Cinco segundos de desequilibrio, según Red Eléctrica de España (REE), impusieron la oscuridad a toda la península Ibérica. La red -centralizada- que alimenta el estado español y Portugal cayó en un momento de pico de generación, en el que desaparecieron «súbitamente», en palabras del jefe del ejecutivo español Pedro Sánchez, 15 GW del sistema. Los orígenes del caos energético permanecen aún ocultos entre las declaraciones de las administraciones: ni Sánchez ni el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, se avienen a sumarse a ninguna de las hipótesis que se han planteado en las últimas horas. Por ahora, no se han identificado más que «dos incidentes» que desestabilizaron la red y provocaron la desconexión completa. El director de Servicios a la Operación de REE, Eduardo Prieto, sí ha dejado entrever parte de sus sospechas: en una comparecencia ante los medios de comunicación, Prieto ha esgrimido los datos de su organismo para situar el origen del desbarajuste -veladamente- en la energía solar fotovoltaica. Las placas conectadas a la red española de alta tensión generaban, el lunes al mediodía, entre 17.000 y 19.000 megavatios, muy por encima de la actividad de los días anteriores a la misma hora; y, en cuestión de segundos, dejaron de producir unos 10.000 megavatios, según las cifras del operador. «Es muy posible que la generación afectada sea la solar, pero aún no tenemos datos concluyentes», comentaba el directivo.

Sánchez se ha apresurado a desmentir parcialmente al técnico, negando que el causante de la crisis haya sido un «exceso de energías renovables». Expertos consultados por El Món aceptan el matiz de la Moncloa, pero apuntan hacia la mala gestión de la transición energética como telón de fondo del apagón. «Sería reduccionista decir que las renovables han causado la desconexión; pero sí se ha incorporado mucha renovable sin control», explica el físico del CSIC Antonio Turiel, en conversación con este medio. En una línea similar se expresa el empresario y expresidente de la comisión de energía de Pimec, Joan Vila, que describe el cambio en el mix energético del estado como «el paso de un sistema flexible a uno rígido». Las características técnicas de las centrales de ciclo combinado -de gas natural, principalmente- permiten una adaptabilidad a la demanda que no se encuentra en las renovables. El necesario abandono progresivo de las tecnologías fósiles implica, por tanto, una menor capacidad de afrontar las necesidades marginales de la demanda. «Cuando dejas de tener generadores síncronos -como la térmica-, no hay compensación de la generación reactiva -la eólica o la solar fotovoltaica- que hay en la red», apunta Vila. En otras palabras, la generación del ciclo combinado -así como otras tecnologías, como la hidráulica- permite responder exactamente a la demanda que hay en el sistema. Si la demanda baja, sencillamente se puede apagar una turbina. La eólica y la fotovoltaica no tienen esta capacidad, y es el gestor de la red quien debe incorporar medidas para regular el tráfico.

En un estado de generación superior a la demanda, con las tensiones que impone sobre el sistema, toda la estructura es más débil. «Cuando generas más de lo que deberías generar, cualquier incidente lo puede derrumbar todo«, argumenta Vila. La misma REE, cabe decir, contemplaba una situación como esta. En su último informe eléctrico anual, que analizaba la generación del año 2024, la gestora de la red reconocía que la ausencia de mecanismos de control de las renovables provocaban el riesgo de «desconexiones que podrían ser extremas y afectar al conjunto de la red. Se trata de una lectura prevista, y compartida por los técnicos y expertos del sector. «Debemos tener sistemas automáticos de control de la curva de demanda. Todo esto está por hacer, y es regulación. No se puede improvisar», sentencia el empresario.

El director de Red Eléctrica, Eduardo Prieto / ACN
El director de Red Eléctrica, Eduardo Prieto / ACN

A pesar de que todos los expertos consultados elogian la labor de los técnicos de Red Eléctrica, que consideran «muy bien preparados», el decisor final no forma parte de la filial de Redeia. «REE gestiona, pero la responsabilidad de adaptar la red es del Estado«, confirma Turiel. El experto en energía y exgerente de la asociación EolicCat, Jaume Morrón, reconoce que «se está haciendo trabajo» para buscar equilibrios en la red, «pero no va lo suficientemente rápido». Tal como indica Morrón, los países europeos que han adelantado al Estado español en implantación de renovables ya han hecho este camino, y son capaces de regular correctamente el aterrizaje de la nueva potencia en sus redes. «En Alemania, en Dinamarca, esto pasa constantemente; tienen aportaciones de renovables muy superiores a la demanda, y el sistema no colapsa«, sentencia. Para Vila, las tareas necesarias para implementar el control no se han llevado a cabo porque «el sistema no lo ve claro». «Temen el efecto sobre los precios, los impactos ambientales…», critica el empresario, que apremia a las administraciones y las empresas a adaptarse, en tanto que el sistema resultante «será bueno». El físico es más vehemente: «Es una cuestión empresarial: no se han hecho las tareas de estabilización porque cuestan mucho dinero», critica. Una lectura que no comparten Morrón y Vila, que observan una buena intención por parte de REE y el sector energético privado, y carencias que afectan más a la escala política.

