Oriol Junqueras no solo no se da por vencido, sino que ha pasado a la ofensiva. Un acto con 500 personas en Sant Vicenç dels Horts (Baix Llobregat), municipio donde fue alcalde y que lo catapultó hacia la presidencia de los republicanos en 2011, ha demostrado esta semana que Junqueras todavía tiene cuerda y que puede dar guerra a los que querían una transición más o menos tranquila, y sin él, en la dirección de ERC. A la vista del tour que el expresidente del partido que quiere volver a serlo ha empezado por el país, con el objetivo de revalidar la confianza de la militancia, el aparato de la formación, ahora comandado por Marta Rovira, Josep Maria Jové, Marta Vilalta i Raquel Sans, ha empezado a maniobrar para poder neutralizar el efecto Junqueras.

Así se entienden los esfuerzos que se están haciendo para minimizar las resoluciones y enmiendas presentadas al reglamento del congreso del partido, previsto para noviembre, que tiene que aprobar el Consejo Nacional de la formación este sábado. Por otro lado, el rovirismo ha planteado la batalla mediática al más alto nivel, aprovechando cada micrófono para poder exponer cuál es el proyecto de la formación pensado para el congreso del 30 de noviembre, que algunos cuadros intentan demorar si hay elecciones anticipadas en octubre.

En esta línea, la maquinaria de Calabria también se ha puesto en marcha poniendo en el centro del debate el «financiación singular» como clave de vuelta de cualquier acuerdo y apuntando la responsabilidad que tienen PSC y Junts, al haber quedado primeros y segundos en las elecciones al Parlamento de Cataluña del 12 de mayo, de intentar llegar a un acuerdo. Pero quien ha apuntado una de las líneas hasta ahora impensables ha sido Josep Huguet, ex consejero de Universidad y tótem del Consejo Nacional, que esta semana ha aprovechado una entrevista en TVE para defender una gran coalición entre PSC, Junts y ERC sobre cuatro puntos pactados y con la vista puesta en una sola legislatura. Un posible acuerdo que podría facilitar que la presidencia fuera de los republicanos.

Oriol Junqueras, en uno de los actos de campaña/Marc Puig
Oriol Junqueras, en uno de los actos de campaña del 12-M / Marc Puig

Junqueras enseña los dientes

Después del famoso manifiesto, firmado inicialmente por 300 militantes y cuadros y que ahora ya ha reunido 950 nombres, el equipo de Junqueras se ha puesto en marcha. Este miércoles, llenó La Vicentina, un espacio social de Sant Vicenç dels Horts que necesita medio millar de personas para colgar el letrero de completo. Un acto con una nutrida representación de la estructura territorial de ERC. Entre los VIPS, el consejero de Interior, Joan Ignasi Elena, o Joan Tardà. Pero los impulsores del acto insisten en remarcar la cantidad de militantes de base y cuadros territoriales que asistieron para escuchar el proyecto de Junqueras.

«Estaba todo el territorio, entero, que es mucho mejor que los nombres de los consejeros en funciones», comenta una fuente del equipo del ex preso político en referencia a los firmantes del manifiesto que presiona a Junqueras para que abandone definitivamente el liderazgo de la formación. El acto también tuvo su punto simbólico creando un «nube de palabras» con los términos que tendría que contener el nuevo proyecto, que se llenó de palabras y conceptos como por ejemplo «esperanza, ilusión, independencia, fuerza, libertad, confianza, ganar, igualdad, república, empatía, Cataluña, pueblo y optimismo». Un acto que quería ser «discreto» en comparación al ruido generado por el manifiesto.

Desde el equipo de Junqueras alertan al aparato que «no será fácil desprenderse de él». «Lleva muchos kilómetros escuchando y hablando con las bases de la formación», añaden. «No se puede hacer junquerismo sin Junqueras», avisa otro de los asistentes al acto, en conversación con El Món. Una frase que explica en formato de reproche que el grueso de la dirección lo quiere echar y, en cambio, mantener su discurso y su estrategia. El acto de Junqueras fue un doble aviso. Por un lado, el inicio oficial de una campaña electoral que se espera dura. Y, por la otra, un aviso a navegantes para los que predicaban en la calle Calabria que «este mal no quiere ruido».

