El Vaticano y la Basílica de San Pedro no solo han sido los máximos escenarios de la Iglesia católica, sino que durante muchos años también jugaron un papel clave en la política mundial y en el equilibrio de poder en las naciones europeas de mediados del milenio. Este papel clave en la geopolítica mundial es lo que llevó a la guerra entre el Sacro Imperio Romano Germánico y el Reino de España y la Liga de Cognac –el nombre que recibió la alianza de Francia, Milán, Venecia, Florencia y los Estados Pontificios–, que acabó desencadenando en el saqueo de Roma de 1527.

El papa Clemente VII fue el desencadenante de la guerra que llevó a los españoles a las puertas del Vaticano. En un movimiento geopolítico, acordó la paz con Francia, que tenía su particular guerra con España y el Sacro Imperio Germánico, comandado por Carlos I de España y V de Alemania. Además, Clemente VII forjó una alianza con los Estados Venecianos, Milán y Florencia para proteger Roma de una posible invasión otomana. Esta alianza entre varios estados europeos se acabó convirtiendo en la Liga de Cognac, una alianza (poniendo a los Estados Pontificios del lado contrario a los españoles) que enfureció a Carlos I de España y V de Alemania, rey de España y del Sacro Imperio Romano Germánico y líder de la fuerza militar más poderosa del continente.

Cerca de 30.000 hombres marchando sobre Italia

La cólera de Carlos V de Alemania y I de España hizo que en el año 1527 se movilizaran cerca de 30.000 hombres entre las tropas españolas y alemanas -entre las cuales se encontraban los famosos mercenarios alemanes, los Lansquenetes- comandadas por Carlos III de Borbón y Georg von Frundsberg, respectivamente. La idea inicial del monarca hispano-germano era solo lanzar una advertencia a los Estados Pontificios a través de la guerra contra su ‘línea defensiva’ al norte de Italia. La campaña bélica española quedó detenida hasta que cayó Milán. A pesar del éxito de las acciones militares contra la línea de defensa papal, el monarca germano-español se encontró con un inconveniente, y es que no había suficientes fondos para poder pagar a las tropas, un hecho que desembocó en el saqueo de Roma, la ciudad más rica en manos enemigas y con la cual se podían satisfacer las necesidades económicas del ejército.

Durante el asedio de la ciudad de Roma el 6 de mayo de 1527, las defensas locales lograron matar al comandante del invasor, Carlos III de Borbón, un hito que se podría interpretar como una victoria, pero que produjo el efecto contrario, ya que los soldados españoles vieron que la persona que debía pagarles por sus servicios –y quien debía controlarlos– había muerto. Esto hizo que las tropas españolas, con una gran cantidad de mercenarios en sus filas, entraran en Roma saqueando y asesinando. El avance de los españoles, sin control, sobre Roma, terminó llevándolos hasta las puertas de la basílica de San Pedro.

Guardia Suiza Pontificia en el Vaticano Evandro Inetti/ZUMA Press Wire/d / DPA 06/5/2024 SOLO PARA USO EN ESPAÑA

189 guardias suizos contra los descontrolados soldados españoles

La llegada de los españoles hasta la plaza de San Pedro chocó, frontalmente, con la columna de picas formada por los 189 miembros del cuerpo de guardias suizos -en aquel momento aún mercenarios contratados por la Santa Sede. La lucha en el corazón del catolicismo frenó en seco el avance de los españoles, que vieron cómo la Guardia Suiza Pontificia, a pesar de ser inferior en número, ralentizaba su avance formando una línea de protección para Clemente VII. Los defensores del Papa sufrían bajas mientras repelían a los descontrolados soldados españoles y a medida que se producían estas bajas los soldados papales iban retrocediendo hacia las puertas de la basílica de San Pedro. Este tiempo que los guardias suizos dieron con su sacrificio al Papa permitió que Clemente VII llegara al passetto di Borgo, un pasillo oculto que conecta el Vaticano con el Castillo de Sant’Angelo, donde se escondió durante meses de los soldados españoles.

La huida de Clemente VII es una de las gestas más recordadas de la Guardia Suiza Pontificia, y es que su sacrificio permitió que los españoles no capturaran al Papa. La resistencia de los defensores papales hizo que de los 189 guardias suizos que comenzaron la defensa de Clemente VII solo quedaran con vida 42. Una de las muertes más crueles fue la del capitán de la Guardia Suiza Pontificia, Caspar Roïst, quien gravemente herido buscó refugio en su casa, donde varios soldados españoles lo estaban esperando y lo ejecutaron a sangre fría frente a su esposa.

Imagen tomada desde el Castillo de Sant’Angelo de la basílica de San Pedro al fondo con el Passetto di Borgo a la derecha | Wikimedia Commons

A pesar de que el Papa escapó y Carlos V de Alemania y I de España nombró un nuevo comandante para sus tropas, los españoles ejecutaron cerca de 1.000 soldados defensores y sembraron el caos por Roma. Pillaje, asesinatos sumarios, iglesias, monasterios, palacios de prelados y cardenales saqueados, unas acciones que duraron hasta el 6 de junio de 1527, cuando el papa Clemente VII se rindió desde el Castillo de Sant’Angelo y pagó 400.000 ducados a cambio de su vida.

Varios textos históricos señalan que, ante el descontrol de los soldados españoles, Carlos V de Alemania y I de España se mostró muy afligido y que durante varios días vistió de luto por las barbaridades ejecutadas por sus tropas, aunque desde entonces Clemente VII siempre se posicionó favorablemente a los intereses del monarca germano-español.

Una gesta recordada y venerada

El sacrificio de la Guardia Suiza Pontificia resuena aún hoy día entre las paredes de la Santa Sede. De hecho, la muerte de los soldados en defensa del Papa motivó el cambio en el estatus del cuerpo de la Guardia Suiza Pontificia, que dejó de ser un grupo mercenario para ser un ejército totalmente integrado a la Santa Sede. La gesta de los 189 guardias suizos del 6 de mayo de 1527 –el próximo martes hará 498 años– se rememora cada año con el juramento de bandera de la Guardia Suiza. Cada 6 de mayo, los nuevos alabarderos que se unen a la Guardia Suiza Pontificia juran sus cargos ante el Papa, mientras que los soldados que reciben un ascenso toman posesión del nuevo cargo en el mismo acto.

La hazaña de la Guardia Suiza Pontificia también ha hecho que Sabaton, un grupo finlandés de power metal que basa sus canciones en conflictos bélicos, dedicara el nombre del disco que lanzó en el año 2016 a la gesta de los guardias suizos. The Last Stand (La última resistencia) es el título que recibió el disco y la canción en la que se recuerdan los actos de los 189 guardias que dieron la vida por Clemente VII.

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