Las salas de máquinas de los partidos han hecho números durante toda la campaña, conscientes de que la aritmética del 12-M puede ser más endemoniada que nunca en términos de pactos. Un escaño lo puede cambiar todo, tanto en clave de hegemonías internas dentro del bloque independentista como a la hora de hacer sumas para investir a un presidente. Pero todos hacen estos números dando por hechas dos variables: O Illa o Puigdemont ganarán las elecciones y, por lo tanto, solo estos dos de entre todos los candidatos tendrán opciones de terminar subiendo al atril del Parlamento para pilotar un debate de investidura. Y la segunda consideración, salvo que lo primero y el segundo clasificado pactaran una coalición de gobierno, ERC tendrá la llave de la gobernabilidad del país, tanto para decantar una mayoría parlamentaria -que no necesariamente de Gobierno- como para desencadenar una repetición electoral. Si las encuestas no se equivocan de masa, la llamada ‘sociovergencia’ sería la única combinación aritmética que arrebataría a los republicanos una llave que ya han tenido en otras contiendas catalanas. Una opción que Junts+ Puigdemont descarta con radicalidad, a pesar de que ERC ha recordado en cada acto electoral que es «una posibilidad real».

Y otra constatación que hacen todos los partidos es que de la noche del 12-M no saldrá una aritmética clara para Puigdemont o Illa. Si lo 14F, con una mayoría independentista clara de 70 diputados y el 52% de los votos, Pere Aragonès necesitó 93 días -in extremis- para ser investido, todo hace prever que el post-12-M también será complejo, exista o no mayoría independentista, una mayoría alternativa en forma de tripartito o cualquier otra combinación que dé lugar a un ejecutivo con mayoría en el parque de la Ciutadella pero en minoría en la plaza Sant Jaume. A las puertas de las urnas, y con la incertidumbre de los indecisos y los abstencionistas, hay varias combinaciones aritméticas que podrían materializarse en pactos. Algunos encajan más en la lógica política de bloques que marca el conflicto político Cataluña-España de los últimos años -desde el 2010 hay gobiernos soberanistas-independentistas-, pero el pacto de estado en Barcelona entre PSC, PP y Comunes, o el acuerdo transversal a Madrid con Junts y ERC apoyando al PSOE y Sumar para impedir un ejecutivo de PP y VOX, deja abierta la puerta a otras aritméticas. Y entre el enjambre de pactos, el fantasma de la repetición electoral, que sería una segunda vuelta en otoño. Pero vamos por partes pacto a pacto.

Gobierno independentista

Este acuerdo implicaría dar continuidad en el Gobierno ya interrumpido el 2022 con la salida de Junts y a los Gobiernos de coalición que desde las elecciones del 2015 se producen en la Generalitat -primero con JxSí y después con ERC y JxCAT-, que siempre han requerido la concurrencia de la CUP desde fuera del Gobierno pero con apoyo parlamentario. En campaña, solo la CUP ha pedido ordenar el espacio independentista, pero ERC y Junts se han echado la caballería por el jefe. Con todo, si los tres partidos superaran los 68 escaños, empezaría una negociación dura -como siempre han hecho los independentistas-, y la presidencia de la Generalitat estaría en manos de la fuerza que haya quedado por delante de la otra. Según todas las encuestas, el presidenciable sería Carles Puigdemont. El 2021, un escaño separó ERC de Junts, motivo por el cual el ejecutivo pivotó alrededor de Pere Aragonès. Ahora bien, en esta aritmética independentista no se podrían sumar los hipotéticos escaños que consiguiera el partido de extrema derecha Aliança Catalana, porque los tres partidos se han comprometido a hacer un cordón sanitario.

Estrada junto con los candidatos barceloneses Laure Vega y Xavier Pellicer durante un acto de la CUP a Sabadell / Candidatura de Unidad Popular
Estrada junto con los candidatos barceloneses Laure Vega y Xavier Pellicer durante un acto de la CUP a Sabadell / Candidatura de Unidad Popular

Tripartido: PSC, ERC y Comuns

Esta es una opción que ha puesto sobre la mesa Salvador Illa como «fórmula posible», que ERC no ha rechazado taxativamente y que los Comunes avalan como la única fórmula válida, además de ser la única opción del partido lila para intentar volver a la Generalitat después de 20 años con los dos tripartidos de Maragall y Montilla. En este caso, el presidente de la Generalitat sería Salvador Illa. Porque se hablara de tripartito, parece condición indispensable, al menos a estas alturas, que el independentismo no pueda formar Gobierno, porque si no, los republicanos tendrían que hacer como en 2003 y el 2006, descartar el eje nacional y apostar por el social. Una decisión que probablemente tendría demasiados costes para ERC.

Pedro Sánchez i Salvador Illa, en el mitin de Vilanova i la Geltrú Loren
Pedro Sánchez i Salvador Illa, en el mitin de Vilanova i la Geltrú Lorena Sopêna / Europa Press

Gobierno del PSC en minoría

Esta sería una derivada del tripartito, que permitiría que Salvador Illa fuera investido presidente de la Generalitat y saliera adelante con los votos de investidura, en primera o segunda vuelta, de los Comunes, y que contara con la abstención del PP, ERC y quien sabe si de Junts. O cualquier otra aritmética pactada por el PSC en que entraran derivadas de la política madrileña -y quizás barcelonesa-, que a estas alturas pueden parecer ciencia ficción. Es una opción con menos números, que también pasaría por no tener mayoría independentista.

