Albert Velasco (Lleida, 1976) es hijo de anticuario, doctor en Historia del Arte e investigador especializado en arte medieval e historia del coleccionismo. Después de su formación en la Universidad de Lleida, fue conservador del Museo de Lleida hasta 2019. Ahora asesora a coleccionistas y museos, una tarea que combina con la de profesor universitario. Pero Velasco es, sobre todo, un tipo apasionado, comprometido y valiente. Lo demuestra con la defensa del patrimonio en el desafío judicial español contra la museística catalana a raíz del caso Sixena. Dice lo que piensa, con conocimiento de causa, y asume las consecuencias. Incluso ha renunciado al consejo directivo del Museo de Lleida.

Parece que Sixena se descubrió en el año 2017.

En Barcelona, sí. Parece que en Barcelona van más avanzados. Pero no, Barcelona va más atrasada. Nosotros en Lleida ya hacía mucho tiempo que oíamos hablar de ello. Sobre todo a raíz de la segregación del Obispado de Lleida y todo el traspaso de parroquias del Obispado de Lleida, donde estábamos desde la época medieval hasta la creación del Obispado de Barbastro-Monzón, en el año 1995.

¿Por qué?

Porque en aquel momento de la segregación del Obispado de Lleida, cuando las parroquias se traspasan, los de Barbastro-Monzón dijeron que todo el patrimonio que había en el Museo de Lleida y que venía de estas parroquias se les debía entregar. Esta operación fue el inicio del litigio del arte de la Franja, en el año 1997. Justo dos años después de la segregación. Sixena lo vio y el alcalde de entonces vio la brecha. A partir de ese momento, comenzó a reivindicar el patrimonio que había adquirido la Generalitat, en los años 80 y 90, porque las monjas que regentaban Sixena estaban en territorio catalán, en Valldoreix. El alcalde de aquel momento abrió el frente judicial. Bueno, no personalmente él, sino que al final fue el presidente Jordi Pujol el que lo abrió.

¿El presidente Pujol?

Sí, porque cuando desde Aragón comenzaron a reclamar que todos aquellos bienes de Sixena, porque consideraban que tenían derecho de tanteo, es decir, derecho de adquisición preferente por delante de la Generalitat, entonces el presidente Pujol llevó la reivindicación al Tribunal Constitucional. De hecho, ha sido el litigio que más tiempo ha estado sobre la mesa del TC, llegó en 1998 y dictaron sentencia en 2012. ¡Con sentencia favorable a Cataluña!

Cosa extraña.

¡Sí, cosa extraña! La sentencia confirmó que las operaciones de compraventa entre las monjas y la Generalitat habían sido correctas. Las razones: se habían hecho en territorio catalán, porque las monjas vivían en Valldoreix, las piezas estaban depositadas en el Museo de Lleida y en el MNAC, y, por lo tanto, Aragón no tenía derecho de tanteo, derecho de adquisición preferente. El TC dijo que Cataluña tenía razón y que las compras estaban bien hechas. Pero la resolución también apuntaba un vicio de entrada en estas transacciones y dudas sobre si estas piezas realmente podían salir del monasterio. Aquí se abre la brecha para la vía civil de los bienes de Sixena y en el año 2013, el litigio por las pinturas murales. El primero se resolvió en 2017, con aquella ejecución forzosa del 2 de diciembre. En total, han salido del Museo de Lleida, 155 obras. En concreto, 111 del litigio del arte de la Franja y 44 del litigio de Sixena.

Albert Velasco, historiador de l'art català. El Palau d'Anglesola, 03.07.2025 | Mireia Comas
Albert Velasco, historiador de l’art català. El Palau d’Anglesola, 03.07.2025 | Mireia Comas

¿El de Sixena es un monasterio especial?

Es un monasterio que, desde el mismo momento de la fundación, es un monasterio emblemático.

¿Por qué?