Cataluña, esencial para el control renovable

Las herramientas para equilibrar la red ante la poca flexibilidad de las tecnologías renovables son diversas, aunque todas ellas están ausentes. Turiel apunta a la técnicamente más evidente: la instalación de estabilizadores en los parques eólicos y fotovoltaicos, que permitan modular la energía que llega a la red general. Una solución técnicamente viable, pero «muy cara». Morrón añade una segunda solución que, además, permite sacar provecho de la generación excesiva, cuando se produzca: un sistema de almacenamiento que acompañe la implementación de molinos y placas en todo el territorio. «Quizás necesitamos almacenamiento en todas las subestaciones, o quizás en cada nodo importante», plantea el experto. Por ahora, esta herramienta no está suficientemente presente en la red del país, pero está en camino, con numerosos proyectos autorizados por REE. El exgerente de Eoliccat confirma que «hay 1.000 MW sobre la mesa de la Generalitat para tramitar, y es necesario que los trámites se realicen muy rápidamente«; a una velocidad superior a la que han funcionado en los últimos años los trámites relacionados con la transición energética.

El sector de la energía ve este vacío, y está acelerando la oferta. De hecho, según confirma el mismo Morrón en su blog DialecSost, Red Eléctrica ha aprobado la conexión a la red de hasta 3.000 MW de capacidad de almacenamiento en Cataluña. «Y otros 3.000 están en trámite. Por lo tanto, hay interés y proyectos en marcha», celebra. Ahora bien, una concesión completamente dedicada a los usos de la empresa privada podría limitar el beneficio social que generaría la red. El experto sostiene que la nueva capacidad debe estar dedicada a «servir el bien público, y no en función de poder ganar mucho dinero». Así, se trata de una tecnología que «debería estar en manos de la administración pública, o que lo gestione en buena parte el operador del sistema público», para garantizar que se adapta a las necesidades de la población y, por tanto, no responde directamente a los designios del mercado.

La central nuclear de Ascó, en la Ribera d’Ebre / ACN

El almacenamiento de energía, además, se puede garantizar sin confiar toda la tarea a las baterías, una tecnología que podría estar limitada por el acceso a las materias primas necesarias, según Turiel. Una alternativa viable, y especialmente arraigada en Cataluña, son las centrales hidroeléctricas reversibles, que actúan como una especie de pilas naturales para mantener la energía de fuentes renovables que supera la demanda. Según un estudio del Colegio de Ingenieros de Cataluña, los embalses catalanes permitirían instalar hasta 16 GW de hidráulica reversible. «Ahora mismo solo tenemos 400. ¿Por qué no hay un impulso de estas tecnologías, para que las inversiones se puedan ejecutar?«, critica Vila. En este sentido, Morrón sostiene que el Principado tiene «una gran oportunidad» con las hidroeléctricas, que debería aprovechar para ayudar a estabilizar la red con la entrada de renovables. Ambos expertos apuntan a una multitud de otras posibles actuaciones para equilibrar la transición verde sin «perder electrones«, como mejorar las interconexiones con otros países para acelerar las exportaciones o el establecimiento de mecanismos para elevar el consumo de la industria electrointensiva cuando hay picos de generación.

La trampa nuclear

Buena parte del mundo empresarial español ha aprovechado la ocasión de la crisis energética para recuperar la defensa de las nucleares. El cierre del conjunto de los reactores del Estado, previsto para 2035, ha sido una de las banderas de oposición a las renovables de las grandes patronales madrileñas y sus asociadas catalanas. Sin ir más lejos, el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, ha llegado a asegurar que «sin las nucleares, el apagón habría durado semanas». Una afirmación arriesgada, dado que, según los datos de REE, las centrales del Estado aún no se han reconectado a la generación ibérica, sin que esto haya impedido una recuperación total de la red. El mismo presidente del gobierno español, de hecho, ha salido al paso de los defensores de los reactores, negando la atribución de la crisis a las renovables y atacando «a aquellos que dicen que el apagón se ha producido por el cierre nuclear». Los expertos consultados, de hecho, alertan contra los «discursos interesados» que recuperan la reivindicación de las centrales. «La nuclear es inflexible y necesita mucho tiempo. No habría podido evitar el siniestro en absoluto, ni ha colaborado a restaurar el sistema«, replica Morrón, tajante. Vila añade una lectura estructural, y considera que cualquier paso que se dé en términos de energía, debe alejar más la alternativa atómica. «El sistema energético será bueno porque no será nuclear», concluye el empresario.

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