Letizia y Juan Carlos nunca han tenido una relación muy próxima. Las malas lenguas siempre han dicho que al Borbón no le gustó que el hijo se enamorara de una periodista, divorciada y republicana. A lo largo de los años, esta enemistad entre ellos se ha acabado evidenciando de varias maneras. Y ahora, la semana en la que se celebra el 10.º cumpleaños de la abdicación del monarca, Pilar Eyre recuerda una de las muchas humillaciones en público que se habrían hecho.
La periodista escribe, precisamente, sobre una escena que tuvo lugar en la ceremonia oficial de la abdicación. En ella, Felipe y Letizia aplaudían al emérito en el último acto oficial que presidía después de casi 40 años al trono. Detrás de esta aparente imagen de familia unida, sin embargo, se escondía mucho malestar y todavía más
Ha hablado de ello en su columna de

Letizia, incómoda durante la ceremonia oficial de abdicación de Juan Carlos de Borbón
De aquel día, Pilar Eyre informa que todo se organizó deprisa y corriendo y sin mucho protocolo porque no existían precedentes anteriores y no sabían muy bien cómo hacerlo. En aquel momento, Felipe todavía no llevaba barba y se loe veía visiblemente más joven que ahora: «Su cara un poco de niño no tenía el aplomo y la dignidad que luce en la actualidad. Joven, en algunos momentos se lo notaba abrumado por la grave responsabilidad que le caería encima«.
¿Y Letizia? Ella vivía la escena más distanciada: «Si observamos el grupo familiar, ella es la extranjera aunque sea la más española de los cuatro». Mientras que Juan Carlos paseaba su «mirada errática» por el salón, dice Eyre que Sofía sonreía como siempre y Letizia solo hacía que mirar a sus hijas mientras los indicaba que sonrieran y pusieran bien las manos.

Juan Carlos ha acusado a Letizia de ser la principal culpable de su caída. La periodista catalana considera que el emérito le ha visto como una persona ajena a la familia que «siempre ha opinado y ha puesto el pulgar hacia abajo». Aquella ceremonia de media hora fue un castigo para Letizia, a quien no habría querido dirigir la mirada. Para ella debía de hacerse muy largo ese rato: «Sabiéndose rodeada de personas hostiles, ella intentaba sonreír y miraba a sus hijas con ternura porque no quería que la gente se diera cuenta del desprecio«.