Porque se funda en un lugar que es como una especie de cruce, un checkpoint, que diría Francesc Canosa, entre Zaragoza, Huesca y Lleida. Y, además, y esto no es un detalle gratuito, es una fundación de la reina, de la esposa del rey, del rey Alfonso, la reina Sancha de Castilla.

Claro, es una fundación real, de la reina. Eso no pasa a menudo.

Muchas veces tienes un rey, un noble, que hace una donación para que se haga una fundación, pero en esta ocasión es Sancha la que se preocupa de poner en marcha el proyecto. Y no solo eso, sino que interviene en una cuestión tan peculiar como es la decoración de la sala capitular. Piensa que la sala capitular es uno de los espacios de representación del monasterio. Un monasterio donde, además, vive una reina.

Aclarémoslo, un monasterio, en el siglo XII no era exactamente un monasterio como lo conocemos ahora, ¿verdad? Era una especie de mini corte…

Exacto. Es decir, en un monasterio podían vivir gente profesa, digamos, y gente no profesa. Finalmente, la reina acaba profesando. Pero era un lugar de representación real. La sala capitular era seguramente el lugar del monasterio donde la reina se presentaba como tal. No solo como miembro de la comunidad, sino también como reina. Por ejemplo, era donde recibía visitas. Era el lugar donde intentaba impresionar a todos aquellos que venían allí, porque, además, era un lugar de representación de la corte.

Hubo una inversión decorativa…

Contrató un taller de artistas absolutamente excepcional que no ha dejado ningún otro rastro en toda la Corona de Aragón. Es decir, son unos artistas que vienen, trabajan… y es posible que vuelvan a irse. Unos artistas que seguramente vienen de Inglaterra, que conocen lo que se está haciendo en Sicilia y que conocen también todo lo que se llama el arte de las Cruzadas. Porque Sixena se funda en 1188 y es el momento justo después de la conquista de Tierra Santa, un año después. Por lo tanto, ella lo que hace es contratar a estos artistas excepcionales y crear una obra de arte excepcional que debemos imaginar, digamos, como un lugar de impresión. Todo el mundo que debía sentarse allí a hablar con la reina debía salir maravillado de lo que veían en aquellas paredes.

Por ejemplo, como si ahora un jefe de estado hiciera pintar el salón de recibir las visitas a Miquel Barceló, por ejemplo…

Exacto.

Albert Velasco, historiador de l'art català. El Palau d'Anglesola, 03.07.2025 | Mireia Comas
Albert Velasco, historiador de l’art català. El Palau d’Anglesola, 03.07.2025 | Mireia Comas

Me gusta cómo se explica, me recuerda a Montserrat Pagès, conservadora, jubilada, del arte románico en el MNAC. Tienen en común cómo sufren por la obra.

Puedo entender esta preocupación de Montserrat Pagès porque yo viví un poco lo mismo en el Museo de Lleida. El día que entró la Guardia Civil se llevaban piezas que yo había estudiado, sobre las cuales había publicado producción académica mía. Quizás está mal dicho, pero los académicos, la gente que nos dedicamos a hacer investigación, también somos personas. Al final acabas estableciendo vínculos afectivos, emocionales, con las piezas que estudias, con los personajes que estudias, con los contextos que estudias. Y de la misma manera que a mí aquel día, en Lleida, me arrancaron un brazo llevándose aquellas piezas, entiendo que a Montserrat Pagès también le arrancan un brazo, porque es muy doloroso ver lo que se está perpetrando.

Eso no se hace en ningún lugar del mundo, ¿verdad? Pero aún no he oído a ningún experto en arte español decir nada… que diga que esto es una barbaridad!

Tenemos un problema y es que somos un colectivo miedoso, con muchos culos alquilados, con mucho miedo de hablar en general. Hay catedráticos que piensan que si dicen algo sobre las pinturas nunca los invitarán a la Universidad de Zaragoza o de ningún lugar de Aragón a dar conferencias, ni a participar en proyectos, ni a participar en publicaciones colectivas… Muchas veces es por algo tan sencillo como esto, o por las pocas ganas de meterse en problemas y enemistarse con colegas suyos de las universidades aragonesas.

