El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, que este viernes ha jurado el cargo ante el monarca español y está en conversaciones para definir su nuevo ejecutivo, tiene ante él una legislatura complicada. La negociación para conseguir la mayoría absoluta para su investidura ha llevado al límite el régimen del 78, un proceso de reforma que llevó desde el franquismo a una democracia basada en un bipartidismo que ha funcionado con alternancia entre el PSOE y el PP, pero que 45 años después de la Transición muestra signos de agotamiento. Se ha evidenciado con la rotura del bipartidismo para el cual fue creado este régimen y con un enfrentamiento más cruento que nunca entre las dos Españas desde el final de la dictadura después de que el socialismo español haya pactado una amnistía con las formaciones independentistas para los encausados del Procés. Expertos consultados por El Món consideran que el régimen del 78 está más que nunca en cuestión mientras que otros van más allá y afirman, como el periodista colaborador del Món Fernando Jáuregui, que presenció desde primera fila la construcción del sistema y ahora encuentra que «ha volado» por los aires. «El régimen del 78 sirvió mientras sirvió», dice, pero ahora «ya no sirve» y, en este sentido, señala que «el invento se acabó» en el momento que Juan Carlos I abdicó, el surgimiento de formaciones como Podemos y Vox y el fin del bipartidismo.
El ex consejero Ferran Mascarell, también colaborador d’El Món, por su parte, considera que «claramente se está abriendo una grieta» en el régimen del 78, porque se había articulado alrededor del bipartidismo representado por el PP y el PSOE, que se alternaban en el poder, y «todo se hizo pensando en que no pudiera pasar lo que acaba de pasar». «La terquedad y el granitismo ideológico del españolismo del PP y el espíritu de supervivencia del PSOE han chocado y esto no estaba previsto en el régimen del 78», puntualiza. El exdirector del Instituto Ramon Llull, también colaborador d’El Món, Vicenç Villatoro apunta que esta «es la enésima expresión de un problema fundacional» de modelo que, según él, surge de «la fuerza del catalanismo y el vasquismo». «La existencia de estas dos corrientes hace que la alternancia automática entre los dos grandes bloques de ámbito español no se produzca por mayorías absolutas sucesivas», añade.
«La España del 78 ya no existe»
Jáuregui considera que la España del 78 «ya no existe y pretender que siga existiendo y usar los mismos moldes para la situación de ahora, que es completamente diferente, no tiene mucho sentido». Así mismo, cree que ahora «estamos viviendo el principio de unas formas diferentes», a pesar de que avisa que cortar con el pasado «es complicado porque exige maniobras que no siempre son ortodoxas». «Sánchez lo sabe muy bien», afirma, y cree que esto explicaría que durante la campaña no haya dicho la verdad en cuanto a la amnistía.
Mascarell apunta que la investidura de Sánchez se ha dado por «el espíritu de supervivencia por parte del PSOE ante una derecha española pasada de rosca». Por otro lado, Villatoro apunta que siempre que la derecha o la izquierda española han necesitado el catalanismo y el vasquismo, independientemente de que esta vez se haya acordado una amnistía, «el otro bloque siempre los ha acusado de traición a la unidad de España».

Una Cataluña olvidada pero con peso específico obliga a un cambio de discurso
«Hemos olvidado Cataluña y hemos descubierto ahora que Cataluña, desde mi punto de vista, es la comunidad más importante de España», sentencia el periodista español, y resalta que el PP y, «todavía menos Vox», no lo han entendido, porque la extrema derecha ha llegado a decir durante la campaña que aplicarían el 155 si gobernaban con los populares. En cambio, el líder del PSOE, según él, ha hecho «un giro radical en el discurso tradicional» que impera en el Estado español y cree que «los planteamientos que se están haciendo son radicalmente diferentes y los planteamientos de verdad, los que todavía no han aflorado, son más diferentes». Este giro radical también es compartido por Ferran Mascarell, pero señala que «el PSOE ha hecho una modificación sustancial» y hace hincapié en el hecho de que «si lo estira hasta el final querría decir que define un modelo de Estado con la voluntad de integrar, asimilar y dar prebendas al independentismo». «Esto tiene que andar en un sentido bastante más rupturista de lo que tenemos hasta ahora», ha remachado Fernando Jáuregui.
