La aritmética surgida de las elecciones del pasado 23 de julio ha convertido a Junts per Catalunya en un actor clave para permitir la investidura de Pedro Sánchez. Aquella misma noche, Míriam Nogueras ya advirtió de que no harían presidente al líder del PSOE «
Las formaciones que integran el gobierno español en funciones, PSOE y Sumar, se han apresurado a asegurar que cualquier negociación con Junts se hará dentro del marco constitucional y, además, han usado el fantasma de la derecha y la ultraderecha, con un gobierno de PP y Vox, para intentar que los siete diputados que encabeza Míriam Nogueras rebajen sus pretensiones. De hecho, el ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática en funciones, Félix Bolaños, ya ha pedido a Junts rebajar las «posiciones de máximos, muy maximalistas», porque, según él, «lo que tenemos entre manos es tan importante como el futuro de nuestro país» y, a pesar de que el PSOE todavía no ha puesto ninguna propuesta concreta sobre la mesa, ya ha instado los independentistas a encontrar «un punto de equilibrio, donde todas las partes se sientan cómodas, está claro dentro de la ley, dentro de la Constitución, que signifique que España continúe avanzando».

En el mismo sentido, se ha pronunciado la vicepresidenta segunda del gobierno español en funciones y líder de Sumar, Yolanda Díaz, que se ha mostrado convencida en poder “convencer” a Junts para mantener el «gobierno progresista», a pesar de que ha admitido que será una negociación «difícil». Además, en una entrevista en
Hoy por hoy, las únicas propuestas concretas que han hecho las dos formaciones para convencer a Junts han sido en general poco más que simbólicas: ofrecer que el ‘caso Tsunami’ se traslade a Barcelona, tener grupo propio en el Congreso, una modificación del reglamento para poder hablar en catalán en la Cámara Baja, la mesa de diálogo para encontrar una solución en el conflicto, y designar al exportavoz de Unidas Podemos, Jaume Asens, que tiene buena relación con Waterloo por su amistad con Toni Comín, como interlocutor principal en las negociaciones. Aun así, el PSOE, a través de la ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero, se ha apresurado a dejar claro que quien se encarga de las negociaciones para la investidura «es el PSOE y no Sumar».
Presión catalana
Junts per Catalunya también está recibiendo presiones por parte de formaciones políticas catalanas implicadas en la negociación. Sin ir más lejos, ERC, su exsocio de gobierno, ha reclamado a los juntaires que acepten hacer un frente común fijando un precio realista y “asumible” en la investidura y la dirección de los republicanos y los líderes en Madrid, que se encargarán de las negociaciones, han marcado unos objetivos claros: la amnistía, trasladar el referéndum a la tabla de diálogo, el traspaso de Cercanías y una nueva financiación negociada de forma bilateral para acabar con el déficit fiscal.
Y a pesar de las dificultades entre ERC y Junts para explorar un frente común a Madrid por las exigencias de unos y otras, los republicanos insisten ahora en su voluntad de llegar a un acuerdo, a pesar de que lo rechazaron en la pasada legislatura en Madrid. La secretaria general de ERC, Marta Rovira, ha asegurado este domingo en una piada que priorizan «el entendimiento estratégico» con Junts. «No queremos renunciar a la fuerza conjunta y necesaria de los 14 diputados independentistas. Creemos que 14 coordinados estratégicamente pesan más que 7 por cada lado», ha sentenciado.
El PSC también ha dicho la suya a través de la presidenta de la Diputación de Barcelona, Lluïsa Moret, que en una entrevista en El Periódico ha reclamado ceñir la negociación a los márgenes de la Constitución. Además, ha asegurado que a los socialistas y los juntaires «nos une el respeto por la diversidad, el respeto por la convivencia, el respeto para buscar soluciones para Cataluña y, por lo tanto, para España», pero ha resaltado que Cataluña «ha apostado claramente para ratificar la política de Sánchez en Cataluña» y, según ella, se tiene que trabajar en la línea de «fomentar la convivencia, el diálogo, buscar acuerdos y pactos, ir desencallando uno a uno los posibles obstáculos que podrían distorsionar la convivencia».

