Fue en el relevante debate electoral de TV3 cuando el candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat, Salvador Illa, sacó la carta que escondía. Un as en la manga con el que creía que podría captar indecisos. Fue el anuncio que el mayor de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluís Trapero, sería nombrado director general de Policía en caso de que los socialistas obtuvieran la clave del Palau de la Generalitat. Un nombramiento que completaba el mensaje de otorgar a la alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet, Núria Parlon, la cartera de la siempre problemática Interior. De hecho, la alcaldesa ya había ofrecido a Trapero ser intendente de la policía local de Santa Coloma, donde también nació el mayor. Un cargo que rechazó porque, según Parlon, «Trapero antes de policía es mosso».

El hecho de que Trapero dirija la policía (y policías locales) desde un cargo expresamente político supone su segundo retorno a la primera línea. De hecho, Trapero volvió a ser jefe del cuerpo con hilo directo con el entonces consejero de Interior, Miquel Sàmper, cuando era independentista del sector duro de Junts per Catalunya y que ahora será consejero de Empresa y Ocupación en el Gobierno de Illa. Sàmper lo restableció al frente de la Prefectura del Cuerpo después de que la Audiencia Nacional hubiera decidido absolverlo de los delitos de rebelión, sedición y desobediencia en uno de los juicios más políticos del Proceso, a raíz de su papel como ninguno de los Mossos en el dispositivo policial del referéndum del Primero de Octubre.

El mayor Josep Lluís Trapero conversa con Eduard Sallent/ACN
El mayor Josep Lluís Trapero conversa con Eduard Sallent, el actual jefe del cuerpo / ACN

Un comandante entre mandos

Una conexión que permitió a Trapero probar lo que suponía comandar la policía desde un despacho político, porque, precisamente Trapero y Sàmper le «hacían el puente» a Pere Ferrer, el entonces director general de la Policía, que ocupaba el lugar desde la recuperación del autogobierno después de la aplicación del artículo 155 de la Constitución. De hecho, Ferrer es uno caso casi único en la administración catalana, puesto que ha aguantado varios gobiernos y varios jefe del cuerpo. La crisis del cese de Trapero y su relevo con el comisario Josep Maria Estela, y posteriormente por el actual jefe del cuerpo, Eduard Sallent, despertó la eterna guerra de gorras del cuerpo y una pesadilla por la dirección política del departamento de Interior, con Joan Ignasi Elena al frente.

Ahora, los comisarios y los mandos intermedios desacomplejadamente traperistes se frotan las manos y preparan la revancha; otros mandos, más jóvenes que los traperistes, entienden que tendrán que pasar la purga en esta nueva etapa; otros que se alejaron de su figura han hecho conversiones exprés en los últimos meses y un buen grosor de miembros del cuerpo no esperan más que preservar su condición de funcionario y conseguir la eterna equiparación salarial con los bomberos. Todo ello, como en cualquier organización humana. La posibilidad que Trapero fuera el director de la policía hizo fruncir el ceño al sector junquerista de ERC, que consideran que el testigo del mayor en el juicio del Tribunal Supremo sirvió para articular la condena a los líderes civiles y políticos del Proceso. Un hecho que el mismo Joan Ignasi Elena no quiso valorar a pesar de la insistencia de este diario.

El intendente Josep Saumell conversa con el Mayor Trapero en una comparecencia cuando Alcalde todavía era director general de la Policía/ACN

Un cargo históricamente incómodo

El posible nombramiento de Trapero como director general de la Policía es una situación inédita de los últimos años, desde que la estructura de Interior y de la policía cambió. Trapero sentará en una silla que ha estado incómoda en los últimos gobiernos. El último tripartido ya fue un cargo que siempre estuvo festejando con el cese, con Rafael Olmos, a raíz del desastre de la gestión de las manifestaciones contra el plan Boloña. Con la llegada de Artur Mas a la presidencia de la Generalitat, y con Felip Puig de consejero, el elegido fue Manel Prat, que tuvo que dimitir por el caso Esther Quintana y las polémicas alrededor del caso Método 3.