En cambio, Vicenç Villatoro admite que las concesiones al independentismo son «muy vistosas», pero alerta que «el discurso de los dos bloques españoles se adecua a las circunstancias y se modifican cuando se modifican las circunstancias» y, por lo tanto, indica que «no parece que hayan pasado cosas excepcionales» a pesar de que admite que hay más «tensión y crispación» que en otras ocasiones. «Como no está resuelto el problema de fondo, que es el hecho nacional de Cataluña y el hecho nacional de España, el conflicto inicial va tomando formas diversas en función de las varias coyunturas», concluye.
La crispación de las dos Españas y las concesiones de los socialistas
Sobre la crispación que la derecha y la extrema derecha han trasladado a la calle para protestar contra los pactos del PSOE con el independentismo, Mascarell recuerda que «el españolismo vive de la crispación con Cataluña» y Villatoro lo atribuye a «la crispación de la impotencia» porque «cuando no puedes gobernar buscas maneras de demostrar tu fuerza por otros sistemas, ya sea por tu influencia en el ámbito judicial, periodístico, empresarial o la calle«. Por otro lado, Jáuregui lo atribuye al hecho de que la derecha está descolocada y responsabiliza a Vox porque «tiene mucho que ver con lo que está pasando», pero pose de relieve que «la crispación de ahora en 50 años de ejercicio de la profesión no la conocía». Después de la batalla campal que hubo en Madrid el jueves, el periodista cree que «España está rota» porque «hay 12 millones que votan una cosa y 11 que votan otra». «Las dos Españas están más alejadas que nunca», concluye.

Mascarell muestra desconfianza con la posibilidad de que Pedro Sánchez cumpla los compromisos adquiridos con el independentismo después de conseguir la investidura: «La necesidad les ha hecho abrir un discurso basado en el despliegue del estado de las autonomías formado el 2006. Veremos hasta dónde son capaces de llegar. No me fío nada».
Unas dudas que el periodista Fernando Jáuregui desvanece cuando afirma que «Sánchez no será el mismo que buscaba la investidura» y pone de manifiesto que el presidente «no es muy leal con la gente y las promesas». «La tensión está siendo de tal calibre que lo obligará a dar marcha atrás», y subraya que el presidente español puede ganar tiempo si el gobierno de Pere Aragonès acaba la legislatura, puesto que «cualquier movimiento en Cataluña que implique que hay que tirar la piedra más lejos le caería en la cabeza a Sánchez». Aun así, avisa que si en esta legislatura no se aborda el tema territorial en España y la forma de Estado «de verdad», esto puede acabar en «una desintegración de hecho». «Y esta es la tarea histórica que correspondería a Pedro Sánchez», remacha.
La unidad del independentismo y el riesgo de perder la hegemonía en Cataluña
Ferran Mascarell cree que la situación actual obliga al independentismo a «repensarse», puesto que antes de las elecciones «partía de la idea de que no había reforma posible porque PSOE y PP eran lo mismo», y, en este sentido, resalta que el «gran reto» del soberanismo es cómo combinar un proyecto de país y una capacidad de negociación construida a través de una correlación de fuerzas que significaría amplificar y reforzar el conjunto del movimiento independentista». «Sin esto, ganará el PSOE», sentencia, y reclama «unidad y proyecto de país» porque hoy por hoy «el único proyecto de país que tienen los catalanes es el del PSOE» y, mientras no haya otro proyecto sobre la mesa, «todo esto serán votos para el PSOE».
Por eso, el ex consejero defiende que los dirigentes independentistas dejen los reproches que «solo interesan al núcleo dirigente» a un lado, porque, mientras el independentismo no articule «un proyecto de país que sea mejor que el del PSOE», los socialistas lo aprovecharán y cree que con la situación actual «el PSC puede ganar con mucha comodidad las próximas elecciones». En cambio, Vicenç Villatoro cree que la unidad en Madrid no es tan importante como mantener la hegemonía en Cataluña porque «la fuerza que pueda definir el independentismo en el Congreso de los Diputados no es igual que si quien ejerce esta fuerza tiene elgGobierno de Cataluña o no lo tiene».
El exdirector del Instituto Ramon Llull resume que todo se trata de «peix al cove«, pero alerta que «el peix al cove necesita dos cosas: que unos pongan pescado y que tú tengas el cove«. El independentismo se juega «su hegemonía electoral, cultural y política en Cataluña» y si pierde esto, según él, «la fuerza en el Congreso será muy relativa». Y, finalmente, apunta que el independentismo ha sido decisivo en Madrid con un mal resultado electoral que les han llevado a sumar «menos diputados catalanistas en Madrid». «Aquí hay una alarma que ha quedado camuflada por las circunstancias», concluye.
