Carles Furriols, el médico que tenía ganas de ser independiente

Tuve la gran suerte de conocer a Carles Furriols, Tati, el segundo día trabajar como periodista. Entonces trabajaba en SER Osona y en el Canal Taronja. Le había pedido una valoración sobre los recortes de fondos públicos que sufría la fundación sanitaria Doctor Trueta, con sede a Vic. Quedé atónito. Una de las poquísimas ONG –que suministraba material y conocimientos médicos en todo el mundo– que tenía permiso para trabajar en Corea del Norte. También quedé atónito con el personaje. Aquel día Tati me invitó a fumar. Me había dejado el tabaco en el coche y tuvo la solidaridad del fumador.

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Aquel día, un martes, conversamos mucho. Tenía una manera de hablar magnética y una dicción profunda y clara. Pero, sobre todo, tenía un encomiable sentido del humor que mantuvo hasta los últimos días. Aficionado a caminar, cariñoso y encantador. Era un médico que fumaba. Con esto está todo dicho. Conversar con él en la plaza o entrar al antiguo Snack a hacer un café era una lección de vitalismo, como poder compartir un cafelito con Toni Coromina, otro de los grandes de Vic, que nos dejó a raíz de la pandemia.

Tati: muerte de un independentista que siempre estaba donde hacía falta

Tati era muchas cosas. También independentista. De hecho, estaba en todos los saraos. La noche del 20 de septiembre de 2017 se esperó a que la Brimo esparciera la cuarentena de manifestantes que entorpecían las tareas de limpieza al final de la protesta. Se lo miraba con ademán de ‘hace falta que alguien con sentido común esté siempre al acecho’. Para algunos era uno hiperventilado, el infame adjetivo generalista dedicado a los que desconfían del autonomismo de poca monta y que se tendría que utilizar básicamente para señalar los que, de golpe, tienen prisa. En Tati no tenía prisa, a pesar de saber que la salud no lo acompañaba. Tenía ganas de ser independiente, que es muy diferente.

Una de las últimas aventuras fue compartir autocar por la noche hacia Madrid, desde Folgueroles, para acompañar a los vecinos de Txevi Buigas, detenido en la razzia del 23-S del 2019 en el marco de la operación Judas. Por la mañana pasaba a disposición de la Audiencia Nacional y querían apoyarle. Tati y el alcalde de Folgueroles, Xevi Roviró, hicieron lo que hace la gente comprometida, ponerse junto a los débiles, de los acusados. Lo que siempre hacía en Tati, sin importarle poner la cara. No olvidaré nunca cuando en noviembre de 2019 se subió a un montón de escombros que querían ser una especie de barricada en el corte de la AP-7 en la Jonquera, la protesta del desaparecido Tsunami Democràtic, para intentar mediar entre manifestantes, policías y políticos. Aún conservo el video. Tati siempre estaba. Era un poco como la Cruz Roja en los actos independentistas. Ahora dirían un «relator». Sea como sea, el relato del proceso de liberación nacional por un homenot. Un hombre que siempre tenía tabaco y, encima, dispuesto a compartirlo. Descansa en paz, patriota.