Sesión de control al Gobierno extraña, la de esta mañana en el Parlamento. Sobre todo, porque este martes ya se celebró una sesión extraordinaria con la comparecencia del presidente, Salvador Illa, para dar explicaciones sobre el caso Santos Cerdán. Pero esta mañana se esperaba un remate, un bis de honor como los que supuestamente hace Bruce Springsteen cada vez que visita Barcelona, teniendo presente que es la última sesión de control del curso político. Una sesión que se ha adelantado por el viaje a China que realizará la próxima semana. Ahora bien, la realidad se impone.

Ha sido una sesión mezcla de balance, salidas de tono y falso combate bajo control. De hecho, la oposición ha tenido suerte del fiasco del departamento de Educación con la asignación de plazas. Incluso, sorprende que un desbarajuste de esta magnitud no haya provocado alguna dimisión al más alto nivel político, pero una comparecencia rápida y la decapitación de un tecnócrata -que es una fórmula profesional marca de la casa PSC- ha detenido el drama.

No ha habido fuegos artificiales ni grandes proclamas, al contrario. Illa ha hecho lo que mejor sabe hacer, tomárselo con calma. En lenguaje moderno, una presidencia «chill» con la complicidad más que necesaria de la oposición que cada día muestra que no sabe muy bien qué hacer. Illa se ha permitido el lujo de desear buenas vacaciones a los portavoces y a los diputados, e incluso, a alguno les ha recomendado que aprovechen las vacaciones para «descansar». Solo ha subido el tono con la portavoz de Alianza Catalana, Sílvia Orriols, de la cual ha dicho que hace un discurso de odio y que «no es digna de representar a Cataluña».

Albert Batet, en su turno en la sesión de control de este martes/Marta Sierra/ACN
Albert Batet, en su turno en la sesión de control de este martes/Marta Sierra/ACN

Junts y ERC intentan abrir hueco

Siguiendo el protocolo que marca el Reglamento, el presidente de la cámara, Josep Rull, ha dado la primera palabra al portavoz de Junts, Albert Batet, que ha calificado al Gobierno de «desorden y desgobierno», de «no tener presupuestos», «sin mayoría ni estabilidad y a remolque» de lo que hace el PSOE y la Moncloa. Batet le ha propuesto «aprovechar las vacaciones para reflexionar». Illa le ha replicado que las aprovecharía para «descansar». De hecho, también le ha recomendado a Batet que «descanse».

El mensaje de fondo es que también se lo tome con filosofía porque la legislatura pinta larga. Illa ha contestado que está «razonablemente satisfecho» del primer año de la legislatura y le ha pedido apoyo a Junts en el próximo curso político que se iniciará en septiembre porque «queda trabajo por hacer». Batet se ha negado porque los de Junts dicen que solo apoyarán a un presidente que «defienda Cataluña» y «no lo acompañarán en el desorden». «El rey va desnudo», ha sentenciado. Illa ha renunciado incluso a la réplica. Un silencio que ha sido todo un mensaje con carga de profundidad.

Por su parte, el portavoz de ERC, Josep Maria Jové, ha vuelto a aplicar la fórmula de Míster Hyde. Es muy difícil criticar a un Gobierno cuando el mes próximo hará un año que lo invistió. En este contexto, ha tirado de la veta del desastre de Educación y ha señalado que al Gobierno en minoría se le está haciendo largo el curso político. Jové sufre porque ahora mismo, con un partido que se está rehaciendo de la división del último congreso, no puede actuar. ERC podría tener el botón nuclear y decirle al presidente que prefiere la independencia a la gestión. Es decir, de madre solo hay una, pero a ti te encontré en la calle. Pero las circunstancias no se lo permiten cuando ayer mismo, su homólogo en el congreso de Madrid propone una especie de frente popular español para unas hipotéticas elecciones generales adelantadas.

Alejandro Fernández, en la sesión de control de este martes/Marta Sierra/ACN
Alejandro Fernández, en la sesión de control de este martes/Marta Sierra/ACN

El PP resbala e Illa los termina de empujar

El tercero en turno ha sido el portavoz del PP, Alejandro Fernández, uno de los pocos brillantes en la oratoria en la cámara que esta mañana ha desviado el tiro. De hecho, se ha metido en bucles que ni él mismo se creía porque, como detalle, a diferencia de otras veces, tenía que leer un papel. Ha criticado con ferocidad que el Consejo de Ministros convierta la comisaría de Via Laietana en un espacio de memoria. Se ha erigido en un extraño defensor de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y ha metido la pata cuando ha calificado las torturas de «travesuras». «Los edificios no torturan, son las personas», ha afirmado, en una puesta al día del viejo eslogan del españolismo, «los territorios no tienen derechos, los tienen las personas». «Usted humilla a la policía con estas decisiones», ha acusado.

Illa lo ha tenido fácil. «Las decisiones que toma el gobierno de Cataluña no humillan a nadie», ha replicado. Siguiendo este hilo ha acusado a Fernández de «no hacer ningún favor a los cuerpos de seguridad, intentando patrimonializarlos porque son un poco de todos». «Confunde deseos con realidad», ha continuado para subrayar que en «Via Laietana se torturaba». El portavoz de los Comunes, David Cid, a su vez, se ha dirigido a Fernández para recriminarle que considere «travesuras» lo que son «torturas», ante la queja de los populares, Rull ha tenido que recordar al poscomunista que las sesiones de control al presidente, son al presidente y no a los otros grupos. Cid, no se ha quedado en el recibidor, y ha reclamado a Illa más política de vivienda, trenes, escuelas, renovables y sanidad. Illa ha respondido que los acuerdos de investidura del PSC con los Comunes se están cumpliendo incluso, antes de tiempo.

Monarquía y burkini

En el último tramo de la sesión de control, Vox ha vuelto a cargar las tintas en el discurso de la inseguridad. Illa ha leído una lista de datos que, a juicio de su departamento de Interior, muestran la caída de la criminalidad. El portavoz de la CUP, Dani Cornellà, le ha pedido posicionamiento sobre la monarquía y la pretendida «normalización de Cataluña» que muestra la visita de Felipe de Borbón a Cataluña. Cornellà ha acusado al Gobierno de hacer de «lamebotas de los herederos del franquismo» que también describen de ladrones y corruptos. Illa ha defendido que hay que defender la «institucionalidad escrupulosamente», se ha mostrado considerado con la opinión de los cupaires y les ha recordado que se siente «satisfecho» de haber pactado con la CUP políticas de vivienda. «No me lo habría imaginado nunca».

El epílogo de la sesión ha sido para Sílvia Orriols, que siguiendo en su línea ha puesto sobre la mesa un debate sobre el burkini en las piscinas municipales. Un bañador que habría prohibido en Ripoll y que la Generalitat no lo ve claro. De hecho, era una excusa para incrementar los vídeos virales que alimentan las redes de posibles votantes. Illa ha subido el tono y ha bautizado las reflexiones de Orriols de «broma de mal gusto». Y finalmente, le ha espetado: «Usted no es digna de representar a Cataluña». Illa se ha sentado deseando un buen verano a todos. Y ya se sabe, que en verano toda cuca vive. En septiembre, quizás, solo quizás, será otra cosa.

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