Sitges (Garraf) calienta motores para el Carnaval, uno de los acontecimientos más esperados en la ciudad. El Ayuntamiento de la localidad, que prevé la llegada de unos 250.000 visitantes entre este jueves y el miércoles de la semana próxima, ha hecho una petición curiosa para facilitar la limpieza de las calles en plena emergencia por sequía. El consistorio ha pedido a los vecinos y a los visitantes que intenten reducir la suciedad que se genera durante las fiestas del Carnaval para ayudar a los servicios municipales de limpieza y disminuir el consumo de agua que se usa para dejar las calles a punto para el día siguiente a los desfiles.
Una de las recomendaciones es priorizar los confetis en lugar de los espráis y otros productos pegajosos. “La recomendación es priorizar elementos que se puedan limpiar en seco”, explican desde el Ayuntamiento. La situación de emergencia obliga a limitar el uso de agua en los dispositivos de limpieza, que además tiene que ser no potable en vez de agua de la red. Las zonas donde habrá más incidencia de los servicios de limpieza, sobre todo el domingo, son el centro de Sitges, el paseo de la Ribera y los circuitos de los desfiles.
El Ayuntamiento ya contempla el vaciado de contenedores y papeleras, mientras que también está prevista la instalación de 20 puntos de recogida de residuos en espacios como el Hort de Can Falç, donde habrá baile las noches del domingo y el martes.

Solsona recurre al agua freática
La colgada del burro en la Torre de las Horas, uno de los actos más emblemáticos del Carnaval de Solsona (Solsonès), se hará con agua freática tratada para cumplir con la normativa del plan de sequía. El burro hace una micción simbólica sobre el público y se ha decidido no utilizar agua de la red. Se cogerá agua de un pozo que se usa para limpiar las calles y se guardará en un depósito que se instalará bajo la torre, desde donde se bombeará para hacerla subir los 18 metros de desnivel. Además, el presidente de la Asociación de Fiestas del Carnaval, Àlex Vilanova, también ha pedido a los vecinos que no lancen cubos de agua al público, otra tradición durante la fiesta. La colgada del burro, que está a punto de cumplir 40 años, revive una fábula que explica que se hizo subir a un burro al campanario para que se comiera unas hierbas que habían crecido, pero lo subieron con una soga al cuello porque las escaleras eran demasiado estrechas y el animal, mientras agonizaba, orinaba.