Las primeras amenazas de Donald Trump como nuevo inquilino de la Casa Blanca no se han hecho esperar. La intervención del ya presidente de los Estados Unidos en el foro económico mundial de Davos, un breve discurso de poco más de quince minutos, ha servido para fundamentar los temores que asolaban a la comunidad internacional desde las elecciones del pasado 5 de noviembre. Frente a las principales personalidades económicas del planeta, así como a varios líderes mundiales, el mandatario ha reiterado su intención de imponer duros aranceles a todas las economías que no se adhieran a sus designios políticos. «Ven a hacer tu producto a América y tendrás los impuestos más bajos de cualquier nación del mundo», ha ofrecido el comandante en jefe; advirtiendo de tarifas superiores al 20% para quienes no cumplan.
Las palabras de Trump ante el foro de Davos han sonado a discurso de campaña: ha recurrido a sus máximas en cuanto a inmigración, proteccionismo, inversión en defensa y balanza comercial; todo ello para intentar imponerse sobre sus rivales internacionales. En primer lugar, y a pesar de la buena sintonía histórica que ha mostrado con el Kremlin, ha insistido en una posición contraria al conflicto en Ucrania, asegurando que «está preparada para pactar». Recientemente, aún desde Estados Unidos, el mandatario aseguraba que si Vladimir Putin no accedía a detener las beligerancias, impondría un paquete de aranceles a las importaciones rusas. También ha lanzado un reto a China y a otras potencias nucleares para iniciar una desescalada global de las armas atómicas. A pesar de ello, ha insistido en obligar a los países miembros de la OTAN a realizar inversiones más significativas en materia militar, advirtiendo que «los EE.UU. dejarán de compensar los impagos» de los aliados europeos.

Ataques a los productores petroleros
Durante su inauguración como presidente, Trump se comprometió a llevar a cabo una multitud de medidas para reducir los precios energéticos en Estados Unidos, con un retorno masivo a las energías fósiles que desharía los esfuerzos en transición energética de la antigua administración. Según el presidente, el país vive una «emergencia nacional energética», y aspira a «doblar la generación eléctrica» para atender las necesidades tecnológicas de empresas y ciudadanos. Especialmente dadas sus pretensiones de impulso de tecnologías como las criptomonedas o la IA, para las que quiere convertir a Washington en una «capital mundial». En este sentido, ha exigido a los países miembros de la OPEP medidas para reducir el precio del crudo, aún afectado por los recortes productivos impuestos principalmente por los países árabes para evitar una tendencia deflacionaria.
Primer revés judicial
Lejos del foro económico, el presidente ya ha sufrido su primera derrota -parcial y momentánea- en los tribunales. El juez federal John C. Coughenour ha suspendido cautelarmente una de las muchas órdenes ejecutivas que el mandatario firmó poco después de su toma de posesión. En concreto, el tribunal ha rechazado la medida por la cual se dejaba de conceder la ciudadanía automática a los bebés nacidos en suelo estadounidense. La decisión se ha tomado en el marco de un recurso presentado por cuatro estados de mayoría demócrata, por considerar que el decreto vulnera la Constitución, en tanto que la regulación de la nacionalidad aparece recogida en la carta magna. Una opinión que comparte el magistrado, que tilda la reforma de «flagrantemente inconstitucional».