Incluso el espionaje tiene normas. Esta es una de las premisas de la querella presentada por Plataforma por la Lengua que la justicia belga ha admitido a trámite. La entidad que defiende el catalán ha denunciado que cinco móviles de miembros de su junta directiva fueron infectados con Pegasus. El juez belga ha iniciado las pesquisas para constatar dos factores clave. En primer término, evaluar la peritación técnica aportada por Plataforma que acredita la infección. Y, en segundo término, comprobar si el Estado español ha vulnerado las normas establecidas en la Unión Europea por este tipo de operaciones y que controla Eurojust, la agencia de la Unión Europea para la cooperación judicial penal. Una posibilidad que constata un dictamen aportado por la defensa de la ONG del catalán, aceptado por la justicia belga y al cual ha tenido acceso El Món. Un documento que aporta datos que apuntan a la dirección política del Ministerio del Interior –por lo tanto, no se limitaría al CNI– en el espionaje del independentismo –no solo de la Plataforma–, ya desde el año 2016.
Este documento relata como el Estado español habría echado por el derecho, al margen de los «procedimientos reglados y transparentes entre los estados participantes de Eurojust». Según el dictamen, «las policías españolas han infringido la normativa penal belga y rompieron el procedimiento de Eurojust». Es decir, España no pidió en Bélgica, ni a su magistratura, ni a sus policías, la interceptación de las telecomunicaciones dentro de su territorio. De hecho, el documento aportado indica que se habría llevado a cabo esta práctica, como mínimo, desde el 2016.
Por eso, además de las responsabilidades penales que se deduzcan, la querella podría acabar con una sanción en el Estado español por mala praxis y vulneración de las normas europeas. Al final, esta querella podría abrir el paso a futuras acciones en Alemania o Bélgica sobre el espionaje con Pegasus al presidente al exilio, Carles Puigdemont. Todo ello, alimenta la avalancha de demandas judiciales que a raíz de Pegasus se reparten en diferentes magistraturas. El documento recuerda una maniobra de Fernando Grande-Marlaska con Eurojust, una vez empezó la comisión de investigación Pegasus en la Europarlamento, que abonaría la tesis que España habría hecho caso omiso a las soberanías de los Estados de la Unión con este espionaje.

Nombres relacionados con la policía patriótica y la Operación Copérnico
En este sentido, la querella ya ha aportado nombres que tendrían responsabilidades penales en el caso Catalangate, como por ejemplo Germán López i Francisco Pardo, directores generales del Cuerpo Nacional de Policía desde el 2016 hasta la actualidad, y los tres directores de la Guardia Civil desde noviembre de 2016 hasta ahora, José Manuel Holgado, Félix Vicente Azón y María Gámez. En el ámbito político, y para evitar problemas de aforo, los cuatro secretarios de Estado de Seguridad, el número dos de los ministerios del Interior, como Francisco Martínez –uno de los creadores de la policía patriótica–, José Antonio Nieto –corresponsable político de la Operación Copérnico contra el Referéndum del Primero de Octubre–, Ana Botella i Rafael Pérez Ruiz.
El dictamen jurídico que consta al expediente judicial, de 22 páginas, se titula

Pero, no basta con las formas, sino que hace falta contenido. Así, solo se puede pedir permiso para espiar ciudadanos si hay sospechas serias de terrorismo o delincuencia grave organizada que afecten un país o las instituciones de la UE. Últimamente, se han incluido la persecución de los abusos a menores y de la violencia de género, entre otros. Es decir, el informe subraya que el sistema pide saber «a quien se espía y por qué se lo espía». Cabe de estas condiciones se habría cumplido y así lo sospechan los instructores del caso porque, de momento, «no consta ninguna diligencia» sobre los espiados ni ningún tipo de «pesquisas formales» a Eurojust tramitadas por España o sus cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, o incluso, por sus servicios de inteligencia. Además, el informe recalca que no hay ningún delito investigado que se pudiera relacionar con ninguna causa abierta en España contra los miembros de la junta de Plataforma por la Lengua espiados con Pegasus o un sistema muy similar de «software espía». En todo caso, «el atlas de medidas de Eurojust» permitía estos espionajes si los delitos se encuadraban en el listado de delitos pertinentes y las autoridades españolas no los utilizaron porque sabían que la motivación del espionaje no era ningún tipo de delito ni había ninguna imputación.
Partidos los derechos fundamentales
Los indicios que tiene sobre la mesa el instructor de la causa en Bélgica es que el caso Pegasus con Plataforma por la Lengua habría «vulnerado una garantía de protección de derechos fundamentales». «En los casos de intervenciones telefónicas sin que haya la mínima base penal, es el mismo Sido donde se realizan las mismas quién se da cuenta de la irregularidad e interpone un procedimiento para parar el follón», asevera el estudio aportado por la defensa de Plataforma. Una premisa que sirvió a las autoridades españolas, en el marco del Catalangate, para infringir, la normativa penal belga y quebrar el procedimiento de Eurojust«. «Sabían que la infiltración no sería aceptada por ningún Estado democrático», asegura el argumentario jurídico del equipo legal de la entidad que el juez ha aceptado estudiar.
La acusación, pero, va más allá. No se trata «exclusivamente que agentes del Estado español y de sus cargos políticos superiores hayan cometido delitos en el Reino de Bélgica, sino que han roto la confianza del procedimiento establecido a Eurojust, y las normas que lo configuran». Por eso, los demandantes consideran, y así lo han hecho saber a la justicia belga, que hace falta que «el Reino de España sea sancionado, y sus peticiones sometidas a especial vigilancia». Para remachar el clavo, el informe aporta un dato bastante interesante que ha llamado la atención de las autoridades belgas. En concreto, que, cuando se puso en marcha la Comisión Pegasus de la Eurocámara, el ministro del Interior español, Fernando Grande-Marlaska acudió deprisa y corriendo, el 11 de noviembre del 2022, a la sede de Europol y Eurojust por «ofrecer equipos conjuntos de investigación internacional». El ministro incluso ofreció a Europol y Eurojust hacer de puente con los servicios policiales de América Latina. Una maniobra que se interpreta como una compensación por haberse saltado las normas europeas del espionaje. En el caso de Plataforma por la Lengua, Bélgica sospecha que España y sus servicios de seguridad despreciaron las autoridades policiales, de seguridad y judiciales belgas.
