Las entidades independentistas, con la Asamblea Nacional Catalana al frente, han convocado una manifestación unitaria para este Once deSeptiembre, el primero en doce años que no tendrá un presidente independentista, o al menos soberanista, en el Palau de la Generalitat. La unidad de las entidades, además, contrasta con la rotura total de la unidad estratégica de los partidos, si es que todavía existía, a raíz del acuerdo de Esquerra Republicana con el PSC para investir a Salvador Illa y dejar la Generalitat en manos de los socialistas con un gobierno monocolor. Con el lema
Expertos consultados por este diario remarcan que esta es una Diada de transición, a la espera que los principales partidos políticos independentistas, Junts per Catalunya, Esquerra Republicana y la CUP, resuelvan sus procesos de revisión, y que la ANC redacte una nueva hoja de ruta, en principio, antes de que acabe el año. El independentismo hace tiempo que ha perdido el rumbo, la mayoría independentista en el Parlamento y tiene la necesidad de gestionar este momento manteniendo encendidas las brasas del independentismo. «El movimiento se ha apagado, pero si no quedan ni cenizas ni brasa no se podrá hacer fuego. Todavía hay brasa y tenemos que mirar que estas brasas vuelvan a hacer fuego algún día y no perder este espíritu de seguir luchando», manifiesta Elisenda Paluzie, expresidenta de la ANC y economista. Un comentario que comparte el catedrático de Ciencia Política de la UPF Ferran Requejo, que deja claro que «esto no está acabado, no es un fuego apagado«. Para él, «hay demasiado indicadores que dicen que todavía hay mucha gente que está por el trabajo. Hay gente desencisada, incordiada, escéptica, pero esto no quiere decir que hayan bajado los brazos». Aun así, voz crucial que el independentismo reaccione.
Lo politólogo, sociólogo y profesor de la UB Xavier Torrens cree que el independentismo está en plena «travesía por el desierto», y desconoce el tiempo que durará, pero defiende que la Diada de este año «pose de manifiesto que el independentismo ha venido para quedarse». «Hace un cuarto de siglo, el número de independentistas era muy bajo y hoy el número es muy alto. Pero que haya venido para quedarse y sea fuerte no contradice que ahora está en un momento de horas bajas con relación en 2017», expone. Por su parte, el profesor de Ciencia Política UAB Marc Guinjoan opina que la Diada «llega en un momento complicado» para el movimiento. «Con el independentismo en minoría, disgregado desde el punto de vista estratégico y cuatro partidos en el Parlamento es palabra difícil que pueda salir algo masivo del próximo Once de Septiembre», señala, y, además, piensa que la manifestación no será multitudinaria. «La población no tiene muchos incentivos para ir este miércoles a la manifestación», concluye, y sitúa el movimiento en un «culo-de-saco muy complejo».

¿El Proceso se ha acabado?
Los expertos tienen opiniones divergentes sobre si el Proceso se ha acabado o no. Ferran Requejo manifiesta que «el Proceso habrá fracasado cuando no haya pulsión independentista». Admite que «sí que es verdad que ha disminuido y está en un estado un poco letárgico», pero cree que se puede ir recuperando porque no se ha encontrado solución para el problema de fondo. «Ni siquiera la carpeta de la antirrepresión no ha funcionado, y mientras esto y la carpeta del conflicto político no salgan adelante, el Proceso estará latente y se puede volver a reavivar». En cambio, Marc Guinjoan considera que ya se ha girado hoja: «El Proceso se ha acabado. Pero no porque lo diga el unionismo. Este espacio, o este momento de agitación social y política en las calles, y de estrategia, más o menos conjunta, para conseguir independencia, se ha acabado».
El politólogo insiste que el Proceso se ha ido acabando «despacio», desde el momento que la vía unilateral no funciona, y los partidos apuestan por estrategias diferentes, hasta perder la mayoría independentista en el Parlamento. «El Proceso se ha acabado con todos los eres y uts», sentencia. Sobre si el Proceso está acabado o no, Xavier Torrens recuerda que el punto más álgido del Proceso fue con el referéndum del 1-O y a partir de entonces los partidos y movimientos independentistas se han ido enderezando y ahora tienen que «rediseñar» su estrategia pensante en el 2027 y el 2028. «Más bien que tarde, el independentismo, si quiere mantener la consolidación que había hecho durante el Proceso, tendrá que volver a encontrar vínculos» entre los diferentes actores implicados.
Aun así, voz «natural» el momento que vive actualmente el independentismo porque «todos los movimientos sociales tienen altibajos». «No hay ningún movimiento que siempre esté arriba porque es imposible», y apunta que el independentismo tiene que ser «consciente» del momento que vive. Elisenda Paluzie, por su parte, considera que la situación actual es a causa de la estrategia que han seguido los partidos políticos independentistas desde el 2018 ha sido «errónea». «Claramente, se ha cerrado una etapa, y ahora empieza otra, pero hay que ver como se recupera el movimiento independentista», remarca la expresidenta de la ANC, y, en este sentido, manifiesta que «costará dios y ayuda» recuperar el movimiento.

