Que digan lo que quieran, pero la tecnología nos ha hecho más libres. Otra cosa es el cretinismo congénito de la especie humana que sufre adicción a todo lo que distrae o que, simplemente, permite la facilidad de razonamiento. Internet, y las redes aún más, son una mina generosa de personajes, conocimiento, reflexiones y, por supuesto, de humor.

Es cierto que, como en un bar, en el espacio virtual hay borrachos, atrevidos, gente que bebe en vaso de tubo y deja las llaves en la barra, maleducados, sabihondos y cabezotas, pero que quedan sobradamente compensados por cínicos, iconoclastas y gente que simplemente bebe Bitter Kas, porque aunque sea solo una vez a la semana, quiere saber qué es pasar un mal rato. Y mira que es bueno, el Bitter.

Jordi Juanola, ‘Toti’, el pastor de la red X

También es verdad que la tecnología tiene el riesgo de lo que al final de los años 60 del siglo pasado avizoraban los analistas de la CIA, el tecnofascismo. Un riesgo que también incorporan las democracias cuando son sistemas débiles y mediocres. Pero aún estamos bastante lejos de todo eso, aunque muchos intenten desenfrenadamente deshumanizar cualquier cosa que tenga personalidad propia. La prueba de que la tecnología nos permite abrir aún más los ojos es una de las joyas de la corona del catálogo de Símbol Editors y que presenta con buenos presagios el Sant Jordi de este año, 4 estacions i 1 ramat.

El editor Jaume Ciurana, con espíritu de Ventura Gassol, y a fe de Dios que le ha llevado años y esfuerzos, ha transformado en un libro las aventuras de Toti, Jordi Juanola, un pastor de ovejas de la Alta Garrotxa que, a través del perfil @xaiecologogic de X, hace tiempo que nos radiografía, en su día a día, lo que llama la «República Collie«, para honor y gloria de los perros que le cuidan y protegen el rebaño. 4 estacions i 1 ramat es el título de un libro que desromantiza la vida del campesino de montaña, eso sí, reivindicando una manera de vivir o, al menos, de entender la vida.

Una imatge de la portada del llibre Quatre Estacions i un ramat de Jordi Juanola, Toti/ Joel Codina/Ona Llibres
Una imagen de la portada del libro Quatre Estacions i un ramat de Jordi Juanola, Toti/ Joel Codina/Ona Llibres

«Un pueblo sin leyendas pasa frío»

El libro no es un alegato encendido del neorruralismo. Ni mucho menos. Si bien el lenguaje, las expresiones y las costumbres que se reflejan pueden quedar lejos de cualquiera de la Santa Madre del Área Metropolitana de Barcelona. Un pastor que nos explica su relación con el lobo, ahora que está de moda en el salvaje mundo de la política, con el zorro, con el monstruo de la administración, con el bosque, o la conexión que mantiene con las ovejas, animales más «vivos» de lo que el imaginario colectivo imagina.

De hecho, leer 4 estacions i 1 ramat genera la misma sensación que nos haría leer el libro de un año de la vida de un luthier con sus violines y violas, un calderero con sus utensilios de cobre, un maestro de obras levantando una catedral, un carpintero construyendo un auditorio o un profesor de secundaria narrando sus experiencias con adolescentes que necesitarían un hervor. El libro abre la puerta al espíritu para conocer miradas y mundos que existen y están entre nosotros. Sin psicodramas, sin la perversión de imaginar que la gente de montaña son el Manelic que nos describía Guimerà. Toti nos regala un antídoto contra la Barcelunya de Quechua y casa rural.

Toti no aparenta nada. Es como es y escribe tal como le sale, a raudales. Con el libro, el lector sale a pastar con él y su rebaño. Sin más pretensión que conocer cómo es el ciclo de la naturaleza, con la banda sonora de los cencerros y las leyendas, las historias que delatan que Cataluña es un país que viene de lejos y que aún quiere ir más lejos. Como diría Màrius Torres, la fe de vida que Toti transcribe en 150 páginas muestra que la tierra no sabe mentir. Entenderán que uno de los protagonistas esenciales del libro sea el fuego, que en la montaña se enciende por San Miguel de otoño, el 29 de septiembre, hasta San Miguel de primavera, el 8 de mayo. El fuego, elemento indispensable, que sirve de excusa para explayarse con leyendas, cuentos y relatos. «Pueblo sin leyendas pasa frío», dicen. El libro lo constata.

Steve Cracknell, britànic, ha escrit el pròleg de 4 estacions i un ramat/Joel Codina/Ona Llibres
Steve Cracknell, británico, ha escrito el prólogo de 4 estacions i un ramat/Joel Codina/Ona Llibres

Comparte

Icona de pantalla completa