¡Vaya…

A mí, esto me parece una falta de compromiso, no solo con la disciplina, sino con la sociedad. Es decir, si tú estás asistiendo a unos hechos que no solo van en contra de lo que dice tu disciplina, sino también de los intereses de la sociedad en conjunto, debes alzar la voz. Los que nos dedicamos a disciplinas patrimoniales, ya sean arqueólogos, antropólogos, historiadores del arte, es inevitable que hablemos. Nuestro trabajo es un trabajo de militancia y de compromiso.

¿Por qué?

Porque cuando hay un atentado patrimonial, ¿quién alza la voz? Normalmente, son los colectivos patrimoniales, la ciudadanía, la sociedad civil organizada, pero también los colectivos profesionales. Tenemos este deber de alzar la voz cuando pasa algo. Y en esto de Sixena estamos asistiendo a cosas bastante esperpénticas.

¿Por ejemplo?

El posicionamiento de la Asociación de Conservadores y Restauradores Españoles, ACRE, que no han hecho ningún comentario. Lo que hacen es, desde su perfil de la red X, retuitear todas las noticias del Heraldo de Aragón y de aquellos medios que en los titulares o en el interior de la noticia parecen dar la razón a la parte aragonesa. A ver, ¿qué sois, restauradores o hooligans? Situémonos, ¿no? Se podrá hablar, yo creo, con extensión, de cuáles han sido las actitudes y los posicionamientos de determinados colectivos profesionales.

Albert Velasco, historiador de l'art català. El Palau d'Anglesola, 03.07.2025 | Mireia Comas
Albert Velasco, historiador de l’art català. El Palau d’Anglesola, 03.07.2025 | Mireia Comas

¿Por qué ha renunciado al plenario del Museo de Lleida?

He renunciado por la actitud de la Generalitat. Es decir, a mí, para el plenario del Museo de Lleida, me nombró la Generalitat, y como yo no estaba conforme con las actuaciones de la Generalitat, en este caso, respecto de Sixena, he renunciado.

Tenemos que venir a Lleida a descubrir que dimitir no es un nombre ruso…

Porque pude enterarme de que había unos movimientos oscuros, extraños, indecentes de la Generalitat. Después he podido saber que no eran movimientos pensados y dirigidos desde el Departamento de Cultura, aunque sí coordinados, sino que estos movimientos estaban pensados desde lo más alto, desde Presidencia y desde Secretaría de Gobierno.

¿Cómo ahora?

Pues incidir en la comisión técnica que se había constituido. Aquella comisión técnica donde había técnicos catalanes y aragoneses decidiendo qué se debía hacer, había un punto de discrepancia, porque los técnicos catalanes querían incluir en el acta un punto que dijera que toda esta operación no se puede hacer sin dañar las pinturas. La parte aragonesa se rebeló contra esto, no querían que este punto se incluyera, y lo que hizo la Generalitat fue obligar a quitar este punto. Esto es gravísimo, se obligó a quitar este punto, para que la parte aragonesa pudiera firmar las actas. ¡Y una segunda cosa muy grave…

¿Aún más?

La Generalitat advirtió… amenazar creo que el verbo sería más adecuado, amenazó al MNAC diciendo que si los aragoneses no firmaban las actas, no les dejarían presentar el recurso de incidencia de ejecución en el juzgado de Huesca. Esto es inaudito, incluso escandaloso, e incluso con un viaje del secretario general de Cultura, Josep Maria Carreter, a Zaragoza, días antes de la constitución de la Comisión Técnica, para tranquilizar a las autoridades aragonesas. Bueno, todo esto tiene un contexto, tiene un contexto que algún día se tendrá que explicar.

Adelante.

