El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha aprovechado su visita al debate general de la ONU para buscar el enfrentamiento con la comunidad internacional. En plena ofensiva de las Fuerzas de Defensa de Israel sobre la Ciudad de Gaza, el líder del ejecutivo ultraderechista de Tel Aviv se ha deshecho en reproches hacia los países que han reconocido al Estado Palestino en las últimas semanas -los últimos en hacerlo han sido Francia, el Reino Unido, Australia y Canadá, aunque otros como España ya lo habían hecho hace meses-. Entre aspavientos, Netanyahu ha afirmado que el apoyo a la autoridad palestina «es una recompensa a los antisemitas más grandes del mundo». De hecho, ha llegado a redirigir la acusación de genocidio hacia Hamás, alegando que su gobierno «le dice a la población civil que se aparte» cuando quiere atacar el territorio palestino.

En su intervención, Netanyahu ha buscado contradecir la «propaganda internacional» que, según argumenta, ha ocupado la esfera pública occidental en las últimas semanas. Ha retomado algunas de las acusaciones que su gobierno lanza contra la resistencia palestina desde el 7 de octubre, como el uso de escudos humanos para defenderse de las tropas israelíes. «Para nosotros, la muerte de civiles es una tragedia; pero para Hamás es una estrategia», ha acusado el primer ministro. En la misma línea, ha acusado a la organización de mantener bajo captura a una veintena de rehenes desde 2023. «Si los dejáis volver, viviréis. Si no, Israel os perseguirá», ha amenazado.

Palestinos huyen de un edificio derrumbado por un bombardeo israelí en la ciudad de Gaza / EP

A pesar de ello, también ha dirigido ataques explícitos contra la población civil de las zonas asediadas por sus militares. Ante la comunidad internacional, Netanyahu ha defendido que «casi el 90% de los palestinos apoyaron, o incluso celebraron, los ataques del 7 de Octubre». «Ustedes los han olvidado, pero nosotros no», ha acusado a los gobernantes presentes. Continuando con el desprecio hacia los ciudadanos de Gaza y Cisjordania, los ha acusado de mentir con sus peticiones de una solución de dos estados: «no quieren un estado junto con Israel, sino en lugar de Israel». En línea con este rechazo de las presiones internacionales, ha remachado que su ejecutivo «no se suicidará porque otros no tienen el coraje de enfrentarse a los medios hostiles y las turbas antisemitas que reclaman la sangre de Israel».

Una «amenaza mortal para la civilización»

Lejos de aceptar las críticas internacionales, Netanyahu se ha reivindicado ante las Naciones Unidas, asegurando que su ofensiva militar ataca una «amenaza existencial para Israel y una amenaza mortal para la civilización occidental». En concreto, se ha referido a los ataques sobre las instalaciones nucleares iraníes, coordinados con los Estados Unidos, que según el departamento de defensa norteamericano habrían retrasado «durante unos meses» el potencial desarrollo armamentístico del régimen de los Ayatolás. De hecho, se ha referido a los elogios de sus aliados fuera de la Casa Blanca, como el canciller alemán, el conservador Friedrich Merz, que celebró que Israel «haga el trabajo sucio» de la comunidad internacional con su expansionismo por Oriente Medio. A pesar de ello, a quien más elogios ha lanzado ha sido a Trump, a quien reconoce «ser el líder que mejor entiende» la situación en la región.

Comparte

Icona de pantalla completa