La escritora y periodista Julia Navarro (Madrid, 1953) ha vuelto a las librerías después del éxito de su última novela
¿Que le ha llevado a escribir un ensayo y dejar de lado las novelas?
Este libro lo escribí al final de la pandemia. Durante los meses más duros de la pandemia acabé mi anterior novela,
¿Es por eso que es su libro más personal?
Es muy personal porque, casi sin darme cuenta, y bien es verdad que me arrepiento, he explicado algo de mí. Como tenía que explicar cómo me he encontrado con estas mujeres, el por qué de la elección de los personajes de los cuales hablo, de alguna forma también explico el momento en que me encontraba yo. En qué momento he leído a Simone de Beauvoir, por qué me ha marcado Hannah Arendt, cuándo topé con los mitos de la Grecia clásica… De alguna forma me he retratado.
¿Por qué se arrepiente?
Porque no me gusta estar expuesta. Soy muy tímida y no me gusta nada.
Normalmente se dice que detrás de un gran hombre hay una gran mujer. ¿Ha querido dar la vuelta a este tópico con estas historias?
No. Esta frase siempre me ha parecido una tontería, por eso se llama
No nos podemos entender los unos sin los otros. Si quieres explicar a Santa Teresa de Calcuta sin hablar de los hombres que pasaron por su vida estás condenado a no entender absolutamente nada. Si quieres entender Medea, tienes que pensar que todo lo que hace lo hace por Jason. Él se ha escabullido, mientras ella ha quedado como la mala de la historia. Desde los principios de los tiempos estaban ellos y nosotros aquí, por eso es una historia compartida.

Pone el foco en ellas sin dejar de incluir a los hombres. ¿Quiere ser un homenaje a las mujeres que han marcado la historia?
Es una reivindicación, una manera de mostrar que ha habido mujeres excepcionales de las cuales no hay noticia. Una de las grandes asignaturas pendientes del sistema educativo es que los libros de texto no recogen el caudal enorme de mujeres que han dejado una huella remarcable en la historia. No se las conoce, no se las estudia. Las niñas no tienen referentes, por ejemplo, en la ciencia. Hay muy pocas chicas que escogen carreras de ciencias y es porque no les han explicado la cantidad inmensa de mujeres que han hecho aportaciones fundamentales en astronomía, matemáticas, geometría… Reivindico cambiar los planes de estudio porque tienen que recoger esta inmensa cantidad de mujeres que han dejado una huella importantísima pero que se ha difuminado.
¿Cómo hizo la selección de las mujeres que aparecen en el libro?
Vino sola. Son las mujeres que me he ido encontrando a través de mis lecturas, de mis viajes. Ha sido una selección totalmente personal y anárquica. Que nadie busque una guía de las mujeres importantes a lo largo de la historia, son las que yo he ido encontrando. Es una lectura muy personal, seguro que faltan muchas, pero he escogido a las que a mí me han impactado por alguna razón.
En la literatura, ¿la huella de las mujeres es más visible que en otros ámbitos?
No hay más referentes en este campo que en otros. Ha habido mujeres que han conseguido transcender en la literatura, pero todavía son insuficientes. Hasta hace poco la mirada sobre la literatura hecha por mujeres ha sido muy paternalista, en muchas ocasiones desdeñosa, como si las mujeres escribiéramos sobre cosas que no les pueden interesar a ellos. Esto afortunadamente ha ido cambiando un poco porque al final son los lectores los que escogen. Son ellos los que dicen que les interesan los libros firmados por mujeres, pero durante mucho tiempo, con la excepción de autoras muy excepcionales, han pasado desapercibidas. Si ahora le preguntamos a cualquier estudiante qué literatas recuerdan de la generación del 98 o del 27 como mucho me sabrán decir una, pero había mujeres con un talento y una obra literaria muy consistentes. Continúo reivindicando este espacio en los libros de texto para las mujeres.

¿Ha sentido alguna vez el síndrome de la impostora, un fenómeno que afecta muchas mujeres?
Sí, claro que he sentido esta inseguridad de no saber si lo que estás haciendo está a la altura de los cánones que han marcado ellos y si realmente te mereces estar ahí. Parece que siempre estamos porque nos dejan estar, no por nuestros méritos. Lo he tenido y después de ocho novelas lo continúo teniendo.
¿No ha encontrado la manera de deshacerse de él?
No, no he encontrado la fórmula para hacerlo. Siempre me planteo por qué se venden mis libros, si me lo merezco o no, si tienen suficiente calidad. Siempre me estoy cuestionando a mí misma.
¿Incluso después de un éxito como el que ha tenido su obra?
El síndrome de la impostora es una cosa que todavía arrastramos sobre todo las mujeres de mi generación. Espero que las nuevas ya no lo tengan porque han recibido una educación diferente. El cuestionarte continuamente si estás a la altura es una cosa que todavía no he superado. Siempre he envidiado esta parte de los hombres, la seguridad que tienen. Pisan fuerte incluso cuando son imbéciles. Me gustaría tener esta seguridad, pero no la tengo en absoluto.
Usted es una escritora muy prolífica. ¿Cuál es la novela que más le gusta?
Ui, no. Son ocho hijos que tengo. No puedo escoger. Cada hijo es diferente: uno te da una alegría, el otro es más simpático, de otro te sientes más satisfecha… Lo que sí que sé es qué es la novela preferida de mis lectores.
La puedo intuir…
Es

Si miramos atrás hacia la Julia de la primera novela, ¿qué le habría gustado que le dijeran?
Escribir es comunicarte con los otros, por lo tanto a esto es a lo único a lo que aspiro con mis lectores. Si me preguntas qué habría querido que me dijeran… Yo cuanto menos me digan mejor, porque me abruma. La Julia de la primera novela, además, era una Julia kamikaze, que escribió una novela sin saber ni si se la publicarían. La primera sorpresa fue que me la quisieran publicar. Después, el libro sin hacer publicidad funcionó, fue cosa del boca a boca y también me sorprendió. Incluso fue una sorpresa para la editorial. A partir de entonces descubrí como me divertía imaginar historias y explicarlas.
Había ejercido el periodismo muchos años y al final me he dado cuenta que el periodismo y la literatura son caminos paralelos. Un periodista explica una historia real, un escritor escribe sobre algo imaginada, pero siempre se trata de explicar una historia. Desde el comienzo de los tiempos, desde que el hombre se sentaba en la cueva alrededor de un fuego, había alguien con más imaginación que explicaba sus historias y teorías. El ser humano necesita explicar cosas y leerlas.
¿Un consejo para quien quiera lanzarse a escribir?
Que no se rinda, que tenga confianza en lo que hace. Para escribir hacen falta dos cosas: tener una historia que explicar y saber explicarla. Esta es la clave, no hay más. A veces hay gente que hace ejercicios brillantes de escritura pero no explica nada. Otras veces, alguien tiene una historia increíble pero no sabe cómo explicarla. El cóctel es la clave.