Los libreros siempre distinguen entre dos tipos de clientes. Los que piden para leer un libro y los que piden un libro para leer. Dos maneras de entender, en un momento y contexto determinado, la lectura. De hecho, dicen los buenos libreros que recomiendan tener dos o tres lecturas a la vez, porque cada momento tiene su lectura. No somos iguales cuando nos levantamos que cuando nos vamos a dormir, y no es lo mismo leer con un café que con una cervecita a las ocho de la tarde aprovechando la luz que nos regala el recibidor del verano.
De aquí nace la necesidad de libros como 28 metros (Univers, 2025) de Marta Romagosa (Cornellà de Llobregat, 1967). De entrada, no hace falta decir que Romagosa es periodista. Hace años que su voz acompaña las sorpresas, las tragedias y las vicisitudes que sufre Cataluña y El Món. El oficio que tiene se hace notar. La habilidad para la escritura comprensible, sin más pretensión que esbozar las cosas que ve y sin ninguna floritura impostada que oculte la electricidad de un buen relato se constata en las páginas de esta novela.
Romagosa ofrece un libro ambientado en la Barcelona de los años 70. Pero una Barcelona de verdad, no la reinventada por la antropología del momento. En este escenario, la periodista narra la historia de dos mujeres que según la sinopsis del eficaz servicio de prensa de la editorial «enlaza a dos separadas por veintiocho metros». Pero no les hagan caso. Las 164 páginas digeribles, rápidas y entretenidas dan para mucho más.

El quinto Beatle
En casa hemos hecho el experimento. Dos personas absolutamente divergentes en los gustos literarios hemos compartido el libro. El resultado son cuatro historias que se entrelazan, fácilmente, donde los lectores también se convierten en un personaje. El lector se convierte en un quinto Beatle, porque la historia refleja una realidad que afecta a todos por igual. El algoritmo vital más importante: cuán importantes son las personas que nos encontramos para tener un destino u otro.
De hecho, Romagosa desafía a Rubén Blades que hacía cantar a Mackie El Navaja que si naciste para martillo, los clavos te caen del cielo. La gente, como animales sociales, determina nuestra historia. Pero Romagosa añade la geografía. De ahí que la novela abra el telón en un escenario. El entorno, o la venganza de la geografía que expresaba Robert Kaplan. Gente y entorno. Física y química en formato de novela. Una novela donde la «calle te hace desaprender».
La ventaja del libro de Romagosa es que si lo regala, lo compra o se hace un regaloselfie este Sant Jordi, lo leerá. No será un libro que dormirá el sueño de los justos en la mesita de noche. Si lo cogen, lo abren y lo empiezan, lo terminan. La sensación de su lectura es la misma que tendrían una tarde de verano, en una terraza y con los pies descalzos sobre la tova catalana recién regada. Pueden añadirle, un rosado fresquísimo. «28 metros» es un libro rápido, con toques conmovedores y con palabras que rascan con perspicacia nuestra memoria. Se entretendrán.