Ahora mismo no puedo porque me falta información, pero evidentemente que estas órdenes vinieran de Presidencia y de lo más alto no es gratuito. Esto responde a unas directrices políticas, a unas voluntades políticas de concordia, el reencuentro, pacificación, y que se resumen en un mensaje muy breve y muy sencillo, que es que los socialistas catalanes, el gobierno de la Generalitat, no quieren molestar a los aragoneses con esta cuestión. La Generalitat hace dejación de funciones. Hay una voluntad política de no molestar a Aragón con esto de las pinturas… O sea, podemos decirlo, claro, la Generalitat quiere que las pinturas se vayan.

Es fuerte, esto, ¿eh?

Muy fuerte. Ellos lo negarán.

El ‘no quiero líos, y por eso no digo Cataluña Norte’.

Exacto, vendría a ser un poco lo mismo.

Albert Velasco, historiador de l'art català. El Palau d'Anglesola, 03.07.2025 | Mireia Comas
Albert Velasco, historiador de l’art català. El Palau d’Anglesola, 03.07.2025 | Mireia Comas

Olvidamos que alguien salvó las pinturas. ¿Por qué no las salvaron los aragoneses?

Ah, la situación es complicada, porque, en un contexto de guerra civil, decir por qué unos hicieron una cosa y otros no la hicieron, hóstia… Es complicado. ¿Nosotros quiénes somos para juzgar a esa gente?

De acuerdo, pero nos culpan a nosotros.

Claro, nos culpan de la destrucción, pero lo que yo no haré es culparles a ellos de no salvarlas, porque no se puede hacer. En un contexto bélico todo es muy complicado y no somos nadie nosotros para juzgar las actuaciones de esa gente. Somos alguien para hacer evaluaciones históricas, pero no para juzgar.

Pero, de la misma manera que la Generalitat quiere que las pinturas se vayan, los aragoneses solo quieren las pinturas catalanas. ¿Por qué?

Por motivaciones políticas. Este es un conflicto que sobrepasa de una manera alucinante todo lo que sería una restitución patrimonial, que se han hecho y se harán. Pero este es un caso muy peculiar de restitución patrimonial que lleva asociadas toda una serie de connotaciones políticas que en otros casos no están. Cuando hay una reclamación patrimonial, en cualquier lugar del mundo, siempre se hace desde una posición nacionalista, lo digo sin sentido peyorativo. Hay una nación que se siente agraviada porque se le ha extirpado de su patrimonio una serie de elementos patrimoniales y los quieren recuperar. Y detrás de esto hay un componente nacionalista porque el patrimonio siempre, en el 100% de los casos, el patrimonio es identidad. Es la base de la teoría patrimonial y de las restituciones.

¿Sixena también?

También. Es decir, hay una nación, entre comillas, la aragonesa, pero la reivindicación, en este caso, no se ha hecho desde el nacionalismo aragonés, sino que se ha hecho desde el nacionalismo español en Aragón, que es el dominante. Los aragoneses, que viven al lado del demonio, tienen que demostrar que son más buenos que nadie, y tienen que demostrar que son más españoles que nadie. Estoy convencido de que si estos bienes estuvieran en Madrid los litigios no habrían existido, y si estos estuvieran en La Rioja, que también es una comunidad vecina con Aragón, tampoco habrían existido. El problema es que estos bienes estaban en Cataluña. Tampoco cogen las piezas que hay en Zaragoza u Huesca y las llevan a Sixena.

¿Aragón se ha preocupado de recuperar su patrimonio?

Nunca reclaman los bienes expuestos en otro lugar. En cambio, Cataluña puso en marcha un sistema de adquisición de patrimonio, ahora dotado con dos millones de euros, que sirve para comprar arte antiguo, cómic, fotografía… poca broma. Aragón podría haber hecho lo mismo. En los últimos diez años, que son los años que llevo haciendo un seguimiento completo de todas las casas de subasta del estado español, han salido cientos y cientos de obras aragonesas y no han comprado nada. No se entiende: están planteando estos litigios judiciales y toda esta confrontación, y generando todo este mal rollo social, político, de todo tipo, y, en cambio, podrían poner en marcha una política activa de recuperación de patrimonio a través de las adquisiciones, que con cuatro euros, para un gobierno autonómico, podrían hacer adquisiciones muy importantes y muy significativas, y tener a la gente contenta, y demostrar que verdaderamente se preocupan por su patrimonio. Y no, no lo hacen, prefieren únicamente centrarse en el conflicto judicial con Cataluña.

