El Departamento de Territorio ha aprobado el programa Carreteras 2+1 para actuar en 425 kilómetros de la red vial catalana y reducir el número de muertes en choques frontales en medio centenar de puntos negros. Según ha detallado la consejera de Territorio y portavoz del Gobierno, Sílvia Paneque, en Cataluña se registran cada año alrededor de 80 muertes por choques frontales, una cifra que se ha mantenido “estable” desde 2010 y que los diferentes gobiernos han sido incapaces de reducir. “Es esencial y fundamental para reducir la siniestralidad”, ha dicho Paneque. Territorio extenderá el modelo 2+1, que incluye la construcción de terceros carriles adicionales y la instalación de elementos de separación en vías de un carril por sentido, a 425 kilómetros de la red vial y supondrá la inversión de 660 millones de euros hasta 2030.

El sistema, según explican desde el Gobierno, se inspira en países líderes como Suecia, y tiene como objetivo facilitar los adelantamientos con mejores condiciones de seguridad. El objetivo es reducir entre el 80% y el 100% el número de accidentes mortales en 51 puntos negros de las carreteras catalanas en las que se producen muertes por choques frontales. Este modelo ya se ha implantado en tramos de la C-55, la C-16 o la C-58 con resultados satisfactorios y ahora se extenderá a otros tramos de la misma C-55, la C-66, la C-15, C-31, C-35 o la C-12. Una de las características del modelo 2+1 es que las carreteras disponen de una “separación forzada” entre los dos sentidos de circulación, como una mediana de hormigón u otros tipos de señalización horizontal como cebreados centrales, pintura roja o resaltos.

El plan, según Paneque, responde a los “dos retos” que tienen las carreteras catalanas: “La modernización de la red vial, que tiene muchos kilómetros de carriles 1+1 [uno por sentido], y disminuir la mortalidad asociada a los choques frontales”. Buena parte de este tipo de accidentes son provocados por “adelantamientos mal efectuados, pérdida de control y falta de atención”. El sistema 2+1 afronta estos factores y, por un lado, mejora la fluidez de la circulación con la construcción del carril adicional y, por otro, ayuda a los conductores a mantener la atención en el entorno. En este sentido, el plan también contempla la implantación de bandas rugosas centrales en 700 kilómetros de carreteras durante este año y el próximo para “alertar” a los conductores de que están invadiendo el sentido contrario.

Estado en el que quedaron los dos coches implicados en el choque frontal en la carretera C-17 de Ripoll / SCT
Estado en el que quedaron los dos coches implicados en el choque frontal en la carretera C-17 de Ripoll / SCT

Primeros tramos del 2+1: 76,3 kilómetros y 128,8 millones

El programa Carreteras 2+1 de Territorio ya tiene planificadas las actuaciones para el periodo 2025-2027, mientras que las del trienio 2028-2030 solo están identificadas. La priorización de unos tramos sobre otros se ha hecho basándose en criterios como la intensidad del tráfico, el número de accidentes frontales y su gravedad, la continuidad del itinerario con la red de otras prestaciones o su pertenencia a la red básica de carreteras. Para 2025 y 2026 hay programadas actuaciones en 76,3 kilómetros de vías que tendrán un costo de 128,8 millones. La primera licitación se hará antes de Semana Santa y afectará 3,3 kilómetros de la C-12, entre Tivissa y Móra la Nova, en la comarca de la Ribera de Ebro. El presupuesto es de 8,6 millones. En total, en estos dos años se impulsarán 16 obras, siete este año y nueve el siguiente.

Este año destacan actuaciones como en 8,2 kilómetros de la C-12, entre Amposta y Vinallop (Baix Ebre), con 19 millones, o en los 5,6 kilómetros de la C-37 entre Manlleu y Torelló (Osona), por un importe de 5,6 millones de euros. Para 2026, hay 3,4 kilómetros en la C-63 en Vidreres (Selva), con un presupuesto de 8,5 millones; 5,3 kilómetros en dos tramos de la C-55, entre Manresa y Callús (Bages), y 8,4 kilómetros en la C-31 en Vilanova i la Geltrú (Garraf). Territorio calcula que las obras durarán, de media, entre 7 y 9 meses por tramo, aunque el tiempo concreto dependerá de la “complejidad” de la vía y de si “pasa por una zona más o menos urbana”.

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