Con el segundo gobierno del presidente Mas, el cambio llegó con el actual consejero de Justicia, Ramon Espadaler, entonces secretario general de Unión Democrática de Cataluña. Mas sudó la gota gorda para encontrar un director general de la Policía, ante la negativa de Andreu Nin, Francesc Sánchez o Ferran Falcó a sustituir Manel Prat. El escogido fue Albert Batlle, actual teniente de alcaldía de Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona, ya desde el segundo mandato de Ada Colau –en pacto con el PSC– y ahora con Jaume Collboni. Alcalde hacía tiempo que se había desvinculado del PSC, a pesar de ser uno de sus fundadores, y había dirigido las prisiones catalanas durante siete años de tripartito. La vorágine del Proceso hizo que Unión hiciera implosión y Mas echara del Gobierno los de Duran y Lleida, y el escogido como nuevo consejero de Interior fue Jordi Jané, que mantuvo Alcalde.

Lo operación Patrimonio puesta en marcha por el gobierno español de Mariano Rajoy complicó las cosas a meses del referéndum, con una remodelación en profundidad del ejecutivo de Carles Puigdemont. De hecho, Puigdemont fue quién otorgó la categoría de mayor a Trapero, y compartió con él incluso el famoso arroz de Cadaqués en casa de Pilar Rahola, con guitarra y camisa hawaiana incluida. Puigdemont cesó a Jané y Batlle, y en su lugar nombró el consejero Quim Forn –que después sería condenado a diez años de prisión por sedición e indultado cuando hacía casi cuatro que estaba recluido– y Pere Soler como director de Policía, que también sentó con Trapero al frío banquillo de los acusados de la Audiencia Nacional, en el mismo juicio. Con quim Torra de presidente, Pere Ferrer logró la dirección de la Policía, y no la dejará, previsiblemente, hasta que Parlon lo decida.

Josep Lluís Trapero conversa con el ex consejero de Salud, Josep Maria Argimón, el exdiputado de la CUP David Fernández, /ACN
Josep Lluís Trapero conversa con el ex consejero de Salud, Josep Maria Argimón, el exdiputado de la CUP David Fernández, y el investigador médico Bonevantura Hoyuelo /ACN

Los ‘traperistas’, contentos

Con estos historiales, buena parte de los comisarios consultados por El Món, que mantienen su discreción, no ven mal la decisión de nombrar Trapero director general de la Policía. Todo después de casi tres años como responsable de la División de Evaluación de Servicios (DAS). Un lugar al cual accedió después de una durísima batalla administrativa entre Ferrer y el uniformado y que abrió una rendija que nunca más se cerró sino que se fue ensanchando, en parte por el carácter de los dos. «Ahora se abre una nueva etapa», coinciden dos de los comisarios veteranos consultados por El Món, dando por sentado que «han pasado muchas cosas y Trapero está de vuelta».

«No tiene ninguna deuda», recuerda otro comisario. «Si no hace caso al político, continúa siendo mayor y tiene su puesto de trabajo asegurado», añade. «Supongo que ya han tenido en cuenta que no siempre hará al 100% todo el que le digan…», concluye. Un comisario que coincide con cuatro más en la expresión que «un director profesional es el mejor que puede tener el cuerpo». De hecho, con Elena, el exdirector del Cuerpo de Agentes Rurales y después director de las Policías Locales era Marc Costa, un miembro de los Mossos d’Esquadra con plaza a Ripoll. Así mismo, muchos recuerdan que la directora de la Ertzaintza era un mando de la policía vasca.

