La historia política de Cataluña está llena de coincidencias, -agradables o no- que pueden parecer cíclicas. La mayoría de investiduras han requerido una intensa, y a menudo, estrambótica, geometría variable, como será previsiblemente, -si es que la hay-, la que resulte de las elecciones del 12 de mayo en el Parlamento de Cataluña. Pero también la vida de los partidos se va repitiendo. Uno de los ejemplos de estas elecciones ha sido el fiasco electoral de ERC, que ha pasado de 33 diputados a 20, a pesar de tener la presidencia de la Generalitat. Una pérdida todavía más significativa de la que partió en 2010, después del segundo tripartito, cuando pasó de 21 diputados a 10.

La formación hizo un control de daños y tomó contramedidas de manera exprés, cosa que empieza a pasar también ahora, con el anuncio de la retirada de Marta Rovira como secretaria general y el paso al lado «temporal» para «hacer una reflexión» de Oriol Junqueras como presidente.

En aquel momento, el presidente del partido, Joan Puigcercós y el secretario general, Joan Ridao, se retiraron. Fue entonces cuando se convocó un congreso extraordinario -como el que ahora hay previsto para el 30 de noviembre- que se celebró el septiembre del 2011 en Girona y que entronizó, precisamente, a Oriol Junqueras, entonces exdiputado de ERC como independiente y alcalde de Sant Vicenç dels Horts con una coalición bautizada con un nombre que haría historia, Junts per Sant Vicenç. Una historia que ahora puede servir de modelo por la renovación de los republicanos.

Una imagen de la manifestación del 10J con los presidentes de la Generalitat, Pasqual Maragall, Jordi Pujol, José Montilla, Ernest Benach y Heribert Barrera/ERC Flickr
Una imagen de la manifestación del 10J con los presidentes de la Generalitat, Pasqual Maragall, Jordi Pujol, José Montilla, Ernest Benach y Heribert Barrera/ERC Flickr

El segundo tripartito, de fondo

El cambio de rumbo y de estrategia de ERC se comenzó en las elecciones en el Parlamento de Cataluña de noviembre de 2010. Los republicanos venían de un fuerte desgaste interno a raíz del pacto cerrado en el establecimiento Mantequerías Leonesas, que formalizó el segundo tripartido con el presidente José Montilla al frente. La guerra civil se desencadenó con la abdicación de Josep-Lluís Carod-Rovira y la convocatoria de un congreso el junio de 2008 en el Fórum de Barcelona.

La previa estuvo marcada por cuatro candidaturas internas a dirigir el partido: el oficialista, de Puigcercós y Ridao; la carotista, con Ernest Benach i Rafael Niubó; la de Reagrupamiento, liderada por Joan Carretero y Rut Carandell -que acabaría con la escisión y la creación de un nuevo partido que se aliaría después con Junqueras y posteriormente se disolvería en el magma de Junts- y la de Esquerra Independentista, con Uriel Bertran y Jaume Renyer. El aparato se impuso y la ejecutiva de Puigcercós y Ridao no integró a nadie de los otros sectores, hecho que profundizó la crisis.

Joan Carretero, Teresa Jordà i Oriol Junqueras, en un acto de campaña el 2011
Joan Carretero, Teresa Jordà i Oriol Junqueras, en un acto de campaña el 2011

Un ciclo electoral menguando

La presión contra el tripartito, el posicionamiento incómodo de la formación con el movimiento de las consultas soberanistas iniciado en Arenys de Munt el septiembre del 2009 o la sentencia del Estatuto del 2010 arrinconaban a ERC y se la identificaba como una muleta del PSC. Una sensación que se hizo más evidente con el acuerdo de financiación pactada por el consejero Antoni Castells con la vicepresidenta española Elena Salgado. Una decisión por la cual la dirección de ERC sudó la gota gorda en una maratoniana jornada de fin de semana en la sede de la formación, en la calle Calabria.

El resultado de todo llegó con un primer batacazo en las elecciones de noviembre de 2010, cuando CiU, con Artur Mas al frente, logró 62 diputados. ERC pasó de 21 diputados y 416.355 votos, un 14%, a 10 escaños, con 219.173 votos, un 7%. El detalle fue la entrada en el Parlamento de cuatro diputados de Solidaridad Catalana por la Independencia, con Joan Laporta al frente. La curiosidad es que uno de los diputados era Uriel Bertran. Un batacazo electoral que encendió todas las luces de alerta.