El independentismo necesita nuevos liderazgos y construir una alternativa
Por otro lado, otro aspecto que abordan los expertos consultados por El Món son los liderazgos que tienen que relanzar el movimiento. Hay unanimidad en el análisis que el independentismo necesita líderes nuevos, pero también hay algún matiz. Marc Guinjoan defensa que hay que cambiar los liderazgos y proponer políticas independentistas: «Qué credibilidad tienen determinados liderazgos en Cataluña? Qué ilusión genera continuar con Puigdemont y Junqueras? Esto son nuevas caras? Son nuevas ideas?«, pregunta el politólogo de la UAB.
Requejo opina que el movimiento necesita liderazgos y que la ANC proponga «ideas fuertes» y coger un «liderazgo transversal fuerte» para relanzar el movimiento de base y los partidos con un proceso similar al de las consultas que van de «bajo arriba». Aun así, voz clave el papel de los liderazgos políticos y sociales y advierte que «si no hay liderazgos alentadores costará mucho de rehacer». En este sentido, el catedrático de la UPF apunta que en Esquerra «hay de haber fuego nuevo, que corte con el pasado y haga limpio» y también es del parecer que Junts haga una renovación, con la excepción de Puigdemont porque «es un caso particular». «Todavía es un expresidente al exilio y claramente es el líder más importante del movimiento, no sería conveniente que plegara porque seria admitir un fracaso», sentencia. La CUP, para él, es un caso a banda, que «ya veremos si se aclara», pero considera que «necesitan liderazgos reconocidos».
«El mapa político se está recomponiendo un poco y supongo que se acabará recomponiendo más», señala por su parte la expresidenta de la ANC, que pone de relieve los procesos de debate internos que tienen en marcha Junts per Catalunya, Esquerra Republicana y la CUP. «Están repensando sus liderazgos y sus proyectos, también han nacido otras iniciativas, muy diferentes entre ellas, como A la vez o Aliança Catalana, pero deja claro que el independentismo no ha desaparecido «porque no ha pasado del 50% al 10%», y se mantiene en el 40%». «No es una catástrofe, pero es un punto de inflexión claro de bajada». «Para rehacer la confianza necesitas hacer acciones y tener unas estrategias y un proyecto que vuelva a ser creíble, y, hoy por hoy, esto no lo veo», asegura. A parecer de Xavier Torrens, los partidos independentistas tendrían que trabajar a largo plazo, con el hito del 2027 y el 2028, para sacar de casa a «las personas desencisades» y volverlas a ilusionar, que es el que hace a la gente ir a votar. En este sentido, recomienda a las formaciones independentistas aprender de la «inteligencia» de los partidos vascos, sea el PNB o Bildu, porque el escenario de dependencia de un partido de gobierno español en el Congreso es de los «mejores escenarios históricos» para conseguir arrancar «altas cuotas de autogobierno gobierno, el que durante el Proceso se denominaban estructuras de estado», como, por ejemplo, reclamar la gestión del Aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El Prat.
La situación de Illa se puede alargar en el tiempo
Finalmente, los analistas consultados por El Món consideran que si no hay una reacción con cara y ojos del independentismo la presencia de Salvador Illa y el PSC en el Palau de la Generalitat puede ir más allá de una legislatura. Marc Guinjoan cree que el nuevo Gobierno puede tener continuidad si consigue la financiación, algunas transferencias, que la escuela vaya mejor y que Cercanías mejore, pero alerta que todo depende del que pase a Madrid. «Es mucho más fácil que gobierne el PSC en Cataluña si a Madrid hay el PSOE que no si a Madrid hay un PP-Vox, porque en Cataluña se vota mucho como reacción y entonces es más fácil que la gente vote partidos independentistas», recuerda. «Pero con la situación actual el Gobierno de Illa puede tener cierta continuidad, porque, al final, las políticas que hará son autonomistas y, además, en determinados ámbitos no lo pueden hacer peor que lo han hecho los independentistas», concluye.
Requejo comparte la opinión de Guinjoan y apunta que la situación actual se puede alargar si el independentismo no encuentra un «revulsivo interno», y el Gobierno del PSC se puede apuntar éxitos de gestión, que lo ve probable, y «lucir un poco». «Es fácil mejorar la imagen del Gobierno de Pere Aragonès, porque tenía un nivel «muy bajo», y «superar esto es relativamente fácil», remarca. Pero resalta que en ningún caso Salvador Illa y el PSC avanzarán en el proyecto colectivo de Cataluña porque «es un PSC muy españolista e Illa está muy marcado por el 155 y le costará sacarse este sambenito de sobre». Finalmente, Paluzie considera que todo dependerá del hecho que hagan uno y altas, pero «la situación se puede alargar si el PSC lo hace medianamente bien en cuanto a la gestión». En este sentido, señala que los votos independentistas que se han perdido por el camino también han ido, en parte, al saco de los socialistas porque lo proyecte independentista ha perdido credibilidad. «El proyecto sumó gente que no tiene un convencimiento ideológico muy profundo porque entonces era fuerte y ganaba, pero esta gente lo hemos perdido», setencia.