«¡Es tu casa!». Esta frase, pronunciada hace más de 40 años, sembró la semilla de lo que será uno de los libros de true crime de este Sant Jordi, L’enverinadora (Pòrtic Edicions, Grup 62). La autora de esta novela sobre un caso real, Anna Sàez Mateu, estaba en el grupito de colegialas que un día de finales de los años 70 se alarmaron y fascinaron a la vez con una foto en un recorte de prensa amarillento que había encontrado una compañera de escuela. La imagen mostraba una casa de la Granja d’Escarp, el edificio donde entonces vivía la familia y el mismo donde, en 1935, un matrimonio y su bebé habían muerto envenenados. Eran tres de las cinco víctimas del caso. Ahora que se cumplen 90 años de los crímenes que conmocionaron este pequeño pueblo del extremo suroeste del Segrià, la periodista y actual directora del diario Segre ha hecho saltar los tabúes locales con una obra que resulta universal. Los crímenes de Dolors Coït Vallès, la joven modista de la Granja que mató a toda la familia política en los años 30, son un drama rural que podría haberse producido en Kansas o en Suecia.

«Si no hubiera escrito yo este libro, lo habría escrito alguien más y me habría dolido», admite Sàez Mateu en un encuentro con periodistas en la librería Ona. Admite que inicialmente tuvo dudas, que hace años no se habría atrevido. Pero llegó el momento en que entendió que aquel caso le había «calado hondo». A su lado, el editor, Josep Lluch, señala que L’enverinadora pertenece a lo que se conoce como «literatura del yo». «Es un caso real con vivencia personal, pero con distancia temporal, lo que permite incluso una cierta ironía», puntualiza.

La segunda vida de la envenenadora, en Madrid

Han pasado los años necesarios para que Anna Sàez haya dejado de ser la niña que preguntaba por la envenenadora del pueblo y recibía respuestas ambiguas –le decían que había sido «antes de la Guerra», en un «pasado remoto»– y se haya convertido en periodista y escritora con experiencia. Así ha podido profundizar en esta historia y, con la ayuda de un amigo periodista que descubrió un vínculo familiar lejano con Dolors Coït, localizarla en una residencia de Cienpozuelos y visitarla a los 97 años para descubrir que aún era una maestra de la manipulación. «Nos llegó a decir que su marido había muerto del pulmón. Y que ella había estado en la cárcel como presa política. Como había sido en los años 40, era relativamente fácil justificarlo de esa manera. Cuando le dijimos que sabíamos la verdad, dio un giro y nos aseguró que todo había sido un malentendido», recuerda la autora.

Cubierta del libro 'L'enverinadora', de Anna Sàez Mateu, publicado por Pòrtic
Cubierta del libro ‘L’enverinadora’, de Anna Sàez Mateu, publicado por Pòrtic

Dolors Coït vivió aún unos años después de aquella visita, hasta los 102 años. Después de haber sido detenida, de haber tenido un juicio mediático que atrajo a periodistas de todo el estado y de haber sido condenada a 150 años de prisión, con 30 de cumplimiento efectivo que se quedaron a medias, con una condena que comenzó durante la República y terminó durante el franquismo. Cuando salió de la cárcel se volvió a casar, con un hombre más joven, que murió antes que ella –no se sabe de qué– y llegó a vivir en la calle Ferraz de Madrid, en una casa con servicio. La residencia de Cienpozuelos fue su última etapa. Había nacido a finales del siglo XIX, había matado a sangre fría en los años 30 del siglo XX, y terminó muriendo en una residencia confortable en el siglo XXI.

Mientras tanto, en la Granja todavía se asustan al oír hablar del caso. «Advertí a mi madre que haría el libro, pero hasta que no lo ha leído no se ha tranquilizado un poco», subraya la autora.

La transformación de una joven modista en una asesina sofisticada

El caso de la envenenadora era «una mancha» para el pueblo. Una chica de 21 años, «guapa, menuda y que era modista» se convirtió silenciosamente en un monstruo y nadie lo detectó a tiempo, ni los médicos que iban viendo cómo morían de una misteriosa gastroenteritis todos los miembros de su familia política. La primera fue la suegra, pero era una mujer mayor y el médico firmó que había sido una muerte natural. Cuando se destapó la cadena de crímenes, se supo que la había matado porque los quería desalojar de la casa donde vivía con su marido, que tenía mala relación con su propia madre. «Durante el juicio, dijo: ‘Me quería echar y fue ella la que tuvo que irse'», recuerda Anna Sàez.

Ocho meses después, sin embargo, fue el marido, Constantino, quien murió, también después de tres días de agonía con una enfermedad digestiva. El hermano de este hombre, su esposa y su bebé de meses siguieron el mismo camino, en una habitación de la casa donde años más tarde se criaría la autora que ahora cuenta su historia. Al final, fue el cuñado moribundo quien ató cabos y avisó al médico que le parecía que Dolors, que les debía dinero, los había envenenado. Pero no lo pudieron salvar.

La sentencia, dictada quince días antes de que estallara la Guerra Civil

Una vez descubiertos los crímenes, Dolors Coït reveló su verdadera personalidad. Cuando entró en la cárcel, aunque era muy joven, iba vestida de luto con el tipo de prendas que llevaban las viudas de la época en una zona rural. Parecía mayor y abatida. Cuando reapareció para el juicio, consciente del interés que había generado su caso –cubrió el juicio, entre muchos otros, un periodista español que poco después entrevistaba a Lorca–, se había convertido en una estrella mediática y transformada, físicamente, en una mujer sofisticada. «Aprendió enseguida a usar la prensa a su favor», apunta Sàez.

La sentencia, dictada quince días antes de que estallara la Guerra Civil, también enviaba a prisión a la madre de la envenenadora, condenada a 74 años como cómplice, porque la hija aseguraba que era la autora intelectual de los crímenes. Era una mujer hosca de 50 años –parecía una anciana de 80– que no consiguió ninguna empatía del tribunal. La hija la arrastró con ella, con la diferencia de que Dolors pudo reinventarse después de la cárcel. Ahora, ya muerta, recupera el protagonismo con este libro que ya está entre los más vendidos en la sección de no ficción. Pero esta vez no podrá disfrutarlo.

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