Pero el clavo lo remacharon las elecciones municipales de mayo de 2011, cuando los republicanos obtuvieron 142.141 votos y 443 regidores. Unos números bastante lejos de las locales del 2007, cuando obtuvieron 201.092 votos y 549 regidores. La cifra más dura de aquellos comicios fue que ERC, en las diez ciudades más pobladas de Cataluña, solo mantuvo representación en Barcelona, con Jordi Portabella i Joan Laporta, que ya era diputado no adscrito después de la guerra civil entre los diputados de SÍ que configuraban el subgrupo parlamentario.

Josep Huguet, Joan Puigcercós i Joan Ridao/ERC
Josep Huguet, Joan Puigcercós i Joan Ridao/ERC

Junqueras saca la cabeza

Uno de los héroes de aquella jornada electoral municipal fue Oriol Junqueras, que compaginaba su tarea de docente universitario con apariciones mediáticas al programa En guàrdia, de Catalunya Ràdio, y a El preferit, de TV3. Además, era eurodiputado por ERC como independiente y regidor en Sant Vicenç dels Horts, también como independiente pero por anticipado de los republicanos. Junqueras, en aquellas municipales, se presentó al frente de la formación Junts per Sant Vicenç y logró la alcaldía en un feudo histórico del PSC del Baix Llobregat. Junqueras ya apuntaba maneras y se dejaba querer como un posible líder, a pesar de mantener un posicionamiento desmanejado porque era militante solo desde febrero de 2011 y le hacía falta cierta antigüedad de carné.

Curiosamente, Junqueras recibió el carné en un acto en la plaza dels Àngels de Barcelona junto con dos independientes bastante conocidos en los ambientes independentistas que quisieron mostrar su apoyo a ERC después del batacazo de los comicios de noviembre de 2011. Eran el histórico alcalde de Sant Pere de Torelló, Jordi Fàbrega, que militaba en Entenement -la marca blanca e independentista de ICV- y Gerard Fernández, uno de los sesos de Decidim.cat y activista independentista de piedra picada en el Baix Llobregat e impulsor de la Plataforma por Derecho a Decidir, junto con Mònica Sabata. Los tres recibieron el carné de la mano de Joan Ridao.

Junqueras, el día que recibió el carné de militante de ERC el febrero de 2011/ACN Archivo
Junqueras, el día que recibió el carné de militante de ERC el febrero de 2011 / ACN Archivo

El paso y el resultado

Junqueras encontró una partner que se sabía mover dentro del partido. De hecho, era una de las pocas supervivientes de la ejecutiva de Puigcercós a pesar de mostrarse contraria a apoyar la financiación pactada con la Moncloa. Era una militante osonenca que había llegado impulsada por la estructura del partido en la Cataluña Central y por una de las promesas tecnócratas de la formación, como Carles Mundó, futuro consejero de Justicia y eterno regidor en Gurb (Osona). El junio de 2011, Junqueras remitió una carta a la militancia donde anunciaba que haría tándem electoral con Marta Rovira, como secretaria general de los republicanos, para dirigir la formación después del Congreso de Girona.

Aquel cónclave fue la entronización de Junqueras y Rovira, que se ha prolongado hasta hoy, y que todavía no está claro si se acaba por parte del presidente de la formación, que asegura que deja el cargo «temporalmente», para hacer «una reflexión».

En aquel momento, a pesar de que Junqueras hizo malas migas con buena parte de exdirigentes que supuestamente identificaba demasiado con la estrategia del tripartito, con el paso del tiempo los tuvo que recuperar parcialmente. Una idea que discuten camisas viejas de la formación que recuerdan como colocó a Lluís Salvadótripartidista– en la sala de máquinas, haciendo de Xavier Vendrell. El lema de aquel congreso se lo llevaron Isaac Albert, exregidor de ERC en Terrassa, que coordinaba el debate de la ponencia política. «Entre derecha e izquierda, izquierda; entre país e izquierda, país», clamó Albert como resumen de la nueva estrategia de los republicanos. El relevo de la dirección y el giro en la estrategia fue un éxito casi inmediato.

En septiembre de 2012, solo dos años después de las elecciones que otorgaron 62 diputados en CiU, el presidente Mas avanzó las elecciones que se celebraron el noviembre de 2012. ERC obtuvo 498.124 votos, más del doble que el 2010, y recuperó la cifra de los 21 escaños. Mas fue reinvestido presidente con los votos de ERC con una agenda marcada por la nueva era junquerista. La crisis electoral sirvió para reflotar más bien que tarde los republicanos. Ahora hay otra, paradójicamente al final de la legislatura en que habían recuperado la presidencia de la Generalitat después décadas. Y los movimientos apenas empiezan.

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