Albert Velasco, historiador de l'art català. El Palau d'Anglesola, 03.07.2025 | Mireia Comas
Albert Velasco, historiador de l’art català. El Palau d’Anglesola, 03.07.2025 | Mireia Comas

¿Usted ha ido a Sixena últimamente?

No, no puedo ir. No soy bien recibido. Es así. Todo por un artículo de 2016 sobre el fuego en el monasterio, que catedráticos como Guillermo Fatas culpaban al presidente Lluís Companys y a los catalanes, una afirmación totalmente falsa. Me costó una amenaza de querella que al final ni se presentó. No tenían pruebas y yo sí que tenía los documentos.

Aquello es la nada

Tomar unos bienes muebles, las piezas del Museo de Lleida y del MNAC, que están en dos museos que ven miles y miles de personas, millones en el caso del MNAC… unas pinturas murales, que están en el principal museo del mundo en la materia, y trasladarlas a un lugar donde, además, las visitas son en fin de semana y solo pueden ir 25 personas… Es que lo encuentro alucinante. Sobre todo por dos hechos: poner en riesgo desde un punto de vista físico las pinturas y, dos, hacer que las pinturas vayan a un lugar que tiene muchos problemas de visita y de acceso. No sé en qué compensa. De acuerdo que las pinturas regresan a su lugar de origen. Evidentemente que todos estamos de acuerdo en que las cosas deben estar en su lugar. Eso, yo soy el primero en defenderlo. Pero no a cualquier precio. No a cualquier precio.

Sixena es un símbolo de esplendor de la Corona catalanoaragonesa, un pasado que tiene mala memoria. Parece que solo lo reivindican los aragoneses, pero pasado por el tamiz del españolismo.

Continuamente confunden lo que es Reino de Aragón con la Corona de Aragón. Nos acusan a nosotros de pancatalanismo. Es decir, de querer ocupar, invadir, territorios que no nos pertenecen, cuando ellos son los primeros que lo hacen desde un punto de vista histórico con esta confusión entre Reino y Corona. Es muy poderoso el nacionalismo español.

Una solución sería hacer una réplica de los murales, ¿o no?

Eso es lo que dice todo el mundo. Cualquier experto que hable, si no es aragonés, te dirá en patrimonio hay una premisa absoluta que es no ponerlo en riesgo. Antes de tomar cualquier acción o intervención, haz aquello que pueda ser una acción equiparable y que no conlleve riesgos. Y la réplica es la más clara en este caso. Todos los expertos que preguntan dicen lo mismo. Hay riesgo si se mueven las pinturas. Por lo tanto, no las movamos. Hagamos una réplica.

¿Hay tecnología para hacerlo?

Hoy en día tenemos unas tecnologías brutales. Papel gel, o incluso técnicas de estas de restitución virtual, el mapping y tal. Imagínate en Sixena… podríamos hacer un mapping de tres pares de narices. Mejor incluso que el de Taüll, que ha sido un éxito absoluto.

Sí, es impresionante.

Pues el de Sixena aún lo sería más, porque es un espacio mucho más grande, más metros cuadrados de pintura, e incluso diría que con un discurso aún más potente. Sería una solución brutal. Las pinturas estarían bien cuidadas en Barcelona. Los aragoneses, los catalanes y cualquier persona del mundo, porque estamos hablando de unas pinturas con un valor universal, podrían ir a Barcelona y verlas perfectamente. Y en Sixena podrías tener una experiencia inmersiva, ahora que está tan de moda esto, brutal. Brutal, es decir, yo anhelo ver una operación de este tipo en Sixena.

Hay un pero, ¿verdad?

El problema es el que en Aragón te lo fijan en todas las declaraciones, incluso de los técnicos. Para ellos, lo primero es la propiedad, por encima de la conservación.

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