Buena parte de los pequeños pueblos, villas y municipios que conforman el entramado de Cataluña conservan un fuerte espíritu -y estética- medieval. Las casas y los callejones empedrados se han convertido, con los años, en auténticos escaparates de la historia viva del país. En algunos puntos del territorio, sin embargo, los restos de esta historia se remontan aún más siglos atrás. Este es el caso, por ejemplo, del templo romano de Vic, una población que, durante la época romana, se llamaba Ausa. Se construyó a principios del siglo II, en la parte más alta del terreno junto al río Mèder. Durante siglos, este templo quedó totalmente oculto, ya que estaba rodeado -y formaba parte- del castillo de los Montcada, que se construyó a finales del siglo XI. Sin embargo, cuando derribaron las paredes del antiguo castillo en el año 1882, el templo romano que había quedado en un segundo plano vio la luz de nuevo.

Este templo romano, el cual se puede ver hoy en día, está situado en la parte más alta de la ciudad, junto a la iglesia de la Pietat, ubicada dentro de las mismas ruinas del antiguo castillo de los Montcada. Uno de los puntos más destacados de esta edificación romana es la escalinata que preside la entrada a la celda del templo -término arquitectónico con el que se denomina el recinto del interior de la construcción. Estos escalones dan paso a las grandes columnas que custodian el acceso al templo, las cuales eran lisas con una base jónica y un capitel corintio, tal como dejan entrever los restos originales que aún se conservan. Además, la construcción también está culminada con un enorme entablamento de estilo jónico, formado por un arquitrabe, un friso y una cornisa edificados con grandes bloques de piedra.

Imagen del capitel corintio de las columnas del templo romano de Vic / Credit Commons

Un templo que quedó olvidado

Como es bastante habitual con las construcciones arquitectónicas del pasado, el paso del tiempo ha modificado algunas de las utilidades de estos edificios. En el caso del templo romano de Vic, teniendo en cuenta que quedó olvidado tras los muros del antiguo castillo de los Montcada, algunos de sus espacios adquirieron una segunda utilidad, como es el caso del pozo del templo, que se convirtió en uno de los puntos de agua del patio central del castillo. Más allá del pozo, sin embargo, el resto de espacios del templo no se utilizaron de ninguna otra forma diferente. De hecho, los muros de la construcción romana sirvieron de paredes internas del castillo.

En el año 1882, sin embargo, al derribar el castillo -que entonces se utilizaba como prisión- los restos que aún se conservaban del templo volvieron a ver la luz del sol. Entonces, un grupo de habitantes de Vic, con nombres como el del escritor Josep Serra i Campdelacreu -que en aquel momento trabajaba como archivero municipal-, adquirieron el solar en el que se ubicaban los restos del templo para restaurarlo. Se reconstruyó la celda con su cubierta, se rehizo el muro de la fachada, y de acuerdo con el único capitel conservado en el ángulo noreste de la obra y con las medidas que proporcionaba un fragmento de fuste de columna recuperado, se construyó la columnata frontal. Finalmente, en el año 1959, se completó el frontón triangular que corona las columnas.

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