Si el año pasado faltaban profesores de informática –y este año faltan de secundaria y FP, entre 300 y 500 segundos las fuentes, de varias disciplinas–, este año vuelven a faltar docentes de catalán. La dificultad para encontrar profesores de catalán para cubrir todas las vacantes es habitual y tiene raíces en la difícil situación de la lengua y la falta de prestigio de la profesión docente. La consejera de Educación, Anna Simó, ha admitido que está costando mucho llenar las cuarenta y tres plazas de profesores de catalán que quedan por cubrir una vez iniciado el curso y que el Govern está estudiando permitir que los que hay hagan horas extras para cubrir las vacantes.

Las causas de esta carencia de profesores de catalán son diversas y tienen que ver con la mala situación de la lengua en general. Según el lingüista Gerard Furest la falta de profesores también tiene que ver con la “subordinación de la lengua” en el ámbito social y con el uso que se hace de la lengua en los institutos, tanto por parte de los alumnos como de los profesores. “La falta de profesores de catalán formados afecta a los usos de la lengua en los centros, porque no solo se trata de hacer las clases en catalán, sino de mantenerlo en los pasillos, utilizarlo con los alumnos, saber encontrar materiales en catalán, recomendar películas y cuentas de TikTok en catalán…”, explica Furest. Esto, asegura, es “prestigiar la lengua”, pero no se puede hacer si no hay profesores de catalán suficientes que mantengan la lengua en todos los contextos.

“Cualquiera puede ser profesor de catalán”

Además, Furest critica que se haya roto el “principio de especialidad”, es decir, que cualquiera pueda ser profesor de catalán si tiene el C2 y un máster de profesor. “Un periodista puede ser profesor de catalán sin dominar la materia ni haberla estudiado en la universidad. Sí, sabe hablar catalán, ¿pero quién te dice que impartirá la materia con calidad?”, se pregunta. Furest asegura que ha llegado a ver a un profesor de educación física ejerciendo como profesor de catalán “solo porque era catalanohablante de Alicante”. “Esto hace bajar la calidad de impartición de la materia y agravia el problema”, advierte.

Coincide con este diagnóstico el filólogo y coordinador de FP de la UGT, Jesús Martín, que considera que la situación actual es “preocupante”. “Cargarse la función del profesor especialista es un error del Departamento de Educación. Una cosa es que un profesor tenga que asumir cuatro horas de una especialidad que no es la suya por la imposibilidad de enviar a otro profesor, pero lo que no puede ser es que un especialista haga más horas de otra materia que de la propia”, denuncia. Añade que “una cosa es tapar agujeros” para que “no se hunda el barco”, pero otra es “provocarlos”.

Faltan profesores de catalán en muchos centros educativos / ACN

Las humanidades no se venden bien

Furest asegura que también tiene que ver la falta de prestigio de las carreras de humanidades. “Los gobiernos no prestigian las humanidades y son vistas como una cosa secundaria por la mentalidad economicista. Se priorizan los trabajos asociados al mercado laboral”, señala el lingüista. Además, las universidades “no vienen bastante bien el grado de filología catalana”, que tiene muchas ventajas. Como, por ejemplo, el hecho que permite trabajar de varios trabajos, entre las cuales la docencia.

“El que no puede ser es que Cataluña tenga menos matriculados en filología catalana que València o Alicante”, señala. Furest insiste en que un país de ocho millones de habitantes tiene que ser capaz de encontrar a 300 alumnos de primer curso al año para suplir a los profesores que se jubilan o están de baja.

Martín también pone el foco en las universidades. “El Departamento de Investigación y Universidades también tiene trabajo pendiente. Tiene que actualizar los currículums de filología catalana con asignaturas vinculadas a las nuevas tecnologías y hacer una apuesta clara y decidida por un grado de pedagogía y docencia de la lengua”, asegura. Considera que es importante fomentar la “didáctica de la lengua” y crear un grado específico. “Hay que sincronizar lo que necesita el sistema educativo con la formación que necesitan los futuros profesores”, concluye.

Promoción del catalán y prestigio de la profesión

Así, los lingüistas consideran que la solución implica mejorar las condiciones laborales del profesorado, recuperar el prestigio de la profesión docente, revertir los recortes y reducir la burocracia en los centros. “Hay mucha dejadez en cuestiones de la lengua. Por ejemplo, faltan más charlas al bachillerato para hacer la filología catalana una carrera atractiva”, asegura Furest. Apunta que los profesores también pueden tener parte de culpa: “También debemos de fallar nosotros en la hora de hacer atractiva la materia”. 

“A corto y mediano plazo podríamos obtener resultados si se hacen estos cambios, pero hace falta voluntad para hacer estas reformas”, apunta Martín, que considera que el Departamento de Presidencia tiene que coordinar Educación y Universidades para encontrar soluciones. 

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