El gobierno de coalición del PP y Vox en Aragón ha empezado igual que los del País Valenciano y las Islas Baleares: con amenazas contra el catalán y medidas destinadas a arrinconarlo en todo el territorio. El nuevo gobierno aragonés ha anunciado que suprimirá la Dirección General de Política Lingüística y que dejará de subvencionar entidades que trabajen en la promoción del catalán en la Franja, donde cada vez se utiliza menos. Con este panorama, la sociedad civil aragonesa ya se está poniendo en marcha y no descarta nuevas movilizaciones contra el gobierno. El Món ha hablado con varios vecinos de Valderobles (Matarranya) por saber cómo viven la ofensiva que el PP y Vox preparan contra el catalán. Todo y la gran incertidumbre que genera el nuevo gobierno, la mayoría están dispuestos a defender una lengua que ya estaba en claro retroceso pero que viven como propia.

Valderobles, a escasos 10 kilómetros de distancia de Arnes (Terra Alta), tiene poco más de 2.000 habitantes y es la capital de la comarca del Matarranya, en la Franja de Poniente, y la división administrativa española la sitúa en la provincia de Teruel. En el pueblo siempre han convivido el castellano y el catalán, aunque algunos de sus vecinos hablen de convivencia de tres idiomas porque dicen que hablan chapurriau, el nombre peyorativo que se usa en zonas del sur y del centro de la región para referirse al catalán del Aragón, que oficialmente tampoco reconoce la lengua y se refiere como “lengua aragonesa propia del área oriental» (LAPAO). En toda la Franja, los últimos datos oficiales estimaban que hay unos 55.000 hablantes de catalán, una cifra que sube hasta los 90.000 si se incluyen las personas que lo entienden, pero no lo hablan.

De baluarte anarquista a feudo del PP

Valderobles fue uno de los baluartes más importantes del movimiento anarquista durante la Segunda República, según explica el mismo Ayuntamiento de la localidad. Una tónica revolucionaria que perduró durante toda la Guerra Civil, hasta la victoria del bando de Franco y la instauración de la dictadura. En las últimas décadas, el pueblo ha hecho un giro de 180° y ahora es un feudo del PP, que ha gobernado en ocho de las últimas diez legislaturas, las cuatro últimas con mayoría absoluta. El pasado 28 de mayo, por ejemplo, el PP sacó 7 de los 11 regidores y no dio opción a las formaciones más progresistas, como la Chunta Aragonasista (CHA) o el mismo PSOE. A pesar de vivir bajo el gobierno de la derecha que ahora proclama la eliminación del catalán en las calles, los habitantes de Valderobles descartan dejar de utilizar el catalán, puesto que forma parte de las raíces del pueblo: «Creo que las tres lenguas, idiomas o como le quieras decir se respetarán. No cambiará porque esto es cosa de la gente más allá del que quieran los políticos, y la gente no lo quiere», asegura en Fintaan, uno de los vecinos del municipio, en conversación con El Món.

Una pintada defendiendo lo «Chapurriao» a las paredes de una calle de Vall-de-Roures / Gerard Mira

La lengua como instrumento político

En este pueblo, las «tres lenguas» que se hablan se han usado desde siempre, y hoy en día todavía más, como un instrumento político. De hecho, un vecino del pueblo preguntado por este diario, el cual ha preferido mantenerse en el anonimato, ha asegurado que «hablar de xapurriau es hablar de política», y el mismo con el catalán, puesto que «el idioma con el cual te expreses, en este pueblo, es un poco una ejemplificación de tu ideología política», explica. En este sentido, la variante que más se ha instrumentalizado es el chapurriau.

Definido como un «catalán vago», el catalán de Aragón es una variante dialectal del catalán que fusiona palabras y expresiones del castellano con las del catalán. Puede tener infinidad de nombres según a quienes preguntes: fragatí, tamarità, benavarrès, maellà, ribagorzano y un largo etcétera. El nuevo «idioma» —el LAPAO o aragonés oriental— se ha usado como una forma de expresión para combatir el independentismo catalán, puesto que esto provocó que creciera bastante el sentimiento de pertenencia con el catalán dentro del mismo pueblo. El concepto LAPAO se empezó a usar alrededor de los años 2012 y 2013, cuando el gobierno autonómico del PP y lo PAR aprobaron la reforma la Ley de lenguas de Aragón que básicamente eliminaba el nombre de catalán para la lengua que se habla en la Franja y pasaba a denominarlo «aragonés oriental».

Es por este motivo que, a pesar de que los lingüistas no avalan el chapurriau como lengua oficial, algunas administraciones lo han convertido en un instrumento político. Ahora bien, todo y las intenciones de destruir el catalán, los hablantes de xapurriau continúan defendiendo la “convivencia” con el catalán como señal de riqueza. En un comunicado emitido hace un par de semanas, la Asociación Cultural de Amigos Del Chapurriau aseguraba que todo y las intenciones políticas de erradicar al catalán, esto no pasará en Valderobles: «Últimamente, la política ha intentado romper esta convivencia respetuosa. Pero afortunadamente tenemos la sensación que esta operación no es fácil. El pueblo, los ciudadanos, nos continuamos respetando como siempre. La gente de bien pasará por ante estas pobres políticas y continuaremos con nuestras vidas», aseguran.

Entrada en el pueblo de Vall-de-Roures / Gerard Mira

Una mirada más allá de la lengua

El nuevo gobierno del PP con la extrema derecha en Aragón también tendrá unas afectaciones más allá de las lingüísticas. Dos de los puntos que han levantado más polvareda del nuevo pacto es la derogación de la ley de memoria democrática del Aragón, aprobada el 2018, y la reforma de la ley trans autonómica. Fintaan considera que este tipo de acciones del nuevo gobierno solo contribuirán a fomentar la “inestabilidad” de la sociedad y provocará que mucha gente acabe marchando de España. Una idea que también comparten otras voces de la población, a pesar de que las sensaciones están muy polarizadas.

De hecho, una de las comparaciones que ha usado para definir la sensación de inseguridad con la cual vive la llegada de este nuevo gobierno es la que se vivió en Reino Unido con el Brexit. Él, de raíces irlandesas, recuerda la salida del país de la Unión Europea como un momento inestable que repercutió en la sociedad social y económicamente hablando, y cree que la llegada de la extrema derecha al poder es un claro síntoma que se puede repetir una «inestabilidad» como aquella. Por eso, a pesar de que desde el pueblo confían que el catalán continúe presente en las calles, el miedo también se apodera de una parte de la población de la pequeña capital del Matarranya, que ven como el futuro de su lengua es más incierto que nunca.

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