Gobierno independentista en minoría

Como el anterior, sería una fórmula que tendría derivadas a Madrid. Que el PSC acabara absteniéndose para permitir un gobierno de Junts y ERC en minoría, con aritmética variable en el Parlamento, y que los socialistas pudieran vender a guisa de «paz aquí y allá», es decir, dejar gobernar el independentismo -con la presidencia para quien tuviera más escaños de los dos-y a cambio obtener garantías que Pedro Sánchez no perderá el apoyo parlamentario en el Congreso. Una opción que tampoco se puede descartar al 100% si bien es políticamente compleja.

El candidato de Junts+, Carles Puigdemont, al mitin de este lunes a Argeler / Junts+

Sociovergencia

Una suma que dan todas las encuestas: un acuerdo PSC-Junts. Nunca hasta ahora se ha producido este pacto en la Generalitat, pero sí en ayuntamientos y diputaciones. Carles Puigdemont ha cerrado la puerta con cerradura y cerrojo, el PSC la deja entreabierta y ERC los acusa a los dos de hacer este pacto si suman. En todo caso, si en algún momento los de Junts se plantearan esta opción, sería para que el presidente fuera Carles Puigdemont y no Salvador Illa. Un escenario que ahora mismo parece muy poco probable, porque implicaría que el PSC invistiera el presidente al exilio. Pero como que esta fórmula ha protagonizado parte de la campaña, tiene que estar sobre la mesa.

Repetición electoral

Un escenario que nadie osa dar por imposible, incluso algunos lo dan como probable, especialmente si ERC se encuentra en una situación en la cual solo puede investir Salvador Illa por falta de mayoría alternativa. También podría darse el caso que si Alianza Catalana obtiene representación, acabara bloqueando la mayoría independentista -que no quiere sumar sus escaños- y tampoco Orriols investiría el candidato del PSC. Podría ser, por lo tanto, que por razón de estrategia política de los tres grandes partidos, o porque justamente Alianza Catalana fuera decisiva para decantar mayorías en un bloque y el otro, no se pudiera formar gobierno y el Parlamento se abocara a la repetición electoral.

Aina Vidal, Yolanda López, Yolanda Díaz y Jéssica Albiach, protagonistas esta mañana a Tarragona | Alberto Paredes (Europa Press)

Una operación Collboni en Barcelona

Y otra opción que Barcelona ha dejado claro que no se puede obviar, si bien representa una gran dificultad y en todo caso implicaría un Salvador Illa presidiendo un gobierno en solitario. Es la operación Collboni trasladada a la Generalitat, pero habría que añadir otros elementos que en Barcelona no fueron necesarios. En la capital, el PSC obtuvo la alcaldía vía pacto de estado entre el PSOE, el PP y los Comunes, pero dejando fuera VOX, que era del todo innecesario para tumbar el gobierno independentista de Trias y Maragall. En este caso, PSC, PP y Comunes no sumarían, como máximo, por la parte alta del tenedor se ensartarían a los 60 escaños. Habría que ver cuántos suman ERC, Junts, CUP y Aliança Catalana (probablemente más de 60), de forma que haría falta la participación de la extrema derecha, que el día de la investidura puede votar el que quiera con permiso o sin del candidato. Esta aritmética dejaría en manos de la extrema derecha la decisión de dejar pasar Illa como mal menor para vallar el paso a un independentista.

Sílvia Orriols, alcaldesa de Ripoll y presidenta del partido de extrema derecha Alianza Catalana. Ripoll 26-04-2024 / Mireia Comas
Sílvia Orriols, alcaldesa de Ripoll y presidenta del partido de extrema derecha Alianza Catalana. / Mireia Comas

Sea como fuere, la noche del 12-M se conocerán las primeras pistas sobre todas estas combinaciones. Pero serán solo pistas, si una cosa saben los catalanes es que los pactos no son siempre los más evidentes ni la mejor aritmética facilita el automatismo de los pactos políticamente más naturales. Pero si no hay repetición electoral, todas las encuestas certifican la polarización extrema Salvador Illa-Carles Puigdemont y dejan ERC sin presidencia, pero con la llave de la gobernabilidad.

La noche del 12-M veremos el desenlace de la polarización, si dentro del bloque independentista se mantiene el empate técnico de facto entre las dos grandes fuerzas o si uno de los dos ensancha diferencias. También si la extrema derecha independentista sale de las fronteras de Ripoll, si la CUP aguanta después de una legislatura bastante invisible, si los Comunes recogen los frutos de intentar dejar de ser la muleta del PSC o si el PP recupera la base social que había tenido en Cataluña antes del proceso. También se certificará, con toda probabilidad, la desaparición de Ciudadanos, la resistencia de VOX y la dificultad de crear un nuevo proyecto político independentista, A la vez, que arañe votos a Carles Puigdemont.

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