Es polaco. O, mejor dicho, era polaco. Ahora es un «catalán de origen polaco», como se describe él mismo con todo el rigor: nació en Polonia, pero hace décadas que vive en Barcelona y que tiene la nacionalidad española, a pesar de que no la quiere. Lo que quiere Adam Glubinski Letowski es la independencia de Cataluña y tener pasaporte catalán. Aquí es donde se produce el cortocircuito mental de los analistas de la prensa española. Por eso, cuando lo descubrieron, lo convirtieron en uno de los nuevos «reclamos» del independentismo catalán, junto con Albano-Dante Fachín. «
La información tiene el objetivo de alertar a los lectores de la existencia de personajes vinculados a este movimiento político que quizás no conocen bastante. Con esta intención, recoge una lista ecléctica de nombres, en la cual también hay el exvicepresidente del Parlamento catalán Josep Costa –articulista d’El Món, como Fachín–, el economista y exdiputado de Junts pel Sí Germà Bel –del cual subrayan que es «exsocialista»– y el dibujante del Procés Jordi Magrià, conocido como Bicman porque trabaja con bolígrafos Bic.
Un violonchelista jubilado del Liceo que vive en Cataluña desde hace más de 40 años
A pesar de la lluvia de nombres, el protagonismo del texto de
«Yo no soy nadie», repite el músico varias veces durante la conversación con El Món. «Solo soy una pieza de un engranaje, somos muchos y nadie, como dice Clara Ponsatí«, resume en referencia al libro
Nacido en Polonia y crítico con el régimen comunista y con el actual gobierno
Nació el 1964 en Łódź, Polonia. Bajo el régimen comunista, participó en los primeros movimientos para crear el sindicado Solidaridad, de Lech Walesa, con quien ahora es muy crítico. La política de la entonces oposición polaca también lo decepcionó y ahora continúa siendo muy crítico con la situación de su país de origen. Pero él tiene la cabeza en Cataluña, donde vive desde 1984 –después de pasar dos años en las Canarias– y dónde forma parte también de movimientos vecinales –es de la Associació Veïnal Casc Antic de Barcelona–, con un discurso muy duro sobre el turismo desbordado –vive en el Barrio Gótico– y los problemas con la vivienda. Sus reivindicaciones sociales van ligadas a la nacional: «Tenemos que poder decidirlo todo, no puede ser que el Tribunal Constitucional tumbe la ley catalana de vivienda. Si quiero la independencia es para cambiarlo todo, no para hacer una España en pequeño».

Adam Glubinski descubrió qué era Cataluña y que aquí se hablaba catalán cuando llegó. Antes, toda la información que tenía le decía que este territorio era, simplemente, España. «Cuando llegué, una persona que conocí por casualidad, que trabajaba en el banco donde me abrí una cuenta, me llevó por toda Cataluña, así descubrí pronto los castellers, por ejemplo», recuerda. Ahora, casado y con familia en Cataluña, reclama la «libertad» para su actual país. «Cataluña no es libre, aunque digan que estamos en una democracia», reflexiona.
«Ser ‘extranjero’ es la cosa más relativa del mundo»
Participó en la consulta del 9-N y en el 1-O, y estuvo en el instituto Pau Claris, uno de los colegios electorales del referéndum de independencia del 2017 donde la policía española fue más violenta. El 29 de febrero de 2020 fue a Perpiñán al mitin multitudinario de Carles Puigdemont. Y ahora, miembro activo de la ANC y del Consell de la República, recalca: «No soy puigdemontista, ni de Junts, ni de ningún partido. No se trata de esto. Lo que quiero es la independencia de Cataluña y de los Països Catalans. Y esto solo se conseguirá cuando volvemos a ser incómodos para Europa. Si nosotros no hacemos nada, Europa no se moverá, no habrá ayuda directa de Europa».
Como otras muchas voces de su entorno, Adam Glubinski es crítico con los partidos independentistas. «La reivindicación nacional, el
Reúne, por lo tanto, el discurso y todos los ingredientes de los perfiles más independientes del independentismo –en esto

Fachín: «Nos quieren presentar como unos extranjeros ‘frikis’ que hemos sido engañados»
El compañero de titular de Adam Glubinski en la información de

La peculiaridad de este texto es que pone el foco sobre dos extranjeros, «en el sentido de que somos nacidos fuera de Cataluña y del estado español». La lectura que hace Fachín pasa por «la necesidad de justificar su teoría sobre el etnicismo y el racismo del independentismo, un discurso que comparte la izquierda española». «Como según ellos el independentismo es etnicista, no toleran que haya apellidos de origen no catalán, y con los extranjeros es un grado más. No saben cómo afrontarlo e intentan dar la vuelta y presentarnos cómo unos locos que nos hemos dejado engañar», argumenta.
Una «estrategia» que le conviene al Estado español
«No sé si tienen presente que yo, como argentino, nací en una república que se fundó para romper con los Borbones», añade Fachín, que subraya que «para ellos que un argentino ame España es normal pero no admiten que pueda sentirse catalán y ser independentista». «No sé si se la creen, pero esta ridiculización que hacen forma parte de la estrategia del Estado y les conviene«, añade.
Con pillería, añade: «Estoy esperando que descubran que mis padres, argentinos que viven aquí, son socios del Girona, y más después de la goleada al Real Madrid del otro día. Les dará un ataque».