía más valor después de la interlocutoria de archivo que el titular del juzgado central de instrucción número 6 de la Audiencia Nacional, Manuel García Castellón, ha hecho llegar este miércoles al juez Aguirre. Una resolución con fecha de uno de julio del 2020 con la que cerraba una investigación, las diligencias 86/19, sobre la supuesta trama rusa del Procés basada en una documentación aportada por un testigo protegido con el nombre en clave TP2/19. De hecho, fue una instrucción que se abrió y cerró con el sello de secreto. La remisión de la interlocutoria, que es de hace cuatro años, por parte de la Audiencia Nacional al juez Aguirre lleva dos mensajes implícitos: que no pierda el tiempo en una investigación que ya se archivó hace bastante tiempo y, en segundo término, que no haga caso de los documentos anónimos por su carencia de verosimilitud.

Parto del curioso informe camuflado del CNI sobre la injerencia rusa al Proceso/Quico Sallés
Parte del curioso informe camuflado del CNI sobre la injerencia rusa al Proceso/Quico Sallés

Dos misteriosos documentos más, la antesala

En concreto, además de esta guía de hechos, nombres y situaciones está el denso informe que el juez Aguirre recibió el mes de enero de 2020. Un documento de 70 páginas, firmado por un nombre falso y con una dirección del Eixample de Barcelona que corresponde a un no-lugar, en que se aportaban datos y nombres de las conexiones entre los independentistas y los siniestros servicios de inteligencia rusos. Fuentes de analistas policiales de inteligencia consultadas por El Món entonces se mostraron convencidos de que el informe provenía de elementos de los servicios de información del Estado. Unos servicios que no pueden aportar documentación para investigaciones judiciales internas y que no tienen suficientes indicios concluyentes para hacerlos construir como atestado policial a través de su Brigada Operativa de Apoyo (BOA, en el acrónimo español), el brazo del CNI que antes tenía a la Dirección Adjunta Operativa del ministerio del Interior.

Un segundo documento fue el remitido a través de una carta anónima que el juez recibió el pasado 28 de diciembre de 2023, el día de los Sants Inocentes. Una misiva sin firma que “contendía unos recortes de prensa elaborados por el equipo de investigación periodística internacional llamado OCCRP-Organized Crime and Corruption Reporting Project”. Unos recortes que informan de una hipotética reunión entre Carles Puigdemont y un emisario del presidente ruso, Vladímir Putin, que habría sido un “antiguo diplomático ruso”. Esta carta anónima y el protagonismo de la guerra de Ucrania espoleó la investigación de la trama rusa, que los mismos guardias civiles del servicio de información del instituto armado empezaban a dejar estar.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin / EP
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, en un acto oficial / EP

Un guirigay de rusos, espías y catalanes

La guía analizada ahora tiene cinco páginas y empieza relatando hechos que supuestamente relacionan el independentismo catalán con agentes rusos desde el 16 de febrero de 2014. Una fecha en la cual se asegura que se disponen de «registros de llamadas y viajes» de Yevgeny Prigozhin, de Internet Research Agency, un hombre que vinculan con Alexander Ionov, organizador de un simposio en septiembre de 2016 sobre el derecho de autodeterminación en el Hotel Ritz de Moscú, donde Enric Folch participó defendiendo el reconocimiento de Crimea como rusa.

De hecho, Folch, que la guía califica de «miembro destacado del independentismo separatista», era el secretario de Exteriores de Solidaridad Catalana por la Independencia, un partido entonces extraparlamentario fundado por Joan Laporta, Alfons López Tena y Uriel Bertran que acabó como el rosario de la aurora. En el documento se añaden un listado de actas del Diplocat, la oficina paradiplomática del gobierno catalán, y de la ANC en Suiza, que se relacionan con los «numerosos agentes de la inteligencia rusa desplazados» al país helvético, y se aportan datos de los «vuelos de ciudadanos rusos a Suiza». Es en este momento del otoño de 2016 cuando los informantes marcan el inicio del apoyo ruso al independentismo.

La guía de contenidos anónima que ha recibido el juez dela Volhov/QS
La guía de contenidos anónima que ha recibido el juez dela Volhov/QS

Campañas rusas, Assange y agentes encubiertos

La guía parece un guion de Netflix. Así, aporta «mails internos, informes, instrucciones, estructuras de trabajo o listados de personal» de Internet Research Agency por supuestamente comenzar campañas a favor del independentismo. En la misma línea, aseguran que Sergey Fedotov, un supuesto teniente general del GRU -acrónimo de Glávnoye Razvédyvatelnoye Upravlenie-, es decir del servicio de inteligencia de las fuerzas armadas rusas, viajó a Barcelona entre el 5 y el 11 de noviembre de 2016. En ningún caso, se ha acreditado nunca ni la existencia de este grupo ni que Fedotov tenga nada a ver, más allá de especulaciones periodísticas, como señala el mismo juez Manuel García Castellón.

También se mezclan las detenciones en Barcelona, en enero y abril de 2017, de los hackers rusos Stanislav Lisov y Piort Levashov. Dos detenciones encomendadas por los EE. UU. con la acusación de crear bots para enviar spam y «secuestrar datos de ordenador». Una actividad que nada tiene que ver con el activismo político. En el paquete suman una visita del empresario Oriol Soler a Julian Assange, ahora puesto en libertad. También vuelven a referenciar un viaje de Fedotov a Barcelona el 29 de septiembre de 2017, hecho que acreditan con una «tráfico telefónico completo».

La toma del Parlamento de Montenegro, el entrenamiento

Pero no será por espías. Según este informe, además de Fedotov, estuvieron en Cataluña el supuesto coronel Anton Skovortsov y el mayor Aleksey Nikitin, que relacionan con el envenenamiento del ex espía ruso Sergey Skripal en Inglaterra, de Emilian Gebrev en Bulgaria como con el atentado contra el avión MH17. En este contexto, relacionan estos personajes con otro hipotético agente especial de intervención ruso, Aleksei Kapinos, y un destacado dirigente del Servicio de Inteligencia Exterior ruso (SVR), llamado «señor Bezgubov». En la guía también se hace constar un «piso franco» de los espías rusos, a pesar de que el juez nunca ha encomendado ni siquiera una vigilancia, ni por supuesto, ni una entrada o registro.

Aun así, el documento insiste en que este doble grupo de espías, comandado desde Moscú por todo un tótem del espionaje internacional como sería el general Andreu Ilchenko, número dos del GRU, habría planificado la toma del Parlamento de Cataluña. De hecho, sería poco imaginativo porque sería un plan «idéntico al de la toma del Parlamento de Montenegro» por parte de prorrusos. Es curiosa la anotación sobre estos hechos que sustenta la guía: «Tenemos todos parte de los datos pero no sabemos donde se encuentra el resto». El documento incorpora los datos que en su momento el testigo protegido aportó a toda una Audiencia Nacional y a un juez, García Castellón, precisamente no muy amigo del independentismo. El resultado fue que el magistrado cerró la pieza por carencia de credibilidad y verosimilitud de los hechos. Incluso, se permitía el lujo de asegurar que no es delito ni sospechoso que un ruso haga turismo en Barcelona. Si ni García Castellón ve viable este planteamiento de la investigación, la conclusión es que la trama rusa del Procés solo vive en la imaginación del titular del juzgado de instrucción 1 de Barcelona. Incluso los Mossos catalogaron de estafa.

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