«Que el director de Policía -primero responsable político de la policía- sea alguien que tenga un bagaje policial es una buena noticia, es garantía que conoce nuestra organización, nuestras demandas, nuestra cultura organizativa», insiste un comisario que ha picado piedra desde las primeras promociones del despliegue. «Espero que volvamos a recuperar la ilusión y volvemos a tener proyecto», aduce. «Es una persona que conoce muy bien el cuerpo y pienso que desde el cargo de director, nos puede aportar mucho y nos puede facilitar algunos procesos, por ejemplo desde la subdirección de Recursos Humanos, que nos han complicado mucho la vida, operativamente hablando, los últimos años», reclaman otros.

El director general de los Mossos d'Esquadra, Pere Ferrer, la consejera de Interior, Nuria Parlon y el presidente de la Generalitat, Salvador Isla visitan el Complejo Central de Mossos d'Esquadra, Alberto Paredes / Europa Press 14/8/2024
El director general de los Mossos d’Esquadra, Pere Ferrer, la consejera de Interior, Nuria Parlon y el presidente de la Generalitat, Salvador Isla visitan el Complejo Central de Mossos d’Esquadra, Alberto Paredes / Europa Press 14/8/2024

«Con un armisticio, ya haríamos»

Otros miembros de la Prefectura, pero, se estiman más mantener el silencio, a pesar de admitir que un «Trapero director tiene muchas opiniones y muchas caras, somos muchos a la organización». «No será fácil de gestionar al principio», admite uno de los comisarios con más galones del cuerpo en conversación con El Món. «Se puede despertar de nuevo la guerra de gorras, estas dinámicas siempre están y solo hace falta que una decisión se interprete de una manera o la otra porque todo vuelva a estallar. Creo que sería hora de llegar a un armisticio, ya haríamos, no pido más», alerta uno de los habituales en la Prefectura, harto de la eterna batalla.

Otras ya ven a venir un «juego de truenos» en las diferentes comisarías e incluso, un cambio de estructura del cuerpo que rebaje las expectativas de nuevos mandos que en los últimos años han ostentado bastante poder. Algunos ven el riesgo de la revancha, como por ejemplo, la promoción inmediata del intendente Toni Rodríguez, actual jefe del ABP de Rubí y exjefe de la División de Investigación Criminal, y responsable de las investigaciones contra los mossos más afines al Proceso, como por ejemplo la persecución al sargento Lluís Escolà, condenado para hacer de escolta al presidente Puigdemont y ahora ya amnistiado.

Tubau, Trapero y Laplana, al salir de la Audiencia Nacional
Tubau, Trapero y Laplana, al salir de la Audiencia Nacional

La tesis de los indios

«Yo creo que tendríamos que tomar nota del que hacían los indios americanos», reflexiona un mando con muchas horas de guardia. «Los indios, cuando uno de su tribu era detenido por los yanquis, si volvía no se lo permitía tener ninguna responsabilidad», relata. En este sentido, su convicción es que «un proceso judicial de tres años no le permite hacer con independencia su trabajo y olvidará que los Mossos somos una policía gubernativa, y, en cambio, Trapero solo querrá hacer caso de las autoridades judiciales, el ministro del Interior y de sus amigos del CNI». «Un director de la policía tiene que hacer frente a los políticos, pero también a los jueces y a los fiscales», arguye este mando.

«El mal regusto de boca que le ha quedado contra el Proceso independentista y sus responsables pesará sobre sus decisiones, y pesará en mal sentido», indica otro mando que tiene las mismas responsabilidades con Sallent que con Trapero. Como muestra, recuerda su intervención en el Parlamento, como jefe de la DAS, en la comisión de estudio sobre el modelo policial, donde despreció los diputados, cosa que le mereció quejas de algún portavoz en el plenario donde se aprobaron las conclusiones. El retorno de Trapero por la vía política convertirá el mayor en el máximo responsable político de este concepto encara para desarrollar de policía de Cataluña, es decir, Mossos, policías locales y guardias urbanas. Una nueva etapa con los mismos protagonistas.

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