Josep Huguet, en unas jornadas de la UCE/Josep Maria Muntaner
Josep Huguet, en unas jornadas de la UCE/Josep Maria Muntaner

De la financiación a la «gran coalición»

Aprovechando la mayor cobertura mediática de los miembros del gobierno catalán, casi todos firmantes del manifiesto, la dirección del partido ha puesto en marcha los altavoces para expandir el mensaje pronunciado por Marta Rovira en el Consejo Nacional del pasado 15 de junio. Concretamente, fijar la financiación singular para negociar una eventual investidura de Salvador Illa. Un acuerdo que pasaría necesariamente por Madrid, con Pedro Sánchez de protagonista. Como ejemplo, las declaraciones de este jueves de Marta Vilalta, que incidía en el hecho de que cualquier acuerdo de investidura tiene que «pivotar» sobre la financiación. «Necesitamos hechos y pasos firmes», subrayaba en una entrevista en RTVE para después remarcar que el nuevo modelo tiene que suponer «cambiar las reglas del juego».

Basándose en este paradigma, uno de los factótums de la formación como es Josep Huguet añadió una versión todavía más osada con la excusa de la financiación singular. Huguet aprovechó la ocasión de una entrevista en un programa televisivo decano de política catalana, Aquí parlem, de RTVE, para defender este miércoles un «gobierno de emergencia nacional» formado por «PSOE, Convergència -Junts- y ERC» con los «grandes temas», como la financiación, la lengua y la vivienda. «Si no hay una mayoría muy amplia, no se saldrá adelante, con gobiernos débiles y sin la caja, ¿qué decimos a la gente? No les engañamos, sin un gobierno muy amplio, con más del 60% de votos y la caja controlada, vamos a un problema gordo», remarcó. Huguet defendía la idea de actuar como si fuéramos un «país del norte de Europa» para poder tener «un gobierno de concentración nacional por cuatro años». «Si nos concentramos en el ‘qué’, el ‘quién’ es secundario», argumentó aplicando lo que denomina «el mito Borgen» –la famosa serie danesa–, según el cual el presidente podría ser el candidato de la formación más pequeña. En este caso, ERC.

Una imagen del consejo nacional de ERC celebrado el día 15 /Marc Puig

Las dos carpetas y enmiendas para el nuevo Consejo Nacional

La idea de bombardear con el mensaje sobre la financiación singular también responde a la táctica, pactada en el mismo Consejo Nacional, de separar las dos carpetas. Por un lado, la renovación del partido y, por el otro, la negociación de la investidura. Precisamente, la dirección, a la vista de que la guerra interna se puede descontrolar y se pueden encontrar un verdadero Vietnam con las secciones locales que apuesten por Junqueras, sube el volumen en referencia a la negociación de investidura, donde puede atacar con más comodidad Juntos y PSC.

Pero esta táctica también encuentra trabas. Este sábado se celebra otro Consejo Nacional bastante importante. Tiene que aprobar el reglamento del congreso del partido programado para el 30 de noviembre. La dirección ha recibido un buen grueso de enmiendas a los estatutos que pueden comprometer la paz organizativa. Incluso ha recibido una propuesta de resolución para aplazar el congreso del 30 de noviembre si hay un escenario de repetición electoral el 13 de octubre. Es decir, proponen redefinir el partido después de haber cerrado del todo un ciclo de comicios en que todavía puede haber una reválida electoral. «Con un escenario aclarado se puede decidir mejor, ya se sabe que en tiempos convulsos no es bueno hacer mudanzas», apuntan fuentes que defienden la opción.

El sanedrín del partido, sin embargo, intenta impedir que las enmiendas salgan de madre. La herramienta básica del aparato es la comisión de garantías del partido, es decir, una primera criba que avisa de las enmiendas que pueden ir contra los estatutos de la formación. Es decir, que el reglamento de un congreso no puede ir contra los estatutos aplicando el principio que una ley inferior no puede modificar una de superior. Por lo tanto, estas, que se habrían detectado, quedarían fuera del circuito. Por otro lado, hay «enmiendas sensibles» que son propuestas de mejora de la democracia interna de la formación. Y la dirección las quiere derivar hacia una reforma de los estatutos. Por lo tanto, es posible que la dirección, para ganar tiempo, convoque otro Consejo Nacional para poderlas debatir. Y una tercera opción sería dejarlas para la parte final del cónclave de este sábado, porque creen que con un cuórum reducido, con los más apegados a la vida orgánica, –no todos los consejeros aguantan hasta el final estas sesiones maratonianas– las enmiendas indeseadas pueden ser rechazadas más fácilmente.

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