Cuando se presentó en el balcón de la Basílica de San Pedro por primera vez, el papa Francisco enfrentaba un escenario con líderes mundiales como Angela Merkel o Barack Obama, con quienes —aparentemente— compartía objetivos y valores. Doce años más tarde, el pontífice deja atrás un mundo notablemente diferente del que encontró, con el autoritarismo en alza y múltiples crisis humanitarias como telón de fondo.
Los mensajes de condolencia llegan ahora de figuras con quienes tuvo grandes desavenencias durante su pontificado, como Donald Trump o Javier Milei -este último conocido por haberlo calificado de “izquierdista inmundo”. La muerte de Francisco, sin embargo, deja un legado de mensajes de defensa de la paz, antimilitarismo, lucha contra el cambio climático y dignidad de los migrantes.
Quien levanta muros se convertirá en prisionero de ellos mismos
Desde el altavoz espiritual del Vaticano, que llega a más de 1.300 millones de católicos, Francisco defendió a los pobres y los migrantes en un momento en que muchos gobiernos optaban por políticas opuestas. Su pontificado comenzó visitando campos de refugiados en el sur de Italia, mientras Europa cerraba filas contra la inmigración y el discurso de odio ganaba peso. Gracias a su defensa de los derechos de los migrantes y las víctimas de estas injusticias, muchos consideraron a Francisco un referente de claridad moral.

En este sentido, Francisco fue una de las voces más críticas con la política migratoria de Trump, denunciando con dureza las deportaciones masivas. “Lo que se construye sobre la fuerza y no sobre la igual dignidad de todo ser humano, comienza y terminará mal”, escribió en una carta a los obispos de EE.UU. La relación entre el magnate y el pontífice estuvo condicionada por el abismo moral que los separaba. Especialmente en lo que respecta a la inmigración, cuestión de gran importancia para ambos, pero en la que mantenían opiniones antagónicas.
El desacuerdo comenzó ya en 2016, cuando Trump anunció la construcción de un muro en la frontera con México. Francisco lo rechazó con contundencia: “Quien levanta muros se convertirá en prisionero de ellos mismos.” Con el regreso de Trump a la Casa Blanca y su giro autoritario en la cuestión migratoria, una nueva carta pastoral advertía de un “mal final” si persistían las deportaciones. Ya en sus últimas horas, Francisco recibió brevemente al vicepresidente estadounidense JD Vance y, muy debilitado, pronunció su último mensaje público a través de un asistente: “¡Qué desprecio despierta, todavía hoy, la figura de los vulnerables, los marginados, los migrantes!”
Un papa comprometido con el medio ambiente
Francisco también hizo historia como el primer papa que situó el cambio climático como una cuestión espiritual. En 2015 publicó Laudato Si, la primera encíclica papal que abordaba la cuestión medioambiental, vinculando la crisis ecológica con la pobreza y la justicia social. Ocho años más tarde, en una continuación de la exhortación llamada Laudate Deum, criticó directamente a EE.UU. y el capitalismo desenfrenado, que calificaba de “estiércol del demonio”.
En estas exhortaciones, puso el foco en el modelo de consumo occidental y su impacto desproporcionado en las emisiones globales. Además, Francisco organizó encuentros con alcaldes, líderes religiosos y empresas energéticas para avanzar en las soluciones al cambio climático. Desafortunadamente, el impacto práctico de su liderazgo ecológico no se ha hecho notar, y las emisiones globales no han dejado de crecer.
Un firme defensor de la paz
El papa Francisco pasará a la historia, entre otras cosas, por ser un gran defensor del multilateralismo y el diálogo interreligioso ante la guerra. Denunció el comercio de armas como un negocio de “muerte” y criticó la hipocresía de aquellos líderes que hablan de paz mientras se lucran con la industria armamentística. También se opuso a la posesión y proliferación de las armas nucleares. En cuanto a los conflictos globales, hizo llamados al fin de la guerra en Ucrania y mantuvo contactos con ambas partes, llegando a facilitar intercambios de prisioneros. También pidió el alto el fuego en Gaza, la liberación de los rehenes y el acceso humanitario a los civiles. Su viaje histórico a Irak en 2021 o el gesto de besar los pies de los líderes de Sudán del Sur en pleno conflicto civil son otros ejemplos de su compromiso personal con la paz.

Si bien es cierto que, hasta el final de su vida, Francisco ha sido un referente moral para muchos en un contexto con pocos líderes mundiales comprometidos con la paz y el desarme, la figura del 266º Papa de la Iglesia católica no ha estado exenta de críticas. La gestión de los abusos dentro de la Iglesia, los escándalos financieros o su posicionamiento ambiguo en cuestiones sexuales han dividido la opinión pública y eclesiástica. Al margen de eso, es innegable que, en tiempos de militarismo exacerbado, recordó que el camino de la paz aún es posible. En las últimas semanas de vida, el pontífice llamaba cada noche desde su hospital a la parroquia de la Sagrada Familia de Gaza para comprobar su situación. Incluso llegó a pedir una investigación internacional sobre las posibles acciones genocidas del ejército israelí, lo que tensó las relaciones entre el Vaticano y el gobierno de Benjamin Netanyahu. El mandatario israelí, a diferencia de la mayoría de líderes mundiales, no ha emitido ningún pésame oficial por la muerte de Francisco.