El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, ha tomado posesión este sábado del cargo en un acto solemne en palacio, donde el presidente saliente, Pere Aragonès, le impuso la Medalla del cargo, y está previsto que esta semana nombre los consejeros que formarán parte de su gobierno. Illa y los socialistas han llegado a la Generalitat después de un acuerdo de investidura con Esquerra Republicana y los Comunes, que los permitió lograr la mayoría absoluta necesaria para ser investido en primera vuelta. Todo esto, se produce casi tres meses después de las elecciones en el Parlamento del pasado 12 de mayo, donde Esquerra Republicana sufrió una severa derrota a las urnas después del retroceso que ya había sufrido a las elecciones municipales y también a las españolas del año pasado.
Durante este tiempo, pero, los republicanos también han perdido bastante a Europa, donde se han quedado con un diputado menos de los que tenían hasta ahora las filas republicanas. También han tenido que hacer frente a diferentes episodios controvertidos como la división entre el rovirismo y lo junquerismo, los ataques de falsa bandera organizados desde el mismo partido contra los hermanos Maragall y contra Junqueras. El partido, además, ha vivido el retorno de su secretaria general, Marta Rovira, después de seis años de exilio. En un discurso octubrista solo llegar a Cataluña, Rovira se comprometió a «acabar el trabajo», pero los acuerdos logrados con el PSC, en una negociación encabezada por ella misma y la socialista Lluïsa Moret, han servido para entregar la Generalitat al PSC.
Un pacto que las dos formaciones firmaron en la intimidad, sin la presencia de los medios de comunicación, que no estuvieron convocados. Lo hicieron ante la Biblioteca de Cataluña, horas antes de celebrar la sesión de investidura de Salvador Illa, donde el dirigente socialista aprovechó para agradecer la tarea llevada a cabo por el Ejecutivo de Pere Aragonès. La fotografía se produjo después de que la militancia republicana avalara el acuerdo, pero lo hizo dividida –53% de los votos a favor y casi el 45% en contra– y superando el 77% de los votos de los 8.226 militantes con derecho a voto. Unos resultados que la corriente crítica Primera de Octubre quiere aprovechar de cara en el congreso extraordinario que la formación celebrará el 30 de noviembre, donde Oriol Junqueras aspira a repetir como presidente de la formación.

Pulso entre Junqueras y Rovira y ataques de falsa bandera
Lo partido vivo inmerso en un pulso entre los junqueristes y roviristes, sobre todo a raíz de la publicación de un manifiesto impulsado por los según, y con la firma de cuadros destacados del partido. El texto pide una «renovación de la cúpula dirigente», con el objetivo que la formación adopte un modelo “más coral y colectivo, más transparente y con más participación de la base militante, de la estructura territorial y de los activos del municipalismo republicano”. Después de la acogida del texto, que cuenta con más de mil firmas, el grupo promotor promoverá encuentros presenciales de pequeño formato para explicar el proyecto a los militantes. Una acción similar a la que está llevando a cabo el expresidente del partido, Oriol Junqueras, con encuentros con sus simpatizantes por en todo el territorio. Y ante la polémica que suscitó el texto, Junqueras recomendó «lavar los trapos a casa».
Pero durante este tiempo, han transcendido a la luz pública algunos trapos sucios del partido, como los ataques de falsa bandera como los de los carteles de Ernest Maragall y un muñeco colgado de Junqueras en Sant Vicenç dels Horts. El primer caso generó un descalabro al partido, que puso en marcha una investigación interna para esclarecer los hechos en medio de las negociaciones con los socialistas. A raíz de estos hechos, la formación suspendió temporalmente de militancia temporalmente dos de los cuatro miembros del partido implicados en el caso: el militante de la Anoia que encargó los carteles; el entonces director de comunicación, Tolo Moya; el exvicesecretario de comunicación, Marc Colomer, y el exviceconsejero de Estrategia y Comunicación, Sergi Sabrià, que dimitió del cargo a raíz de este asunto. Por estos hechos, Ernest Margall acabó desgarrando el partido. «No puedo permanecer callado y todavía menos aceptar que alguien confunda silencio con conformidad o complicidad», defendió. Mientras todo esto pasaba, los republicanos afirmaban que la negociación con los socialistas avanzaba a buen ritmo, pero a la vez exigían más concreción en las carpetas que pusieron sobre la mesa, poniendo todo el foco en la de la financiación singular para que Cataluña pudiera recaudar todos los impuestos.

Retorno de Rovira para dar un ultimátum y desencallar el pacto con el PSC
En medio de esta tormenta interna y con las negociaciones encalladas para la investidura de Illa, Marta Rovira volvió del exilio después de que la lo juzgue Manuel García-Castellón, a petición de la Audiencia Nacional, pusiera punto final a la causa de Tsunami Democrático. Con ella volvieron otros exiliados como el diputado Rubèn Wagensberg o el periodista Jesús Rodríguez; el activista Josep Campmajó y el vicepresidente de Òmnium, Oleguer Serra, pero el discurso octubrista que hizo en Cantallops, en el Alt Empordà, donde aseguró que «hemos venido para acabar el trabajo que dejamos a medias», fue solo un espejismo.
Después de que los equipos negociadores de ERC y PSC pasaran semanas negociando y el ultimátum de lograr un pacto antes de que se acabara el mes de julio, la misma Rovira y Lluïsa Moret cerraron un preacuerdo para investir el líder del PSC, que posteriormente fue ratificado por la militancia en una consulta. Aun así, al líder del PSC todavía le faltaba un voto después de que el Jovent Republicà abriera un proceso interno para decidir que hacía su diputada Mar Besses. A pesar de que semanas antes la organización juvenil había manifestado su oposición a entregar la Generalitat al «unionismo», esta se tragó el sapo dando uno «sí crítico» a Salvador Illa para mantener la cohesión interna de la formación.
El sector crítico Primero de Octubre se organiza
El colectivo Primero de Octubre, el sector interno crítico de Esquerra reclamó a mediados de junio, antes del pacto entre republicanos y socialistas, el retorno a una ERC independentista y republicana y a escasas horas que los 20 votos de los republicanos sirvieran para investir Salvador Illa, el mismo corriendo hizo un llamamiento a la militancia por articular una candidatura no continuista con la actual dirección republicana que ha comandado el tándem Oriol Junqueras y Marta Rovira, que actualmente también están enfrentados por el rumbo que tiene que tomar la organización. Así, los críticos han anunciado un ciclo de ”asambleas informativas” en todos los Països Catalans para elaborar la hoja de ruta alternativa, remarcando que «el acercamiento al PSOE que no hacía más que blanquear los opresores del 155».