Otro actor que ha instado Junts a rebajar sus pretensiones es la exalcaldesa de Barcelona y líder de los comunes, Ada Colau, que en una entrevista en Efe ha reclamado a los de Borràs y Turull dejar de lado las «líneas rojas» y ser conscientes de que Cataluña ha votado «a favor de un Gobierno progresista y de parar la extrema derecha, antes de que cualquier otra consideración». Colau ha mostrado su optimismo, cosa que también han hecho otros dirigentes de los comunes consultados por este diario, sobre las posibilidades de que Junts rebaje sus pretensiones y se llegue a un acuerdo para la investidura.
La cucharada del poder judicial
También hay decisiones que se escapan del control político, como la intervención del poder judicial en un momento de alto voltaje a tan solo unos días de la votación de la nueva presidencia del Congreso y en medio de un proceso negociador para la investidura de Pedro Sánchez. La Sala de Vacaciones del Tribunal Constitucional, que está controlada por el bloque conservador, ha inadmitido un recurso de Carles Puigdemont y Toni Comín contra las órdenes nacionales de detención que pesan sobre ellos. Ante este movimiento, que ha provocado el enojo de dirigentes de Junts y las quejas del abogado Gonzalo Boye, la Fiscalía del TC se ha tenido que mover y ha anunciado que recorrerá este septiembre contra la decisión que ha tomado el órgano judicial español, en la cual ha decidido rechazar por primera vez la admisión a trámite de un recurso de amparo vinculado con la causa del Proceso.

Pero esta no ha sido la única intervención de los jueces desde la noche electoral. Justo el día siguiente a la jornada electoral del 23 de julio, la Fiscalía del Tribunal Supremo presentó un escrito, con que «interesa que nuevamente se acuerde por el Instructor de la causa del Proceso, el magistrado Pablo Llarena, la busca y captura e ingreso en la prisión de Carles Puigdemont i Antoni Comín y que se emita orden de busca y captura internacional por si fuera necesario tramitar solicitud de extradición, así como orden europea de detención y entrega respecto de los procesados del pasado 12 de enero de los 2023″. Una petición que se formuló en base la sentencia del Tribunal General de la Unión Europea de 5 de julio del 2023 que retira la inmunidad de los dos que ostentaban como europarlamentarios.
Fomento reclama un acuerdo desde el minuto 1
Fomento del Trabajo, patronal presidida por el exdiputado de CiU Josep Sánchez Llibre, ha reclamado el acuerdo desde el primer momento. El día siguiente a las elecciones hizo una piada para reclamar estabilidad y pragmatismo a los partidos implicados: «Los pactos necesarios que tendrá que hacer la política española tendrían que centrarse en los retos económicos y sociales que tiene España, la agenda europea y la estabilidad institucional«.
El fin de semana pasado, La Vanguardia profundizaba en el posicionamiento de la patronal y aseguraba que conjuntamente con Junts estaban abordando el marco para el retorno de las empresas que cambiaron de sede social a raíz del Proceso. En este sentido, se reclama un acuerdo político global «de largo alcance» que incluya todas las partes para excluir de forma explícita referéndums no pactados y declaraciones unilaterales de independencia. Por otro lado, el diario Ahora publicaba el mismo día una pieza similar sobre la petición de «pragmatismo» del empresariado independentista a Junts por no desaprovechar «la oportunidad de oro» que tienen sus siete diputados de ser decisivos en la investidura. En este sentido, los directivos reclaman incluir «contrapartidas económicas» en la negociación.
El poder mediático
Además de los pronunciamientos efectuados por los poderes políticos y económicos, el poder mediático considerado afín al PSOE y Sumar también se ha pronunciado sobre que tiene que hacer Junts per Catalunya en estas negociaciones. El País, en un editorial titulado «La vieja nueva normalidad», cree que la formación de Borràs y Turull se encuentra en un cruce donde tiene que escoger entre «mantener su irredentismo frontista –solo con el 11% de los votos en Cataluña– y propiciar nuevas elecciones o dar sentido al modesto resultado obtenido el 23-J, hacer arrancar la legislatura y empezar el retorno a la normalización política«.
También ha dicho la suya el director de