El monasterio benedictino de San Miquel de Cuixà, en el Conflent, la Catalunya Nord, ha sido el escenario de una fotografía en color, sonido y efectos especiales del que es y supone la política catalana. Es más, algunos de los asistentes indicaban que el acto de hoy en el monasterio rehecho por el Abad Oliba era la prueba del «hilo rojo» de la historia del catalanismo contemporáneo. Esta mañana, y recibos por el padre abate de Montserrat, Manel Gasch, cinco presidentes han concelebrado un homenaje a Pau Casals, en el marco de la 55.ª edición de la Universidad Catalana de Verano (UCE) que esta semana se celebra en Prada.
Una ceremonia que se ha celebrado en un contexto político inédito, con un presidente en el exilio que tiene la clave de la gobernabilidad de España, perseguido por la judicatura española, con un expresidente con las siglas del PSC que ha acontecido un tótem en la defensa de la lengua, un expresidente inhabilitado, un presidente en ejercicio pleno del cargo –pero que tiene que ganar el apoyo parlamentario día a día– y un expresidente que, después de una larga instrucción judicial, ningún magistrado quiere hacerlo sentar al banquillo de los acusados mientras que las imputaciones contra sus hijos se van deshaciendo.

Todo en un ambiente enrarecido en España, inmersa en un debate sobre como superar el batacazo de la derecha visigòtica especialmente beligerante contra Cataluña. Así, los presidentes Jordi Pujol, José Montilla, Carles Puigdemont, Quim Torra i Pere Aragonès se han sentado en el primer banco de la iglesia del monasterio entronizado por el Abad Oliba, uno de los referentes históricos del catalanismo y creador del recordado movimiento Pau y Tregua de Dios.
Los cinco presidentes han aprovechado sus parlamentos para alabar a Pau Casals como figura y líder cultural de una nación y, de paso, cada cual desde su punto de vista, han expresado su idea de construcción de la nación. La lengua y la defensa de la identidad catalana han sido el nexo argumental de todos los discursos que se han basado en el ya famoso

«I’m a catalan» y el discurso de Jordi Puol
La organización del acto –todo y su complejidad logística dado que los monjes que lo regentan no han suspendido las visitas turísticas hasta las once de la mañana, solo una hora antes de su inicio– ha sido un éxito. La potencia del contenido, el fondo y la forma han neutralizado una pitada al presidente Montilla, que ha defendido sus convicciones de una España fraternal ante un público de bandera negra y de
La primera intervención ha estado del presidente Pujol, justo después de la emisión del famoso video del discurso de Pau Casals en la ONU. Pujol, que iba acompañado de su hija Marta, ha hecho como un motor diésel. Ha arrancado con prudencia para coger velocidad de crucero y recuperar su hacer y oficio en los discursos. De hecho, se ha arraigado al

Pitos al presidente Montilla
Después del turno de Pujol, el presidente Montilla ha ocupado el atril mientras que el público gritaba «¡Independencia!». Ha aguantado estoicamente y ha expuesto su visión sobre Pau Casals. Al final de su parlamento, pero y después de repasar en detalle la biografía del músico, Montilla ha aprovechado la ocasión para relacionar la actualidad política con la importancia de la ceremonia. Todo en referencia en el acuerdo llegado entre partidos independentistas y el PSOE por la Mesa del Congreso y las negociaciones para una virtual investidura de Pedro Sánchez. Montilla que con su presencia avalaba la importancia institucional del acto y de la conexión secular de la Generalitat, ha defendido la idea de «la España fraternal y respetuosa con la diversidad».
El discurso de Montilla no ha gustado a una buena parte del público que lo ha pitado y ha proferido gritos de protesta para después levantarse a gritos de independencia. Montilla se ha mantenido firme arguyendo su posición sin perder nunca su discurso en defensa de la lengua y la identidad de Cataluña.
El momento ha despertado una visible incomodidad del rectorado de la UCE y de los presidentes, que lo han aplaudido. Pero, al acabar, el rector de la UCE que daba en los parlamentos, ha agradecido al presidente que fuera su Gobierno el que más ha ayudado en la Universidad Catalana de Verano. Un agradecimiento que ha sonado a disculpa pública por los silbatos y a un tirón de orejas a los que no han acabado de entender la importancia institucional de la ceremonia.

Dos presidentes y la independencia: Puigdemont y Aragonés
El siguiente a ensartarse al atril ha sido lo presidente Puigdemont, muy aclamado por el público asistente al grito de «¡Puigdemont, nuestro presidente!». El presidente en el exilio acudía al acto con una sensación extraña, la de saber que en cualquier momento el juez instructor del Proceso podría activar una euroorden y que los gendarmes franceses lo detuvieran. La expectación ha sido máxima las últimas horas. Tanto es así que el acto se ha desbordado de prensa (más de unos cincuenta medios) y de público, entre el cual había, discretamente, su abogado Gonzalo Boye. «Nos podemos reivindicar ante el mundo como el que somos: catalanes», ha sentenciado Puigdemont sin ninguna referencia explícita a la situación política actual. Después de Puigdemont, el presidente Quim Torra, también fuerza aplaudido, ha optado para elaborar un discurso más histórico. Incluso, ha recordado que Pau Casals podría haber sido el primer premio Nobel catalán.
Por su parte, el presidente Aragonés ha sido el encargado de cerrar el acto. De hecho, su intervención ha empezado dos veces. Solo acercarse al micrófono, el público ha empezado a entonar «¡Independencia!», como un reproche a su política o una reclamación. Hábil, el actual inquilino de Palau, ha replicado con un ocurrente «¡Ya va bien empezar recordando qué es nuestro objetivo!». Una respuesta que ha cortado los cánticos y lo ha ayudado a retomar un discurso que alababa la figura de Casals, de quien ha dicho que podría ser «presidente». «El hombre que tiene más calles y plazas dedicadas a Cataluña», ha remarcado. De hecho, lo ha definido como un punto de encuentro del catalanismo. Aragonés también ha reclamado como objetivos «la amnistía y autodeterminación» y ha celebrado públicamente el reencuentro personal con Puigdemont, aunque esté en la Catalunya Nord. El acto ha acabado con el canto de los
